Javier Herrero.

Aunque Sting haya recalado este viernes en Madrid para celebrar la Navidad, su capacidad para detener el tiempo en un limbo de canciones intemporales y con un físico privilegiado por el que tampoco pasan los años, sin artificios escenográficos, parece más cosa de un pacto con el diablo.

Ha sido en la segunda noche de música del ‘Christmas By Starlite’ que ha estrenado por primera vez en la capital española el festival Starlite, originariamente radicado en la localidad malagueña de Marbella entre gente guapa y con sus mejores galas en los meses de más calor.

Con todo el aforo ocupado, unas 7.800 localidades según cifras de la organización, la nueva visita del británico a la ciudad se produce seis años después de su concierto como parte del Universal Music Festival en el Teatro Real de Madrid.

Entonces, como hoy, el trasfondo de la cita pronosticaba una noche para el oropel y el postureo de celebridades, pero otra vez la fuerza en directo del protagonista ha eclipsado todo lo demás, más aún esta noche en medio de una gira de grandes éxitos desde la era de The Police, sin rellenos ni excusas de álbumes recientes.

De hecho, en los 100 minutos de concierto no ha sonado nada posterior a su álbum de 1999 ‘Brand New Day’, su sexto disco de estudio en solitario, a pesar de que Gordon Matthew Thomas Sumner (Wallsend, 1951) publicó mucho en los años siguientes, en concreto siete trabajos más con material inédito hasta ‘The Bridge’ (2021).