Albert Pinya (Palma, 1985) inaugura exposición en el Museu de Porreres, Blah Bla Blah Bla Blah Bla…, muestra que, comisariada por Tomeu Simonet, se podrá visitar del 16 de diciembre al 17 de marzo de 2024.
“El título de la exposición evoca, en clave irónica, a toda la verborrea que impera en una importante parte de la producción y del tejido artístico contemporáneo. En segundo lugar, también hace referencia al actual exceso de información que nos rodea. Y, por último, cuestiona las apariencias y la sobreexposición, en redes sociales, transformando la realidad que nos envuelve en una especie de espectáculo circense”.
Obras cedidas por colecciones privadas
El groso de la muestra lo componen una selección de pinturas sobre tela -de gran y mediano formato-, obras sobre papel y una serie de esculturas -elaboradas en resina y fibra- que reflexionan sobre la pintura como un medio en constante transformación y cambio. Buen número de estas piezas pertenecen ya a colecciones privadas que de manera generosa y desinteresada las han cedido para la ocasión.
Además, también estará presente la imagen en movimiento con una animación -que toma como punto de partida el disco Aventures de la nota La de Joan Miquel Oliver– y unos platos realizados en cerámica fruto de su colaboración, iniciada en 2018, con el ceramista Català-Roig.
El dibujo como herramienta
Gran parte de las pinturas, especialmente las realizadas sobre tela, se centran en el dibujo como herramienta y medium escogido para componer las narraciones visuales presentadas. Esta acumulación de elementos, signos y grafismos dan lugar a una especie de tatuaje -que viste la corteza del cuadro- y nos habla de la información masiva que nos persigue constantemente.
Todas las obras de la exposición fueron creadas entre 2019 y 2022. Obras que nos conectan con el niño que llevamos dentro y que a partir de la influencia de la música, las series de animación, el cómic, el manga o la poesía, y atravesando lo sagrado y lo profano, lo bello y lo siniestro, lo decadente y lo sublime, lo esperpéntico y lo delirante, nutren la búsqueda del universo de Pinya y sustentan la construcción de su propio lenguaje.