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Biocombustibles, la energía del futuro que ya mueve motores

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La movilidad con combustibles renovables ya es una realidad. Residuos como el aceite de cocina usado o los desechos agrícolas y ganaderos hacen posible fabricar biocombustibles, capaces de reducir hasta en un 90% las emisiones de CO2 respecto a los combustibles tradicionales.

El diésel de los camiones, el queroseno de los aviones o el gasoil de los barcos ya se puede reemplazar por los denominados biocombustibles, lo cual abre enormes posibilidades a la hora de descarbonizar sectores difíciles de electrificar con una fuerte dependencia de los combustibles fósiles.

Pero ¿todos los biocombustibles se producen a partir de residuos? No, los biocombustibles de primera generación (1G) provienen de cultivos agrícolas como la caña de azúcar, la remolacha o la melaza, cereales como el trigo, la cebada o el maíz, o aceites como la colza o la soja. Solo los de segunda generación (2G) se fabrican a partir de residuos orgánicos, como aceites usados de cocina, deshechos agrícolas o ganaderos o biomasa forestal, entre otros.

De primera o de segunda, la clave está en que estos combustibles tienen una naturaleza química similar a los combustibles tradicionales y pueden emplearse en los motores actuales de cualquier medio de transporte.

Movilidad sostenible por tierra, mar y aire

Cuando hablamos de transporte no debemos poner el foco sólo en la movilidad terrestre, sino también en sectores como el aéreo o el marítimo. Los objetivos de reducción de emisiones tanto de empresas como de gobiernos pasan por la descarbonización de todos los sectores sin excepción, pero con el foco puesto especialmente en la movilidad, ya que, actualmente, las emisiones provocadas por el transporte representan alrededor del 25 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la Unión Europea (UE).

Precisamente para abordar esta cuestión, la Comisión Europea ha planteado un paquete de medidas llamado ‘Fit for 55’, que consiga reducir las emisiones contaminantes en las próximas décadas y alcanzar la neutralidad climática en 2050. Dentro de este plan se incluye la iniciativa REFuelEU Aviation, cuyo objetivo es impulsar la descarbonización de la aviación en la UE por medio de la utilización de combustible sostenible de aviación (SAF), alcanzando un uso del 2% en 2025, del 5% en 2030 y del 70% en 2050.

En este campo, son muchas las compañías que trabajan para anticiparse a la normativa. Es el caso de Cepsa, que, además de firmar alianzas para la investigación y producción de SAF con aerolíneas como Iberia, TUI, Vueling o Air Europa, ya ha realizado diferentes pruebas. Entre ellas, una acción pionera en el aeropuerto de Sevilla, desde el que más de 200 vuelos despegaron el año pasado con un 4,5% de SAF en sus depósitos. Asimismo, más recientemente, se haya convertido en la primera compañía energética en comercializar SAF en cinco de los principales aeropuertos españoles: Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Málaga y Sevilla.

El transporte marítimo también está entre los sectores en los que Cepsa está trabajando para impulsar la descarbonización a través de los biocombustibles, en línea con el mandato de Europa. En la iniciativa FuelEU Maritime, la UE persigue reducir la intensidad de emisión de gases de efecto invernadero en el transporte marítimo un 2% en 2025, un 6% en 2030 y un 80% en 2050, comparado con los niveles de 2020, mediante el uso de combustibles renovables y medidas de eficiencia energética. La compañía, además de realizar la primera prueba piloto de España en un buque, suministró este verano biocombustible suficiente para realizar en el estrecho de Gibraltar 84 viajes en ferris de la Naviera Armas Trasmediterránea. Los barcos partieron desde el Puerto de Algeciras con hasta un 15% de diésel renovable en sus tanques, adelantándose a los objetivos europeos.

El compromiso de Cepsa

Dentro de su estrategia a 2030, Positive Motion, Cepsa aspira a liderar la fabricación de biocombustibles en España y Portugal a lo largo de esta década. La compañía prevé contar con una capacidad de producción de 2,5 millones de toneladas anuales de biocombustibles, de las que 800.000 serán de SAF, cantidad suficiente para sobrevolar 2000 veces el planeta.