La sociedad aborigen de las Islas Canarias se dedicaba principalmente a la ganadería, lo que impulsó su notable destreza en el manejo del ganado. Con la ayuda de un palo de entre 2 y 4 metros, los pastores podían recorrer montañas y barrancos de gran desnivel al ritmo de sus cabras.
Esta habilidad sorprendió mucho a los conquistadores y a sus cronistas. En el siglo XIX, cuando el archipiélago empezó a convertirse en un destino turístico y en Europa se puso de moda la literatura de viajes, fueron muchas las menciones sobre las extraordinarias tradiciones de las Islas Canarias.
Cautivar culturas con las mismas tradiciones
Muchos de los relatos de viajeros europeos nombraron el salto del pastor. Y es que, cuando el inglés Charles Edwardes en 1888 presenció esta práctica dijo: “El campesino siempre lleva su lanza, un largo palo de madera acabado en punta para poder descender al fondo de los precipicios de las islas como en la de La Palma, una de las más montañosas y abruptas”.
A su vez, esta práctica también sorprendió a la escritora Olivia Stone, autora del libro de viajes sobre las Islas Canarias más conocido de esa época. Ella destacó que la técnica que utilizaban los pastores para brincar por encima de las rocas con una pértiga sería imposible de conseguir para cualquier persona en circunstancias normales.
¿Palo o pértiga?
El salto del pastor es una técnica utilizada en varias de las Islas, pero lo más curioso es que el palo recibe un nombre distinto en cada una de ellas. Así lo recoge el informe que declara la práctica como Bien de Interés Cultural: “lanza” en La Palma, “astia” en El Hierro, “asta” en La Gomera, lanza, “palo” o “regatón” en Tenerife, “garrote” en Gran Canaria y “lata” en Fuerteventura y Lanzarote. Otra peculiaridad es que la madera más empleada es la de pino canario y la longitud de la pértiga cambia en función de los desniveles de cada isla.
Era una práctica habitual en las Islas Canarias para controlar al ganado mientras pastaba
Al extremo del palo, se le añade una punta metálica afilada para que éste se agarre mejor al suelo. Eso sí, la incorporación del metal es relativamente nueva, ya que los aborígenes colocaban una pieza de hueso.
Brincar al puro estilo canario
El salto del pastor era una práctica habitual para controlar al ganado mientras pastaba, pero también tenía su lado lúdico en el que se ponían en práctica destrezas deportivas y demostrativas. Se organizaban competiciones para dar a conocer al pastor que mejor saltaba a través de juegos como “pasarse la lanza”, “hacer la bandera” o “la vuelta del pastor” o saltos de precisión como “el salto del enamorado” o “el salto de la moneda”.
El más llamativo es “el salto a regatón muerto”, el cual consistía en dejarse caer desde alturas que pueden duplicar la longitud del palo sin apoyarlo sobre el suelo en el momento de brincar. En la actualidad, a los colectivos que practican el salto del pastor de forma lúdica se les llama “jurrias” y están agrupados en la Federación de Salto del Pastor Canario.
Un lugar único
Más allá de una práctica ancestral para los que se dedicaban antiguamente a la ganadería, hoy en día en las Islas Canarias siguen realizándose trabajos que ya no hace nadie más, lo que hace de este archipiélago un lugar único. Algunos son conocidos mundialmente, pero otros aún se conservan como secretos. Y es que, son profesiones que solo existen en Canarias y que son la seña de identidad de las islas.
Profesiones de historia
¿Dónde, si no, podemos conocer a alguien que se dedica profesionalmente a silbar? ¿O a alguien que se define como guarapero? Estas son algunas de las profesiones que solo se encuentran en Canarias, además de guachinchero, molinero de gofio o recolector de cochinilla. De hecho, algunas de ellas estarían en vías de desaparición si no fuese por el empeño de unos cuantos románticos que desean que las tradiciones sigan haciendo historia de este lugar.