Los cientos de cruceros que surcaban los mares en busca de nuevas experiencias en ciudades portuarias antes de la pandemia han vuelto con fuerza, y con ellos, se ha vuelto a abrir el debate sobre la contaminación que arrastran cuando llegan a un nuevo destino. Y en esa discusión, dos entidades portuarias españolas se sitúan entre los primeros puestos de emisiones de carbono. Barcelona, donde los cruceros emitieron casi tres veces más óxidos de azufre (SOx) que todos los coches de la ciudad, se alzó como puerto más contaminado de Europa el año pasado, mientras que Palma de Mallorca ocupó el tercer puesto solo por detrás de Civitavecchia (Roma), según el informe elaborado por Transport & Enviroment. La red portuaria está electrificando sus infraestructuras para descarbonizar su operativa. Para completar esta transformación, los puertos españoles crearán más de 1.000 puestos de trabajo destinados a implementar los sistemas OPS (onshore power supply) que reduzcan sus emisiones de carbono.

La adaptación de las infraestructuras portuarias a la nueva realidad sostenible procede de la normativa europea que obliga a los puertos a implementar sistemas OPS en sus recintos antes de 2030. En el caso español, estos reajustes requerirán una inversión aproximada de 500 millones de euros para las 48 entidades portuarias que conforman la red portuaria, según los cálculos de Puertos del Estado. Sin embargo, la cuantía a título individual varía en función de las características de cada infraestructura y de si recibe las ayudas públicas diseñadas para tal fin. Por ejemplo, el Gobierno ha lanzado unas bonificaciones en las tasas portuarias, una línea de subvenciones a las inversiones en la tecnología OPS y descuentos en el impuesto de la electricidad, entre otros incentivos, para impulsar la electrificación integral de la red portuaria.

Completar estas obras es crucial para un sector en el punto de mira por el impacto medioambiental de su actividad. Según las cifras calculadas por la consultora marítima OCP, se dará una reducción de emisiones de alrededor del 50-60% en base al mix energético que utiliza en España, actualmente con una producción renovable del 42% del total de la demanda. Si el sistema eléctrico lograse en 2050 estar basado solo en energías renovables, se lograrían disminuir en un 100% las emisiones procedentes de los buques. En términos cuantitativos, el potencial de reducción de emisiones alcanzaría el 65%, unas 600.000 toneladas de CO2 al año. Es decir, sería el equivalente a las emisiones derivadas de 100.000 operaciones aéreas nacionales.

La electrificación de los puertos no solo se dirige a atajar las emisiones de carbono del sector, es al mismo tiempo una ventaja para las ciudades donde se localizan los recintos. Por ejemplo, para mitigar el ruido dentro del muelle y en sus alrededores, algo que se reduciría con el uso de nuevos motores eléctricos por parte de los buques que atraquen en los puertos. Pero también es una ventaja monetaria. A partir de 2024, entrará en vigor de forma gradual hasta el 2026 la reforma del régimen de comercio de derechos de emisión (RDCE) de la Unión Europea para el transporte marítimo. El RDCE se aplicará a la totalidad de emisiones de los buques en los trayectos que realicen entre puertos europeos, a las mismas durante su estancia y al 50% de emisiones entre puertos de la UE y los de terceros países. «Este cambio normativo conllevará un fuerte impacto económico para todos aquellos armadores que superen el límite de emisiones establecido», aseguran desde OCP.

Dificultades a salvar antes de 2030

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Pese a sus beneficios y a la obligación normativa de la UE, todavían quedan flecos por abordar. Uno de ellos es el impulso estatal para resolver la debilidad de la red eléctrica en la llamada última milla portuaria. «Las inversiones necesarias para dotar a esta red de la capacidad suficiente para asumir el suministro de grandes embarcaciones son difíciles de incorporar por parte del sector privado», señalan desde OCP. El desembolso también ayudará al cumplimiento de los plazos antes de 2030, principalmente para hacer frente a los permisos que las empresas distribuidoras necesitan para edificar las instalaciones necesarias o de los ayuntamientos para abrir canalizaciones con las redes eléctricas de la ciudad.

Otro problema relevante para la ejecución de proyectos es la definición de la potencia correcta en base al tipo de embarcación que llegue al recinto portuario. Así, la nueva infraestructura deberá tener en cuenta gran diversidad de factores, como la eslora, el equipamiento o la antigüedad del barco, entre otras características. El último desafío de los puertos está vinculado a la frecuencia concreta de suministro eléctrico. En muchas ocasiones será necesario incorporar un convertidor de frecuencia al sistema OPS, una solución que encarecerá la inversión total del puerto.