Con el fin de asegurar el cumplimiento del pacto, los investigadores del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU acordaron que era imperativo prevenir desastres climáticos significativos. Para lograr este objetivo, se estableció la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un rango del 40 al 70 por ciento para el año 2050, en comparación con los niveles de 2010, con la aspiración de alcanzar emisiones netas cero para el año 2100. Sin embargo, el acuerdo final del Acuerdo de París, que ha sido formalmente aceptado, va más allá al fijar un objetivo aún más ambicioso de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados. Para lograr esta meta ambiciosa, se requerirá que las emisiones alcancen niveles cero en algún momento entre 2030 y 2050.
Pero es el momento de analizar la realidad
El 30 de noviembre de 2018 comenzaba el principio del fin de las emisiones de los gases de efecto invernadero. En la misma fecha pero del año 1869 nacía Nils Gustaf Dalén, físico e ingeniero sueco, premio nobel de física, en 1874; también ese día nace Winston Churchil, primer ministro y escritor británico; en 1982 Michael Jackson presentaba thriller y en 1999, en Seattle, el movimiento antiglobalización fuerza la cancelación de la ceremonia de apertura del encuentro de una Organización Mundial del Comercio. Todos esos eventos han supuesto un antes y un después en la historia de la humanidad, pero sin duda, por su urgencia, el Acuerdo de París estableció un objetivo claro y ambicioso: limitar el aumento de la temperatura media global a menos de 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, con la aspiración de no superar los 1,5 grados Celsius. Este objetivo se basa en la sólida evidencia científica de que un calentamiento superior a este límite tendría consecuencias catastróficas para el planeta y sus habitantes.
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Y es que tanto entonces como ahora, el cambio climático es uno de los desafíos más urgentes y apremiantes que enfrenta la humanidad. Con el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global, era crucial que los países tomaran medidas significativas para abordar esta crisis global. El Acuerdo de París fue un hito en la gobernanza internacional del cambio climático, ya que logró el compromiso de 195 países para trabajar juntos en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y en la adaptación a los impactos del cambio climático. Además, estableció un mecanismo de revisión periódica para evaluar el progreso de los países y fortalecer sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático.
Avances en la implementación del Acuerdo de París
Por ser positivos, hay que decir que, desde la firma del Acuerdo de París, ha habido avances significativos en la implementación de sus disposiciones. Los países han presentado sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), que son planes detallados sobre cómo cada país reducirá sus emisiones y cómo se adaptará a los impactos del cambio climático. Estas contribuciones son clave para alcanzar los objetivos del acuerdo. Además, se ha avanzado en la movilización de fondos para apoyar a los países en desarrollo en la implementación de acciones climáticas. El Fondo Verde para el Clima, establecido en el marco del Acuerdo de París, ha comprometido miles de millones de dólares en financiamiento para proyectos de mitigación y adaptación en países en desarrollo. Pero ¿todo esto es suficiente?
Los desafíos pendientes (si, esta es la parte algo más negativa)
A pesar de los avances logrados, todavía enfrentamos varios desafíos en la implementación del Acuerdo de París. Uno de los principales desafíos es la falta de ambición en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas presentadas por los países. Según los análisis actuales, las contribuciones actuales no son suficientes para limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 grados Celsius. Y lo cierto no es que se esté limitando el calentamiento, sino que está subiendo. De hecho, en España nos afecta especialmente. Según la WWF, el Mediterráneo es el mar que más rápido se calienta del mundo, se nos calienta hasta un 20% más que la media mundial. La ‘tropicalización’ del Mediterráneo, la pérdida de biodiversidad o la degradación de los hábitats marinos son algunos de los impactos, y todavía no somos capaces de parar estos efectos.
Otro desafío clave es la falta de financiación adecuada y suficiente para apoyar la implementación de acciones climáticas en países en desarrollo. Aunque se han movilizado fondos a través del Fondo Verde para el Clima, todavía existe una brecha significativa entre los fondos necesarios y los fondos disponibles. Además, el contexto político global también ha presentado desafíos. La retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París bajo la administración Trump fue una señal preocupante, ya que Estados Unidos es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Sin embargo, con la administración Biden, el acuerdo se retomó. La posibilidad de que haya países que entren y salgan a gusto de sus dirigentes no deja de ser un escollo.
La Importancia de la acción colectiva
Es fundamental que los países trabajen juntos de manera colaborativa y solidaria para abordar el cambio climático porque es un desafío global que requiere una respuesta global. Todos los países, grandes y pequeños, desarrollados y en desarrollo, deben asumir su responsabilidad y tomar medidas para reducir sus emisiones y proteger el medio ambiente. La acción colectiva también implica la participación de los actores no estatales, como las empresas, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil. Estos actores desempeñan un papel crucial en la implementación de acciones climáticas y en la promoción de soluciones innovadoras.
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El futuro de la lucha contra el cambio climático
A medida que avanzamos hacia el futuro, es fundamental acelerar las acciones climáticas y fortalecer la ambición en la reducción de emisiones. Los científicos advierten que el tiempo es limitado y que debemos actuar de manera decisiva para evitar los peores impactos del cambio climático. Además, es importante impulsar la investigación y el desarrollo de tecnologías limpias y sostenibles que puedan ayudar en la transición hacia una economía baja en carbono. La innovación y la colaboración son clave para encontrar soluciones efectivas al cambio climático.
