Este viernes, como todos los 8 de diciembre desde 1857, Día de la Inmaculada Concepción, la romana Piazza de Spagna se engalanó en honor a la patrona de España y hasta allí acudió el Papa para rendir pleitesía. Todavía mermado por la bronquitis que durante semanas ha lastrado su agenda, Francisco abandonó por unos minutos la silla de ruedas que ya lo transporta y se acercó a los pies de una Virgen que, a unos 18 metros de altura, lucía florida. Allí depositó en ofrenda una corona y rezó por la paz para el «pueblo ucraniano, el pueblo palestino y el pueblo israelí» y por «las mujeres víctimas de violencia».

Acto seguido, Jorge Mario Bergoglio caminó hasta la fila de autoridades presentes y saludó cariñosamente a Isabel Celáa (Bilbao, 1949), embajadora de España ante la Santa Sede. También al resto de la delegación española. «Tiene una relación muy fluida con el Papa», aseguran a EL ESPAÑOL fuentes de la Embajada. El Palacio Monaldeschi, donde se ubica el centro diplomático y la residencia de Celáa, ocupa uno de los flancos de la plaza, cerca de la Barcaccia de Bernini y frente a la columna mariana.

Desde ahí, gracias a su «gran trabajo», según subrayan las fuentes vaticanas y de la Embajada consultadas, la exministra de Educación y Formación Profesional —cargo que ostentó durante tres años exactos, entre julio de 2018 y julio de 2021— ha revertido la imagen que se granjeó como artífice de la LOMLOE, la conocida como Ley Celáa

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Promulgada en diciembre de 2020 y en vigor desde el 19 de enero de 2021, la LOMLOE provocó una amplia oleada de indigación entre los sectores conservadores de la sociedad española. Este martes, tras conocerse los datos escolares del informe PISA en el primer año completo con la ley en vigor (2022), las sospechas sobre la norma volvieron a brotar. La Ley Celaá empeora los resultados de los alumnos españoles en Matemáticas y Lectura, España sigue cotizando a la baja a nivel educativo y las recetas de la bilbaína no parecen la solución.

Pero las críticas resuenan lejanas para Celáa, más pendiente de la prensa italiana, volcada en su trabajo diplomático. En enero, hará dos años desde que aterrizó en Roma. Los «recelos» de la curia vaticana eran palpables. Si bien se trata de una mujer creyente y practicante, de misa dominical, su trabajo como ministra se saldó con una herencia educativa especialmente lesiva para los intereses de la Iglesia Católica.


Doña Sofía e Isabel Celáa durante el entierro de Benedicto XVI en el Vaticano, el pasado 5 de enero de 2023.

Stefano Spaziani

EP

La Conferencia Episcopal lamentó «todos los obstáculos y trabas que se quieren imponer a la acción de las instituciones católicas concertadas». Un malestar que se tradujo en la calle, aún en plena pandemia. El 22 de noviembre de 2020, ríos de coches colapsaron las principales arterias de más de 50 ciudades de España. El entonces líder del PP, Pablo Casado, y el de Vox, Santiago Abascal, hicieron bandera de la libertad de los padres para elegir centro educativo. Los colegios católicos engalanaron sus fachadas con lazos naranjas durante meses. Celáa se convirtió en el centro de la diana de la oposición.

Sin embargo, y como aseguran fuentes de la Embajada a este periódico, la exministra «entró muy bien al Papa desde el primer momento». Era consciente de que llegaba a Roma «con una imagen muy tocada frente a la Iglesia, precisamente por la ley [de Educación], por eso trabajó desde el primer minuto por redimirse». «Si Paco Vázquez fue el hombre que reformó de arriba abajo la Embajada y que la convirtió en un espacio cultural notable, Isabel Celaá ha retomado esa herencia«, siguen las fuentes.

Roma, el «premio» de Sánchez

Isabel Celáa es catedrática de Lengua y Literatura Inglesa y está licenciada en Filología por las universidades de Deusto y Valladolid. Veterana militante socialista, comenzó su carrera política en 1987, como responsable del gabinete del consejero de Educación del País Vasco José Ramón Recalde, asesinado por ETA en el 2000. La misma suerte que, ese mismo año, corrió su gran amigo Fernando Buesa.

