Novak Djokovic se explayó en una entrevista realizada en el programa 60 minutos de la CBS norteamericana, en la que contó anécdotas de su extensa carrera profesional y, en especial, su relación con su gran rival de siempre, Rafa Nadal. Djokovic habló profundamente de todo cuanto le rodea en el tenis: su forma de ser, la animadversión que algunos aficionados le tienen, su carácter ganador y sus rivalidades en pista.
En el programa, el campeón de 24 grandes aseguró que una de las cosas que aprendió jugando ante Nadal era la necesidad de no encogerse desde el comienzo del enfrentamiento. Desde el propio calentamiento dentro de los vestuarios, cuando normalmente las cámaras las cámaras de televisión no muestran a los jugadores momentos antes de entrar a la pista. «Jugaba contra Nadal en Roland Garros y nuestros vestuarios estaban muy cerca. Intentábamos darnos espacio, pero el espacio no era muy grande. Cuando ves saltar a Nadal antes de salir a la pista y le ves corriendo por el pasillo cerca de ti… Podía escuchar hasta la música que sonaba en sus auriculares y eso ya me enfadaba«, confesaba. Ese enfado le hacía sentirse frustrado y, al mismo tiempo, un jugador inferior en pista, algo que terminaba pagando.
No se gusta cuando se enfada
El tenista balcánico, de 36 años, reconoce que no se gusta cuando se enfada en la pista, pero que le ayuda a soltar tensión. Consigue despejar su mente y entiende esos enfados como parte de su forma de ser. «No me gusta la mentalidad que veo en el deporte: ‘Piensa en cosas positivas, sé optimista, no hay sitio para el error y las dudas’. «Grito en la pista y soy capaz de recuperarme y reiniciarme«.
«Nuestros vestuarios estaban muy cerca, intentábamos darnos espacio, pero no eran muy grandes», afirma Djokovic
Y, dentro de esa forma de enfocar las situaciones tensas, asegura que también es una forma de demostrarle al rival que también está en pista. Djokovic cree que, en muchas ocasiones, si un jugador no es capaz de sacar a relucir su forma de ser, aunque sea con algunos exabruptos que le hacen sentir «vergüenza de mí mismo cuando los hago», termina por sucumbir ante el rival. Y eso, dice, es lo que aprendió de una derrota ante Nadal en Roland Garros.