Sin teléfono. Sin dinero. Con lo puesto. Desde hace quince días, la familia de Kathy vive pegada al teléfono. Busca, pero no encuentra. La alerta es máxima: se llama Katherine Vidondo, tiene 35 años y está desaparecida desde el 30 de noviembre. Ese día se fugó del hospital Sagrat Cor de Martorell (Barcelona) aprovechando una de las salidas que solían hacer por las inmediaciones del centro.
Tras quince días de intensa búsqueda, nadie ha vuelto a saber de ella. «Tenemos mucho miedo», cuenta su madre, Carmen, a
CASO ABIERTO
, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica. «Kathy lucha contra una enfermedad mental crónica desde hace muchos años, de verdad tememos que le pueda pasar algo«.
Otro paciente salía
La alerta saltó el mismo día 30, cuando acabó «el recreo». Este dura una hora, es diario y, acompañados de monitores, pacientes como Kathy suelen salir por las inmediaciones del centro. Terminada la salida, saltaron las alarmas: Kathy no estaba.
Según ha podido saber este medio, en el recuento, se dieron cuenta de que, además de Katherine, había otro paciente que faltaba. Un chico que regresó dos días más tarde. Llego solo, de Kathy dijo que no sabía nada. Al parecer, subieron juntos a un autobús, juntos llegaron a la estación de Martorell, y allí se separaron sus caminos. Cada uno, afirma ese paciente, se fue por su lado.
«Tenemos mucho miedo, la enfermedad de mi hija hace que se acerque a lugares y entornos marginales», explica su madre
«Mi hija no regresó al hospital y no ha dado ninguna señal de vida… el riesgo es alto, estamos muy preocupados», clama Carmen. La enfermedad de Katherine, «hace que se acerque a lugares y entornos marginales». Carmen habla de menudeo, zonas «dónde se mueve la droga». No es la desesperación lo que le hace dibujar este escenario. «En 2015», lamenta su madre, «vivimos una situación similiar». Se marchó, estuvo desaparecida. «Encontraron a mi hija a los cinco meses y medio tirada en las calles de Barcelona. Había perdido 20 kilos». Su mente, su cuadro médico, lamenta su madre, hace que Kathy no vea el peligro. «Cabe la posibilidad de que se haya ido a un barrio marginal de Barcelona, igual que hizo la otra vez». Es muy sociable, a la par que vulnerable, «puede encontrar amistades complicadas…», lamenta Carmen. Además, es muy confiada. Podría estar en cualquier punto, deambulando.
«Sin vigilancia»
Han pasado quince días y la investigación no avanza. Se sabe que aprovechó la salida autorizada de aquel día para emprender la fuga. «En el módulo del hospital en el que está mi hija, les dejan salir una hora, acompañados de monitores». Van a la cafetería… a la puerta del hospital. El día 30, lo hicieron los 20 pacientes. «No la vieron irse, no se percataron de la fuga hasta que subieron a la unidad». Carmen no quiere buscar culpables, «lo único que quiero es encontrar a mi hija«, pero no puede quitarse de la mente que quizá todo esto se podía haber evitado.
«Cuando interpuse la denuncia ante los Mossos d’Esquadra nos dijeron que no daban abasto con las fugas de este hospital…Quizá está pasando algo». La hipótesis fue una sola: desaparición voluntaria. «Me dijeron que se había ido de forma voluntaria y que poco más podían hacer». Carmen, ruega, «no valoraron la enfermedad de mi hija, que estaba ingresada en ese hospital desde febrero. No es una marcha voluntaria. Es una persona enferma, es una desaparición y de alto riesgo», lamenta. «Kathy está sin medicar y tenemos mucho miedo en casa. Al final le va a pasar algo».
Investigación abierta
Sin pistas, sin noticias, sin rastro. Los mossos continúan intentando recopilar datos. Carmen cree que la marcha de su hija pudo ser planeada con algún «amigo». En su búsqueda particular, ha recabado información de tres de ellos y ha entregado sus contactos a la policía: «no sabemos si han aportado alguna información, no tenemos noticias», indica.
Su fotografía se comparte en redes sociales. SOS Desaparecidos recoge pistas y posibles avistamientos. Ha habido algunas llamadas, aunque no ha podido confirmarse ninguna. Kathy podría estar en cualquier punto. «Necesitamos que si alguien tiene algún dato, por favor, nos ayude a encontrarla».
Sociable, con facilidad para hacer amigos, Kathy mide 1,60 metros, pesa 95 kilos, es de complexión grande y aparenta menos años de los que tiene. «Tiene el pelo castaño ondulado largo y los ojos marrones». Salió del hospital con pantalones tejanos de color negro, una sudadera gris y bambas negras. «No llevaba ni chaqueta, y ella es muy friolera».
La familia de Kathy solicita ayuda. Si tiene alguna información, puede contactar con este periódico, MOSSOS D’ESQUADRA o SOS DESAPARECIDOS en los teléfonos 649 952 957 o 617 126 909. La colaboración y la ayuda ciudadana puede resultar clave.