Las empresas han iniciado el camino irreversible de la sostenibilidad en sus procesos productivos, una transformación que viene impuesta por las instituciones públicas pero también por la necesidad de reducir el impacto de la crisis climática y la disminución de la huella de carbono del tejido empresarial. Empresas señeras de Canarias -Domingo Alonso Group, Satocan, Canaragua y Astican- trabajan las estrategias sostenibles en sus organizaciones y cadenas de valor desde hace unos años, con acciones que ven como una «oportunidad» para modernizar y transformar su funcionamiento. Pero la sostenibilidad requiere también de inversiones y de un apoyo financiero que CaixaBank ofrece como entidad referente en todo el territorio nacional y un asesoramiento especializado en sostenibilidad, no solo para las grandes empresas sino también para las pymes canarias.
En la mesa de expertos Sostenibilidad como clave de éxito empresarial, organizada por Prensa Ibérica y patrocinada por CaixaBank, Andrés Guerra, director comercial de Banca de Empresas de la entidad en Canarias, resaltó los nuevos planes del banco para financiar proyectos empresariales vinculados a la sostenibilidad, pero también priorizó el papel de asesoramiento a aquellas empresas que lo demanden. «Ayudamos y asesoramos a nuestros clientes pero también fomentamos e incentivamos las inversiones destinadas al objetivo de la sostenibilidad medioambiental pero también social, queremos ayudar a las empresas para que vean estos cambios no como una amenaza sino como una oportunidad», sostiene Guerra.
CaixaBank ha destinado 64.000 millones de euros a financiar acciones verdes y sostenibles del tejido productivo gracias a su presencia en todo el país y por sus mayores cuotas de penetración en los sectores económicos, lo que le confiere la «responsabilidad» de «estar al lado de las empresas, poder asesorarlas, respaldar desde la banca la financiación de las inversiones y participar también en algunos proyectos sostenibles», añade Andrés Guerra.
La sostenibilidad es un proceso que está presente en el día a día de las empresas, con cambios que no solo afectan a la producción, sino también a la organización interna y a la vertiente social. Adrián Santana, técnico de Seguridad Industrial y Medio Ambiente de Astican, señala que «la sostenibilidad era la gran desconocida pero hoy en día la tratamos de tú a tú y forma parte ya de la estrategia de la empresa, la normativa es cada vez más exigente lo que nos obliga a ir al día en la modificación de los procesos productivos, la organización de la empresa y el trabajo con la industria auxiliar del Puerto, que es nuestra mano de obra».
Angélica Santana, técnica de sostenibilidad de Domingo Alonso Group, ve las políticas sostenibles también como una «obligación» por la fuerte regulación que existe en el sector de la automoción, lo que conlleva a que «si no nos adaptamos nos quedamos atrás y desaparecemos». Por eso el grupo empresarial «analiza tendencias» para traer a Canarias las innovaciones tecnológicas del sector y desarrollar nuevas oportunidades de negocio en las Islas. Para Santana «el cambio organizativo es cultural», de tal forma que se integra en el ADN de la empresa y cuando se aborda una nueva actividad o acción se consulta con el departamento de sostenibilidad para saber el alcance de su impacto y tomar medidas sostenibles correctoras. «Siempre buscamos que el impacto sea el menor posible, pero aún queda mucho por hacer», subrayó.
Isabel Schmunkamp, responsable del área de Sostenibilidad del grupo Satocan, destaca la «oportunidad» que supone la sostenibilidad tanto en los distintos sectores en los que trabaja el grupo empresarial, como en la gobernanza y en la parte social. Por ello se buscan nuevas modalidades de negocio y nuevas oportunidades en Canarias y también en el exterior. «Intentamos ir un paso por delante y de qué manera son viables las nuevas oportunidades que se nos brindan en Canarias», añadió.
Rafael Herrera, director de Sostenibilidad de Canaragua, cree que la estrategia sostenible es una «necesidad»: «La ciudadanía y nuestros clientes lo demandan, las empresas son también responsables con el entorno y el legislador establece las reglas del juego e impone cambios, por lo que la empresa que no se suma a este carro está abocada a desaparecer». Canaragua entiende que el tejido productivo es también un agente social y como tal debe hacer frente a la crisis climática. La empresa del sector del agua tiene un comité de desarrollo sostenible que abarca a toda la empresa de arriba a abajo y a las decisiones estratégicas que se adoptan en los procesos de producción.
Desde CaixaBank, Andrés Guerra incide en que el «rol» de la banca es ser «dinamizadores» y «facilitadores» de las inversiones necesarias para que las políticas medioambientales y descarbonizadoras de las empresas sean una realidad. De hecho, la entidad financiera es consciente de que se trata de un proceso imparable, por lo que en su nueva estrategia de respaldo a este tipo de iniciativas también se va a incentivar con unos costes de financiación más asumibles para las sociedades mercantiles.
Guerra pone especial énfasis en la ayuda y asesoramiento que ofrece la entidad a las pymes y a aquellas empresas que desconocen los entresijos de la sostenibilidad y de qué manera pueden introducirlos en su producción. «Es preciso involucrar a toda la organización, hacer un uso inteligente de los recursos sin perder de vista que el giro debe tener un periodo de transición para no poner en riesgo la viabilidad del negocio y de los puestos de trabajo», señala el representante de CaixaBank. Por ello también es necesario sumar a los clientes y a los proveedores a la cadena de valor y establecer alianzas entre sectores, con otras empresas y el resto del tejido productivo como elemento clave en el desarrollo de las políticas sostenibles.
Con el progresivo desarrollo de las estrategias sostenibles el futuro se presenta «a distintas velocidades», sostiene Andrés Guerra, por lo que defiende una transición en transformación sostenible en la que no todos los sectores y empresas pueden ir a la velocidad que se le quiere imprimir a las acciones económicas verdes. «Si te pasas de frenada pueden cerrar industrias y ahí está el ejemplo de Alemania, hay que modular la velocidad en función de la capacidad de las empresas porque si se pierden puestos de trabajo habrá sostenibilidad económica pero no social», advierte Guerra.
Los representantes de las empresas se muestran expectantes ante lo que está por venir. En el ámbito naval, Adrián Santana cree que el «punto de inflexión» será cuando se decida el combustible por el que se va a apostar para los barcos del futuro, lo que supondrá una inversión muy importante. «Es un tren que no va a parar y debemos prepararnos», señala.
En el campo de la automoción, Angélica Santana ve que los cambios aún van «muy lentos» pero que la regulación «avanza y mete prisa», por lo que a veces las empresas «nos vemos entre la espada y la pared». Por ello Domingo Alonso Group busca «oportunidades de negocio» para «estar preparados cuando llegue la transformación» y pone como ejemplo el coche eléctrico, que ha pasado de ser la principal tendencia en el cambio sostenible de los vehículos a ocupar un lugar más secundario frente a un futuro que se abre hacia el hidrógeno y a los combustibles sintéticos.
Rafael Herrera, de Canaragua, cree que la respuesta a la crisis climática debe ir más allá, donde no solo se afronte la problemática actual sino que se vaya por el camino de la «orientación regenerativa» con investigación e innovación «en soluciones basadas en la naturaleza».
Isabel Schmunkamp, de Satocan, cree que la adaptación viene también de las exigencias de los clientes y la necesidad de alianzas: «O vamos de la mano o no reducimos la huella de carbono».