Naturalmente que uno tiene derecho a defenderse si es atacado. Todo el derecho del mundo. A defenderse, a castigar a los agresores, a tomar todas las medidas necesarias que les quiten las ganas de volver a hacerlo y que, en todo caso, impidan nuevos ataques en el futuro. Y más si se trata de terroristas sanguinarios que han cometido crímenes execrables contra mujeres y niños indefensos. ¡Faltaría más! Y hay que hacerlo sin piedad para los asesinos pero dentro de normas que respondan a la proporcionalidad que demanda el derecho internacional, y al derecho humanitario que exige no infligir castigos inhumanos y no hacer pagar a inocentes por barbaridades que no han cometido.