«Bienvenidos a los Juegos del hambre«, dijo el presentador televisivo Jorge Rial, pero no hablaba de esa película de supervivencia extrema. La historia vino a colación después que se conociera el plan de shock económico del Gobierno de ultraderecha argentina que incluye una devaluación del peso, la moneda nacional, del 118%, una fuerte restricción del gasto público, la eliminación de subsidios y la apertura de las importaciones. En un país altamente polarizado, las opiniones sobre el programa de máxima austeridad del presidente Javier Milei provocó aplausos de banqueros y empresarios, dudas de especialistas y un rechazo de una variopinta y perpleja oposición. De acuerdo con Juan Grabois, del Movimiento de Trabajadores Excluidos, el ministro de Economía, Luis Caputo, ha anunciado «un asesinato social sin inmutarse, como un psicópata a punto de masacrar a sus víctimas indefensas».

Caputo, exdirectivo de JP Morgan y el Deutsche Bank, y presidente del Banco Central del Gobierno de Mauricio Macri cuando tuvo lugar una intensa fuga de capitales derivada del crédito de 45.000 millones que había otorgado el Fondo Monetario Internacional (FMI), situación que valió una crítica severa del mismo organismo, ha avisado a los argentinos que durante buena parte de 2024 la inflación será, en el mejor de los casos, del 20% mensual y el Estado ya no controlará el aumento de los precios de los alimentos ni de las tarifas de los servicios públicos o el transporte. «Agarremos las bicicletas. Ahorremos energía. A compartir el alquiler«, propuso María Eugenia Talerico, dirigente de la derecha tradicional.

Las primeras horas posteriores a los anuncios de Caputo han provocado un terremoto. El precio del dólar que se ofrece en el mercado negro ha sido un 34% mayor que el flamante valor oficial de la divisa. Los supermercados, almacenes y verdulerías sintieron de inmediato el impacto y comenzó la alocada carrera de la remarcación de las etiquetas. Argentina exporta carne, maíz, trigo. Cada depreciación de su moneda se refleja en la cesta básica que consume la población. Eso golpea a las personas que perciben un dinero fijo, en especial a los pensionistas y los casi seis millones de pobres que reciben una ayuda del Estado.

El trago más amargo y los que faltan

Caputo y el propio Milei han advertido que durante los primeros meses crecerá la pobreza, que en la actualidad es cercana al 45%. La pregunta que se formulan algunos analistas es si llegará al 57%, como ocurrió en 2002, tras el derrumbe del modelo económico neoliberal y la economía cayó un 10%. Sin embargo, tanto el presidente como su ministro aseguraron que la única alternativa para resolver el problema del déficit fiscal es la que se ha puesto en marcha. «Que quede claro, el que era clase media media, lo acaban de tirar a la pobreza con un click creando la ilusión de que no había otro camino posible», dijo Grabois. «Vamos a ser prudentes», se pronunció la central obrera argentina (CGT), aunque rechazó las medidas.

Manuel Adorni, el portavoz presidencial, comunicó a su vez que el Gobierno pasará la poda por el régimen de pensiones. Los salarios, en tanto, no seguirán el ritmo de la inflación, que este año cerrará con un 160% a lo largo de 12 meses. El Gobierno de La Libertad Avanza (LLA) prepara a su vez otra batería de medidas que incluye anular la eliminación del impuesto a las ganancias que había decretado la administración anterior y beneficiaba especialmente a la clase media. De esta manera, tratará de recaudar más y cumplir con los compromisos de reducir drásticamente el déficit fiscal. Esa hoja de ruta fue saludada con entusiasmo por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Repercusiones

Gabriel Rubinstein, quien se desempeñó como viceministro de Economía del Gobierno peronista, aseguró que el ajuste lo paga «la gente y no la casta política», como había dicho Milei. «El anuncio y lo que falta venir está en línea con la desprolijidad, la desarticulación y la improvisación, como viene siendo todo», sostuvo Carlos Melconian, quien era señalado como ministro de Economía de haber ganado las elecciones la derechista Patricia Bullrich, nombrada ministra de Seguridad por el presidente.

«La sociedad es la autora de una revolución política inédita en los últimos 40 años de democracia, de la que Milei es su derivación más iridiscente. Parece que gran parte de la gente común comparte el criterio de que el déficit fiscal es el principal culpable de la crisis, y que llegó la hora de hacer severos recortes en los gastos del Estado, que los Kirchner duplicaron según la participación del gasto público en el PIB», señaló Joaquín Morales Solá, columnista del diario La Nación. «La pregunta que corresponde hacer es si esa teoría será corroborada en la práctica cuando el ajuste llegue al bolsillo de la gente común».

Juan Guarino, del diario Ámbito Financiero se preguntó en tanto sobre las intenciones no explicitadas del llamado «plan motosierra» que presentó Caputo. «Con tantos factores que empujarán una inflación desmedida, ¿cuáles son los elementos que pensó el Gobierno para contrarrestar esa ola que impactará en los hogares de clase media y baja? De fondo, queda la duda: ¿y si lo que se busca es un fogonazo inflacionario que contribuya a licuar gasto público y la deuda emitida por el Banco Central?». El verbo está en boca de muchos economistas: que la inflación pulverice todo, los salarios, los presupuestos del Estado, las deudas.