Por fin. Tras seis empates en Son Moix, y tres partidos consecutivos de Liga en el recinto mallorquinista, ha llegado la primera victoria. De nueve puntos, los de Aguirre suman cinco que no es una cantidad para tirar cohetes, pero que en esta Liga, en la que cuesta horrores sumar suenan a música celestial.
La victoria tiene tres protagonistas principales, con diferentes escalas de mérito. Por encima de todo está Rajkovic. De no ser por la memorable actuación del portero serbio estaríamos contando otro empate u otra derrota. Cuatro intervenciones de gran mérito que desquiciaron a un Sevilla que se cansó de tener la pelota. En segundo término está Larin, quien, también por fin, después de casi 30 ocasiones de gol, acertó con la puerta contraria, en el primer remate del partido. Otra nefasta racha que pasó a la historia.
Con 80 minutos por delante, al Mallorca le tocó defender esa ventaja lograda gracias a su enérgica salida al campo, con presión adelantada, y casi suicida, que no pasó factura gracias al ya citado Rajkovic.
El tercer porqué del triunfo estuvo en el, esta vez, bendito VAR que anuló un gol al Sevilla que hubiera supuesto un mazazo, por mucho que Antonio Sánchez dispusiera de una clarísima ocasión al final. Es el fútbol moderno y sus sorpresas en forma de manos, brazos o codos que nadie ve.
Disfrutemos la victoria, pero para que no sea un espejismo hay que concienciarse que quedan muchas cosas por mejorar para sumar otras victorias. Y la primera ante el colista Almería.