La baraka es una especie de bendición que recoge el misticismo del Islam. Una protección divina que fluye de la divinidad y que puede alojarse en objetos, lugares o personas. En Vitoria, a la UD, a través de Pimienta se le presentó la baraka para sacar tres puntos bajo un asedio continuo de ocasiones del Alavés y que la lógica deportiva no sabría cómo explicar muy bien.

Pimienta se refugia en que «a más trabajo, más suerte». Pero habría que ver si puede ser capaz de trabajar que Samu Omorodion falle dos ocasiones clarísimas de gol, sólo delante de Valles, o bien que el VAR le anule dos tantos al jugador cedido por el Atlético de Madrid por ligerísimos centímetros. Baraka.

Ya cuando el delantero del Alavés ramató por fuera de los tres palos cuando Abde le mandó un centro con guante blanco desde la banda. La semilla de la suerte empezó a germinar en la escuadra amarilla, porque era de esas jugadas inexplicables por la forma en la que remató el punta estrella de la selección española sub-21.

Era el minuto 5 y el plan de Luis García Plaza iba a vislumbrarse fácil. Balones en largo a la espalda de Mika Mármol y Coco para torpedear la defensa adelantada de Las Palmas.

Esa misma línea que empieza con Valles lejísimos de su portería y que en las últimas jornadas algún rival que otro esté intentando batir desde el centro del campo como hizo la pasada temporada Roberto López con el Mirandés.

La baraka evitó que contra el Getafe el lanzamiento de Damián Suárez desde 45 metros no fuera gol por poquito; ayer fue Antonio Blanco al comienzo de la segunda parte al que se le marchó cerca del palo con el de La Rinconada reculando como podía.

Anteriormente el guardameta se calzó la capa de superhéroe para colocar la rodilla justo en el espacio necesario para blocar un tiro de Omorodion, que no paraba de encontrar las grietas entre los centrales y laterales de la UD. Baraka.

Pero si de fortuna se trata hay que extraer dos jugadas del joven delantero del Alavés que le provocaron las lágrimas al final del partido. Porque el VAR le anuló dos goles después de que la puntería que le faltó al comienzo del partido sí la tuviera calibrada. Pero por milímetros. Baraka.

La secuencia de acciones propicias para los intereses amarillos dejaron una mano de Marvin en el área que no se sancionó con penalti porque vino precedido de un rechace de su cuerpo; que Valles parara un tiro en el 83’ y posteriormente Kirian evitara el empate poniendo su pecho ante el fuselaje babazorro; que Araujo sacara con la cabeza un remate de Kike que se colaba en la red insular en el 87’ y que un tiro de Álex Sola contactara con la yema de los dedos de Valles para terminar estrellado en el palo en el 91’. Baraka.

Pimienta se acordó de la justicia divina cuando Kirian anotó su primer gol en Primera frente al Granada sobre la bocina y cuando jugaba la UD con uno menos. El técnico entendía que el fútbol le debía puntos por la superioridad mostrada ante la Real Sociedad sin poder marcar, o haber perdido frente a Valencia y Girona cuando los duelos llegaban a su hora final y producto de jugadas aisladas.

Situación parecida le ocurrió a Las Palmas frente al Betis hace tres jornadas atrás en la que unVieites descomunal evitó el empate amarillo. En el Villamarín, Munir fue Omorodion y ante los remates de Las Palmas en el tramo final, la fortuna no se le presentó.

Si a la UD le debía algo el fútbol se lo devolvió con creces ayer la baraka de Pimienta. La que le acompañó en este viaje por la Península y que también sirvió para ganar al Tudelano en Copa.