Es tal la intensidad de intereses que se mueven en nuestro entorno que casi se puede decir que casualidades pocas -algunas hay- , que casi todo tiene una estrategia, una motivación, y creo que ya va siendo hora de bajarse del guindo y reconocer, aunque nos pese, que muchos logros políticos no se deben a la palabra, a la buena y excelente argumentación ni a la ideología que se profesa, sino a la presión, a la violencia, al afán de poder que no conoce límites, sirva de ejemplo el beneficio obtenido por el separatismo catalán, concretamente en la negociación con Esquerra Republicana, para conseguir que le perdonen a Cataluña una deuda de 15.000 millones de euros , que es un 20% de lo que debe Cataluña a España en denominado Fondo de Liquidez Autonómica. Una vez más se evidencia lo que ya decía nuestro maestro Quevedo de “Poderoso caballero don dinero”, aunque lo envuelvan en papel regalo de nacionalismo, separatismo. La pela es la pela, y el que venga detrás que se apañe. Cuenta Manuel Chaves Nogales en su fabuloso libro “Juan Belmonte, matador de toros” – se lo recomiendo para estas Navidades- , que la primera vez que toreó en Barcelona, allá por 1913, hizo un descubrimiento “descomunal “ que contaría a sus amigos de Triana , y “es que los catalanes sacaban el tabaco para ellos solos. En San Jacinto contaba estas cosas y no me las querían creer”. Más allá de la anécdota, con tantas limitaciones al tabaco y la nueva modernidad, supongo que ese hábito ya no arraigue.