En la actualidad nos encontramos ante una población que cree saber mucho sobre alimentación pero que se basa en teorías o creencias arcaicas.
Muchas ideas que al no venir de una fuente veraz, suelen ser bastante contrapuestas como puede ser el ayuno y las 5 comidas al día, ¿cómo pueden ser dos vías hacia la salud cuando son antagonistas?.
Mitos que persisten por la ausencia de educación nutricional y un exceso de información no científica que solo alimenta la desinformación y el desconocimiento.
La profesión de dietista- nutricionista es muy nueva si la comparamos con otras profesiones de salud como pueden ser enfermería o medicina ya que llevamos pocos años presentes y aún de forma insuficiente en la sanidad pública. Durante muchos años han sido otros profesionales los que han intentado cubrir las necesidades de la población en cuanto a alimentación, pero con falta de recursos ya que no están documentados ni capacitados para poder hacer un abordaje completo de las patologías o situaciones fisiológicas en las que se encuentren los/las pacientes.
La normalización del estrés laboral y/o familiar también fomenta que la población conviva con un estado de desnutrición, ya que alimentarse bien para la mayoría de personas, pasa a un segundo plano. Llegar a comer una vez al día por que no han tenido tiempo o sobrevivir a base de precocinados cada vez está más regularizado. Viven corriendo y sin priorizar su bienestar, dejando cada vez menos hueco a la importancia de nutrirse, olvidando que una alimentación optima no sólo previene la aparición de enfermedades si no que condiciona incluso su estado anímico.
Comer rápido además de fomentar en la mayoría de los casos una elección de productos poco nutritivos, va de la mano de una muy mala digestión con todo el malestar digestivo que le acompaña como sensación de pesadez, gases y una mejorable regularidad intestinal.
Las prisas y la aparición de nuevos productos procesados que les han hecho creer que “facilitan” el tiempo en la cocina, hacen que la población cada vez recurra más a estos productos no nutritivos que a su vez favorecen un mayor consumo de los mismos.
Por lo que conviven consumiendo productos poco nutritivos que fomentan su sensación de ansiedad y descontrol.
Nos encontramos ante una sociedad estresada, cansada y por supuesto triste que recurre al azúcar como presunto aliando para aportar ese placer y falsa sensación de bienestar que tanto anhelan a lo largo del día, por lo que es muy sencillo caer en un consumo excesivo de azúcar. Esta droga de nuestro siglo, suele estar más al alcance en zonas de trabajo como máquinas expendedoras, zonas de paso como gasolineras… favoreciendo su consumo e incrementando la presencia de un bucle de tristeza, azúcar ausencia de autocuidado.
Otro gran problema es asociar cuidarse como sinónimo de privación de disfrute de la comida, de castigo, de dejar de sociabilizar, entendiendo que comer rico nunca es comer sano.
Siguen llegando pacientes a consulta que no pueden creer que puedan cumplir sus objetivos si no hay una restricción y un sufrimiento que le acompañe. Nos hemos olvidado de que la alimentación es un medio más hacia el bienestar y la salubridad.
Personas que aún creen en la efectividad de las dietas milagro o dieta de cajón no personalizadas, primando la rapidez a la durabilidad del cambio.
Aprender a comer puede verse reflejado en una persona diabética que no evita el plátano o la patata porque ya sabe que es una creencia obsoleta, si no que evita echar azúcar a su café. También es una persona que desde que sabe cómo alimentarse, duerme mejor, va al baño todos los días, ya no toma pastilla para el colesterol o la hipertensión. También es una persona que no recurre al producto quema grasa, que no hace ayuno forzado y que disfruta sin culpa de una comida familiar donde no ha elegido las opciones a comer ese día. Es una persona que no usa laxantes, batidos detox ni compensaciones de ningún tipo.
La educación nutricional evita restricciones y/o prohibiciones ya que esto únicamente genera rechazo y un sinfín de intentos fallidos que crea en los/las pacientes una errónea sensación de fracaso e ineptitud. Todas las personas son capaces si cuentan con las herramientas adecuadas.
Entender que todas las dietas restrictivas están condenadas a fracasar ya que nadie sería capaz de mantenerlas en el tiempo sin poner en riesgo su salud mental es muy importante.
Cuestionarse qué comemos, cómo y por qué supone un esfuerzo mayor a la rapidez que prometen las dietas milagro, pero suponen un camino sin retorno hacia la salud, evitando de nuevo la desesperación y la vulnerabilidad de caer ante cualquier promesa nociva para su salud.
Pero todo esto no lo pueden adivinar y va de la mano de un proceso de aprendizaje acompañándose de su dietista- nutricionista que desde el respeto a sus gustos y sus costumbres le guíe en el camino de mejora, fomentando la obtención de recursos, sin seguir la pauta estandarizada del papel que sigues sin saber por qué.
Toda esta desinformación y ausencia de educación nutricional fomenta que nuestra población siga siendo vulnerable a falsas creencias y problemas de salud.
Susana Llamas
Nutricionista de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea de Canarias