El frío ha llegado y con él las temidas facturas del gas. El cambio climático ha provocado que los veranos sean mucho más cálidos, por lo que en verano utilizamos más el aire acondicionado y en invierno tampoco podemos vivir sin calefacción. Esto hace que las facturas sean cada vez más caras. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), de media, los españoles se gastan 750 euros al año por casa en calefacción. El problema viene cuando no se tiene un buen aislamiento térmico en las viviendas y los españoles no pueden mantener sus casas a una temperatura adecuada.
En invierno el calor se ‘escapa’ de casa y en verano parece inundar cada rincón de casa. En España, el 60% de las viviendas se construyeron sin aislamiento térmico, esto implica que un 17% de la población afirme que no puede mantener su vivienda a una temperatura adecuada. Y no solo eso. Los efectos perjudiciales de las viviendas en mal estado son mayores de los que creemos. La falta de ventilación aumenta la humedad en el aire, lo que puede llegar a provocar un incremento en enfermedades respiratorias, sobre todo en niños y asmáticos.
«Las personas nos preocupamos mucho por el estado de nuestro coche. Si va bien o si hay que llevarlo a revisión, pero nos preocupamos menos por nuestra vivienda y el aislamiento térmico que tiene. Muchas veces no prestamos atención porque pensamos que la rehabilitación de la vivienda es un coste y no una inversión«, reconoce Cecilia Foronda, directora de Energía y Personas de ECODES.
Problemas de salud
Tener un aislamiento deficiente en los edificios tiene muchas más consecuencias de las que creemos. Como dice Foronda, «afecta no solamente a nuestro bolsillo, también a nuestra salud».
La falta de ventilación aumenta la humedad en el aire, lo que puede llegar a provocar un incremento en enfermedades respiratorias, sobre todo en niños y asmáticos
Un mal aislamiento térmico implica que en invierno las ventanas estén cerradas a cal y canto para evitar que entre aún más frío. Esta falta de ventilación, además de reducir la calidad del aire interior, supone un aumento de la humedad en el aire, que se deposita en las paredes frías y puede provocar la aparición de moho. Aumentan así las enfermedades respiratorias, asmas y bronquitis. De hecho, las personas que viven en edificios insalubres tienen un 40% más de probabilidades de padecer asma.
Mariano Pastor Sanz, presidente de la Federación Española de Asociaciones de pacientes alérgicos y con Enfermedades Respiratorias (FENAER), advierte que las «consecuencias son claras y pueden llegar a ser graves». Además, como explica Pastor, la mala calidad del aire o la humedad en espacios cerrados no solo afecta a las personas con asma o enfermedades respiratorias, las personas sanas también pueden sufrir asma como consecuencia. Por ello, indica, «es muy importante concienciar a la sociedad en general de la importancia de la calidad del aire interior. Pensamos mucho en el exterior, pero la realidad es que pasamos más del 80% del tiempo en espacios interiores».
Los colegios están mal aislados
Los colegios están en el punto de mira por su mal aislamiento térmico y por las consecuencias que causa en los pequeños. Según un estudio de RenOnBill, 9 de cada 10 profesores afirman que el aislamiento térmico del edificio en el que imparten clase es mejorable.
«Los niños van a clase, comen, tienen extraescolares… Algunos llegan a pasar incluso 8 horas en el colegio. Y en la mayoría no tienen buen aislamiento térmico. Se han llegado a registrar 34 grados dentro de las aulas. Esto afecta al rendimiento de nuestros niños y niñas. Afecta a la capacidad de prestar atención», apunta la directora de Energía y Personas de ECODES.
La investigación de RenOnBill muestra que los niños españoles pierden unos 94.000 días lectivos al año debido a la exposición a la humedad interior y al moho. Días en los que las malas condiciones de los colegios afectan a la salud. Los niños enferman, se resfrían o les da un golpe de calor. «En Canarias este mismo año prohibieron las clases por el calor y tuvieron que cerrar los colegios», recuerda Foronda que insiste en que «tanto el calor como el frío les acarrea enfermedades» y en ocasiones «no se puede ni dar clase por las condiciones».
Las reformas para mejorar la eficiencia energética resolverían muchos de estos problemas: generan ambientes interiores más secos y cálidos, mejoran la percepción de la salud propia, reducen los días de baja escolar o laboral, disminuyen las visitas al médico de cabecera y los ingresos hospitalarios por afecciones respiratorias. También reducen la incidencia del asma, la rinitis alérgica, la sinusitis y la hipertensión.
De hecho, lejos de ser un coste, cuenta Foronda que evitar la humedad interior y el moho que causa enfermedades, podría generar unos beneficios económicos acumulados de casi 1.900 millones de euros de aquí a 2060.
Negociaciones con la UE para rehabilitar edificios
Ahora, todos los ojos están puestos en la Directiva relativa a la eficiencia energética de los edificios (EPBD). Se trata de una norma de la Unión Europea que establece un plan de acción para rehabilitar los edificios europeos e implantar tecnologías como bombas de calor y paneles solares para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2050.
Tras meses de negociaciones sobre la Directiva de la UE relativa a la eficiencia energética de los edificios, este jueves se llega a la ronda final en la que se prevé una rehabilitación a gran escala de las construcciones públicas y privadas. Aunque ya se han acordado muchas disposiciones, incluida una flexibilización de los requisitos reales de rehabilitación, aún queda por fijar el nivel general de ambición. Los países, entre ellos España, tendrán que fijar el nivel total de ahorro energético que deberán alcanzar para 2030 y 2035.
Para Foronda, las negociaciones se han complicado porque el «nivel de ambición se está reduciendo». «Es muy importante que estos días el estado español, que ahora tiene la presidencia europea, trabaje para aumentar a instar a la ambición de la directiva para que se centren en rehabilitar el 25% de los edificios más ineficientes que normalmente son los habitados por las personas más vulnerables o en situación de pobreza», añade.
Mientras tanto… ¿Qué podemos hacer?
Aun así, la directora de Energía y Personas de ECODES recuerda que «actualmente ya existen ayudas de las comunidades autónomas para rehabilitar las viviendas» e insta a que los ciudadanos «vayan a las oficinas de rehabilitación para informarse de qué ayudas existen en su comunidad».
Mientras tanto, para conseguir mejorar la eficiencia de nuestros edificios y evitar la humedad, aconseja abrir las ventanas y utilizar deshumidificadores. Pero no solo eso, hay medidas de bajo coste que podemos implementar: el uso de cortinas y toldos, dobletes bajo puertas y bajar las persianas cuando cae la noche en invierno y cuando más radiación solar en verano.
Fenaer coincide en que estas medidas «no solo implican un avance en medioambiente, también en salud». «Como pacientes respiratorios, somos los primeros que queremos mejorar el aire, pero es muy importante concienciar a la sociedad de la calidad del aire interior y que sepan cómo ventilar, sobre todo en aquellas horas de menor contaminación», añade.