En este sentido, y a nivel empresa privada, el laboratorio Ernest Orlando Lawrence Berkeley hizo un estudio en 1999 sobre el cambio climático que marcaba una diferencia con lo publicado hasta el momento. Se trataba de doce investigaciones en cuatro países y eso se traducía en una serie de proyectos como una alternativa prometedora para reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero que se abordaban desde una perspectiva realista y sensata, como la transferencia de tecnología obsoleta, la identificación de impactos locales positivos, las inversiones en sostenibilidad, empleo y otros beneficios socioeconómicos y ambientales auxiliares para los países en desarrollo.
Los estudios del laboratorio Ernest Orlando Lawrence Berkeley ilustraban las diferencias entre proyectos forestales y energéticos. Ambos tipos generan empleos e ingresos rurales, reducen la erosión del suelo y rehabilitan zonas degradadas. Los proyectos energéticos aportan servicios urbanos o empleos en el sector manufacturero, aportan mejor tecnología energética y reducen los contaminantes atmosféricos locales… El mismo estudio mostraba preocupación por la permanencia del carbono almacenado para proyectos de forestación y sobre la fuga de beneficios de carbono para los proyectos de protección. Lo primero puede minimizarse si los proyectos se centran en especies de árboles que son altamente valorados por las poblaciones locales y además les proporcionan beneficios socioeconómicos. Y así con casi todas las medidas que aportó el laboratorio privado. Sin embargo, las empresas del sector energético son las que más están tomando conciencia de la necesidad de transformación. Con una trayectoria de más de 180 años, Naturgy tiene como principal objetivo cambiar el modelo de negocio actual y sentar las bases para seguir generando valor durante la transición energética. Esto implica un fuerte compromiso con las energías renovables, la promoción del gas renovable (como el hidrógeno y el biometano), así como el impulso de la eficiencia energética y la economía circular. En el centro de sus esfuerzos se encuentra la creación de valor, y Naturgy se compromete firmemente con el desarrollo sostenible de la sociedad, asegurando un suministro de energía competitiva, seguro y respetuoso con el medio ambiente.
En este punto, nos damos cuenta que se trata de medidas que incluyen tanto a las finanzas, como a la tecnología, el apoyo entre países y sobre todo, se aplica el sentido común. Y cómo no, medidas individuales que deben contribuir a que el balance mundial sea reversible.
Algunas de estas medidas particulares incluyen:
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Optar por una dieta menos cárnica: incorporar más alimentos de origen vegetal en la dieta, como frutas, verduras, granos enteros y legumbres, no solo es saludable, sino que también reduce la huella de carbono personal.
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Usar el transporte público, bicicleta o caminar: reducir la dependencia de los automóviles personales y optar por formas de transporte más sostenibles, como el transporte público, la bicicleta o caminar.
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Mejorar la eficiencia energética: tomar medidas para mejorar la eficiencia energética en el hogar, como instalar aislamiento, utilizar electrodomésticos eficientes y apagar las luces y dispositivos electrónicos cuando no se utilizan.
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Utilizar fuentes de energía renovable: si es posible, considerar la instalación de paneles solares o la compra de energía de fuentes renovables para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
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Reducir, reutilizar y reciclar: la gestión adecuada de los residuos, que incluye la reducción de desechos, la reutilización de productos y el reciclaje de materiales, puede disminuir la cantidad de residuos enviados a los vertederos y la energía necesaria para su eliminación.
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Comprar de forma sostenible: apoyar productos y empresas que adopten prácticas sostenibles y se preocupen por reducir su huella de carbono.
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Conservar el agua: reducir el consumo de agua caliente y la cantidad de agua utilizada en general contribuye a reducir las emisiones asociadas con la calefacción y el tratamiento del agua.
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Participar en la acción comunitaria: unirse a grupos locales o iniciativas comunitarias centradas en la sostenibilidad y el cambio climático puede amplificar los esfuerzos individuales y generar un impacto positivo en la comunidad.
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Educar y crear conciencia: compartir información sobre el cambio climático y las acciones que se pueden tomar con amigos, familiares y comunidades puede ayudar a crear una conciencia más amplia y promover cambios a mayor escala.
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¿Quieres saber tu grado de conocimiento sobre sostenibilidad y lo que puedes hacer en tu día a día para disminuir la huella de carbono?
Cada pequeña acción individual puede marcar la diferencia cuando se trata de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático.
El proyecto #BuenaHuella es una acción liderada por Naturgy que reúne a los principales grupos de comunicación del país bajo un solo proyecto de sostenibilidad. La clave de esta iniciativa radica en su total sostenibilidad, ya que se han aplicado medidas para reducir las emisiones de CO2 durante el proceso de creación del contenido y, además, se han neutralizado las emisiones generadas mediante el proyecto de reforestación ‘Bosque Fundación Naturgy’. Se ha trabajado en la medición, reducción y neutralización de las emisiones de todos los contenidos, siguiendo el mismo eje temático orientado a explicar al público sobre cómo reducir la huella de carbono. Este proyecto forma parte de la estrategia del grupo Naturgy para seguir desarrollando acciones que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático y favorecer la transición energética hacia una economía neutra en carbono.
Descubre aquí el proyecto Buena Huella.