Con Patxi López como lehendakari, fue consejera de Educación del Gobierno vasco durante tres años (2009-2012). Tras prosperar la moción de censura que echó a Mariano Rajoy del Palacio de la Moncloa, Sánchez confió en ella la cartera de Educación y, más tarde, la portavocía del Gobierno. Sacar adelante la LOMLOE supuso un desgaste político insuperable. Como ha podido saber EL ESPAÑOL, fue ella misma quien solicitó a Sánchez el puesto que ahora ostenta

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El presidente del Gobierno tuvo que debatirse entre ella y otro ministro que también lo pidió. Se decidió por la vasca. «Pedro Sánchez sabe que es de las personas más fieles y más trabajadoras que ha tenido, y le interesa tener a Isabel Cela allí. Es católica prácticante y, además, en el mejor de los sentidos, una persona exquisita», cuentan sobre la embajadora quienes tratan con ella. La Embajada fue el «premio» a su trabajo. «Pese a ser muy católica, es muy fiel a la voz de su amo», acotan.

En Roma, Celáa reporta periódicamente su trabajo al Gobierno de Sánchez. «A parte de estar al tanto y a la última de todo lo que vaya pasando en el Vaticano y facilitar los reportes habituales, está muy atenta a cómo puede el Gobierno gestionar y hacerse con algún edificio o con parte del patrimonio de la Obra Pía«, desvelan otras fuentes en Roma. «Se rumorea que hay cierto interés por parte de Sánchez para de, alguna manera, a través de una artimañana de las suyas, quedarse con parte de ese patrimonio de la Iglesia», añaden.

«Celáa es la mujer perfecta para llevar a cabo la Operación Obra Pía«, siguen. No en vano, la Embajada de España ante Italia, ubicada en el Palacio Borghese y con un coste altísimo en concepto de alquiler, se prepara para trasladarse a otro edificio. Todavía en obras, la nueva sede es una antigua propiedad de la Obra Pía que se levanta en la mismísima Piazza Navona

Una «vida normal» junto a su marido

Isabel Celáa lleva una «vida normal» en Roma junto a su marido, José Ignacio Aspichueta Larruscain, extrabajador del sector energético y con el que tiene sus dos hijas. Todos los días, en torno a las siete de la tarde, una vez terminado el trabajo propio de sus funciones, el matrimonio emprende una larga caminata por el centro de la ciudad a «buen ritmo». ¿Estilo Rajoy? «Eso es», estiman las fuentes sobre el conocido trote presidencial. 

Además, en la Embajada, es «mejor anfitriona que Isabel Preysler» y está «reactivando» la parte más cultural de la embajada para conseguir que sea un «verdadero laboratorio de ideas». Además, también ha mejorado «la propia estructura de la embajada» y su patrimonio, restaurando un antiquísimo belén que allí había. «Está promoviendo mucho el tema de la mujer a través de muchos actos culturales», añaden las fuentes de la Embajada. 

Isabel Celáa, embajadora de España ante la Santa Sede,  y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en noviembre de 2018.


Isabel Celáa, embajadora de España ante la Santa Sede, y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en noviembre de 2018.

EFE

«Igual que el 400 aniversario de la embajada le pilló con el pie cambiado y sin capacidad de organización a Carmen de la Peña [su antecesora, diplomática de carrera, pero muy cuestionada]; Isabel Celáa reactivó en el último tramo del año todo el evento llevando al Asador Donastiarra a Roma, que causó gran sensación», continúan desde la Embajada. «Y tira mucho de patrocinios, para no ser tachada de gastona», justifican.

La exministra trata con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, con el sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, Edgar Peña Parra, y con Paul Richard Gallagher, el secretario para las Relaciones con los Estados dentro de la Secretaría de Estado.

¿Algún error considerable? «El 5 de enero, durante el entierro de Benedicto XVI», acuerdan las fuentes consultadas. Celáa tuvo un error de protocolo «de bulto» por su etiqueta. La exministra fue a recoger a Doña Sofía al aeropuerto y desde allí se dirigieron directas a la capilla ardiente de la Basílica de San Pedro. Celáa no tuvo tiempo de cambiarse un plumífero sport. «Ella misma se llevó las manos a la cabeza, porque se fue consciente de que había metido la pata en el ámbito del protocolo con él», aseveran las fuentes contactadas.