Un poderoso grito de rabia y esperanza se ha apoderado este sábado de la cumbre del clima de Dubái. Se trata de la primera manifestación masiva convocada dentro del recinto que en estos momentos acoge una de las negociaciones más importantes de la historia para frenar el avance de la crisis climática. «Lo que se está discutiendo en estos pasillos podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte para millones de personas en todo el mundo», ha clamado una de las activistas que encabezaba la marcha. Su grito, secundado por casi mil manifestantes, era claro: «No podemos seguir discutiendo sobre matices. No podemos conformarnos con compromisos ambiguos. Los combustibles fósiles son armas de destrucción masiva y necesitamos acabar con ellos cuanto antes».
La marcha de este sábado, convocada por organizaciones del sur global, ha destacado por la fuerza de sus gritos pero también por sus poderosos silencios. La protesta ha arrancado con un canto al unísono a favor de la justicia climática. Poco después, una de las manifestantes ha reclamado un minuto de silencio por las víctimas de la crisis climática. «Por los que ya no están. Por los que han muerto por esta crisis. Por los que están sufriendo los efectos más devastadores del caos climático», ha clamado ante cientos de manifestantes que, en respuesta a su voz, se quedaron inmóviles y cabizbajos en señal de luto. Los activistas también han reclamado durante toda la marcha un alto al fuego en Gaza ya que, ante todo, «nuestra lucha siempre va a favor de los derechos humanos».
«Lo que se está discutiendo en estos pasillos podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte para millones de personas»
Durante la protesta, los manifestantes han clamado contra todos y cada uno de los debates que ahora mismo protagonizan la cumbre del clima. En respuesta a la discusión sobre los planes de reducción de emisiones, por ejemplo, una pancarta preguntaba «cuántos muertos más vamos a necesitar antes de entender que estamos ante una emergencia». En cuanto al debate sobre cómo financiar las pérdidas y daños del caos climático en el sud global, una manifestante coreaba un cántico pidiendo «una compensación justa» por «estar sufriendo los efectos más devastadores de una crisis que no hemos provocado». También han habido decenas de pancartas reclamando el fin definitivo del petróleo, el gas y el carbón, considerados los grandes «asesinos del planeta».
«Los culpables están aquí»
La manifestación, convocada en una de las grandes avenidas que preside el recinto de la cumbre, ha acabado captando la atención de cientos de diplomáticos que deambulaban por los pasillos de Dubái. «Los culpables de esta crisis están aquí entre nosotros. Hagamos que escuchen nuestra voz. Que entiendan que con lo que se decida en esta cumbre nos estamos jugando la vida», clamaba una de las manifestantes aludiendo, entre otros, a los balances que apuntan a que en este encuentro habría al menos 2.500 representantes de la industria de los combustibles fósiles. «Los grandes contaminadores deben pagar por esta crisis. Sus beneficios son a costa de nuestras vidas y del planeta», añadió otra activista.
Durante la protesta se han oído los poderosos cánticos de pueblos indígenas. Rezos a «la madre tierra» y a los «dioses del viento» para que guíen las decisiones de esta cumbre. Pancartas reclamando el fin de las desigualdades sociales que, hasta ahora, han justificado la pobreza, el sexismo y la crisis climática. También se han podido ver activistas manchados de petróleo sosteniendo enormes sartenes entre sus manos y jugando con enormes globos que representaban el planeta tierra. Incluso ha habido un manifestante que se ha disfrazado de Pikachu para clamar a favor de la transición energética hacia las energías renovables.
La de este sábado ha sido la primera manifestación masiva de la cumbre
El grito de este sábado es prácticamente el único que ha sacudido esta cumbre del clima. Este año, a diferencia de otros encuentros, la presencia de manifestantes ha sido mucho más escasa. Según denuncian varias plataformas ecologistas, la organización de este evento ha vetado a los rostros más polémicos (o disruptivos) del movimiento a favor de los derechos del planeta. Dentro del recinto que acoge la cumbre, además, las protestas se han dado a cuentagotas y han sido de un tono mucho más moderado que otros años. De hecho, según normas de la presidencia de Emiratos Árabes, tan solo hay unos pocos rincones «habilitados» para protestas.