Las ventas de cava siguen al alza y no hay nada que haga prever un cambio de tendencia estas últimas semanas del año. Dicho de otro modo: esta familia de vinos espumosos volverá a batir su récord de ventas en 2023. El Consejo Regulador del Cava calcula que, hasta septiembre, la denominación de origen ha vendido en torno a 170 millones de botellas, un 2,3% más de lo que llevaba el sector en el mismo momento del año pasado. Este porcentaje, completamente impulsado por la demanda nacional pese a que el 70% del cava se va al extranjero, es sensiblemente inferior a la tasa que se registraba el año anterior, pero esto es algo que se observa con absoluta tranquilidad.

«Si tenemos una buena campaña de Navidad nos acercaremos al 4% [de crecimiento, que es lo que se registró en 2022] y si no, nos quedaremos en este 2%», ha augurado el presidente de la Denominación de Origen (DO) CavaJavier Pagés. A su juicio, ni siquiera el incremento de precio del producto en línea con la inflación por segundo año consecutivo, frenará las ventas. «La sensación que tenemos es que la gente sale y consume, no veo que pueda haber ningún tipo de debacle», ha apuntado, dando por seguro otro año de récord de ventas, sin esconder que bien podría ser el último, por las posibilidades de crecimiento naturales del producto.

De hecho, al observar el panorama en función de la categoría, los datos de los tres primeros trimestres del año muestran una caída de las variedades de mayor categoría. En concreto, han salido un 1,8% menos de cavas gran reserva y paraje (aquellos que tienen una crianza de más de 30 meses en botella) y un 18% menos de cavas reserva (mínimo 18 meses).

En cualquier caso, Pagés relaciona esta caída con los cambios en la normativa que identifican lo que es un reserva y lo que no, que ha hecho que muchas de las bodegas agrupadas en esta DO pongan su producto al mercado etiquetado en una categoría convencional. «Esto no es malo, hacer más o menos reserva no es lo que nos preocupa, lo que quiero ver es como nuestros cavas van teniendo una percepción muy superior», asegura el presidente del consejo regulador.

A favor de este objetivo tiene, aunque parezca contradictorio, el contexto macroeconómico y la situación climática. La subida de precios en origen y en casi todas las partes de la cadena, por un lado, y la potencial falta de producto si las cosechas siguen perdiendo volumen, por el otro, podrían obligar a las bodegas a tener que administrar mejor su estoc a lo largo del año y, consecuentemente, acabar yendo a un público más dispuesto a pagar más por el producto.

Consumidor nacional

De momento, quien parece más inclinado a tirar del carro es el consumidor nacional. De nuevo según los datos hasta el noveno mes del año, las ventas en España han crecido un 7,6%, mientras que los envíos al extranjero se han mantenido prácticamente estáticos.

«Tenemos que mirar el contexto y la situación de las economías: la península ibérica destaca en Europa porque tiene crecimientos del Producto Interior Bruto (PIB) del 2%», apunta Pagés, que habla de avances de entre el 0% y el 1% o, incluso, retrocesos, en los países vecinos. «La economía está ralentizada, no está tan boyante como en otros momentos, pero a nivel nacional, la restauración, la hostelería y, evidentemente, el turismo, están tirando del consumo«, se explica el mismo.