La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP 28, ha llegado a su fin con un acuerdo que ha dejado fuera las posiciones más ambiciosas de “eliminación” de los combustibles fósiles. Emiratos Árabes Unidos, país que sustenta su economía en el petróleo, ha sido el anfitrión y ha hecho valer su presidencia, consiguiendo que el borrador consensuado sea mucho más descafeinado de lo que pretendía la Unión Europea (UE) y pedían todas las organizaciones ecologistas. No obstante, el texto acordado supone un avance.
Una “transición ara alejarse del carbón, el petróleo y el gas” para abandonar los combustibles fósiles de cara a 2050 es el máximo compromiso que ha emanado de la cumbre. Un compromiso vacío, un recorrido sin parámetros ni exigencias, como tantos dibujados con anterioridad. Más de cien Estados han pedido que el texto reflejase palabras reales, compromisos férreos que avanzasen hacia una eliminación real de los combustibles fósiles, pero la negativa de grandes países ha vuelto a dejar estéril las conclusiones de la ONU.
Los líderes buscan lo positivo del acuerdo y señalan que estamos ante la primera ocasión en la que los combustibles lesivos para el planeta se mencionan en una cumbre del clima. El texto reconoce la necesidad de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, para lo que se apunta a reducciones “profundas, rápidas y sostenidas” de las emisiones. Los objetivos delimitados establecen descensos del 43% para 2030 y del 60% para 2035 (ambas en comparación con los niveles de 2019), hasta alcanzar las emisiones cero en 2050.
Las 21 páginas de documento van más allá de los combustibles y llaman a triplicar la capacidad de las energías renovables de aquí a 2030 y duplicar el ritmo de eficiencia energética durante este periodo, compromiso que los países del G20 ya habían asumido. Además, se solicita una reducción sustancial de emisiones de otros gases, CO2 aparte, como el metano; instan a reducir paulatinamente los subsidios a los combustibles fósiles y acelerar la eliminación de las emisiones del transporte por carretera.
La cumbre ha sido presidida por el sultán Al Jaber, director de la petrolera Adnoc designado por el petroestado, lo que evidencia la realidad de la cumbre y ha generado críticas desde el comienzo. Con todo, el texto final es mínimamente más ambicioso que el borrador presentado el lunes, que recibió duras críticas de la UE por su debilidad. “Es la primera vez en la historia que se menciona así a los combustibles fósiles”, ha asegurado el saudí, añadiendo que esto es “una señal” del “comienzo del fin”.
Las asociaciones medioambientales lo tildan de insuficiente, pero mejor que lo que había hasta este miércoles. “Falsas soluciones que ni existen ni se las espera, una puerta peligrosísima. El texto es una cesión a los países petroleros”, ha valorado el responsable climático de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz. Las conclusiones no convencen una vez más y los expertos alertan que instar a avances difusos será insuficiente para combatir la crisis climática; sin embargo, grandes potencias mundiales no parecen dispuestas a renunciar a sus petrodólares y negocios multimillonarios basado en los combustibles fósiles.