Gracias a títulos como ’Los casos de Victoria’ (2016) y ‘El reflejo de Sibyl’ (2019) se confirmó como retratista de personajes femeninos complejos y no especialmente interesados en dejarse conocer ni hacerse querer por el público, y eso mismo es también la protagonista de su nuevo largometraje, ‘Anatomía de una caída’, una escritora de éxito acusada de matar a su marido. A la vez absorbente drama judicial y meticulosa deconstrucción de un matrimonio -y, por extensión, de todas las vidas en pareja-, en mayo convirtió a la francesa en la tercera mujer en toda la historia en ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes, y ahora se da por hecho que en las próximas semanas acumulará nominaciones a los premios que otorga la Academia de Hollywood. Sin embargo, no fue elegida como la representante de su país en los Oscar -el honor fue a parar a ‘A fuego lento’, de Tran Anh Hung-, y los malpensados creen que la culpa de ello la tiene el discurso de aceptación que Triet pronunció en Cannes, durante el que criticó al gobierno francés por, entre otras cosas, “mercantilizar la cultura”.
Felicidades por su Palma de Oro. ¿Qué se siente al ganarla?
Cuando me la entregaron me invadió una emoción increíblemente física, nunca antes había sentido algo así. Y después tardé semanas en asumir que la había ganado, y que tan solo era la tercera mujer en toda la historia en ganarla. Hacer películas es casi siempre un trabajo muy solitario, así que resulta muy gratificante recibir un reconocimiento y un amor tan masivos. En cualquier caso, aunque el premio me ha cambiado la vida, tengo la intención de no dejar que afecte mi proceso de trabajo. Me va a dar más facilidades, y espero que eso no me empuje a acomodarme.
‘Anatomía de una caída’ no es una intriga judicial al uso. Al final, si su protagonista es inocente o culpable resulta ser una cuestión secundaria…
En efecto, quise usar el sistema judicial sobre todo como vehículo a bordo del que reflexionar sobre la pareja. Sobre lo que significa vivir con otra persona y buscar igualdad en la relación; sobre las historias que nos contamos cuando vivimos juntos, sobre lo que damos al otro y lo que esperamos recibir del otro. Y también sobre la imposibilidad misma del proyecto conyugal. A decir verdad, creo que la vida en pareja es algo completamente antinatural, y por tanto los mecanismos de todas las parejas son un misterio.
Escribió la película junto a su compañero sentimental, Arthur Harari. ¿Están las disputas domésticas que aparecen en ella inspiradas en alguna medida en su propia experiencia?
Oh, para nada. Empezamos a escribirla durante la pandemia, con la intención de escapar del agobio generado por el confinamiento fantaseando sobre discusiones de pareja. Al acabar el guion, tuvimos la sensación de que se nos había ido la mano, de que la relación que habíamos creado era demasiado brutal. Por eso me ha sorprendido lo mucho que se identifica el público con ella. Mucha gente se me ha acercado tras ver la película para decirme: “Yo estoy pasando exactamente por lo mismo”. La única respuesta que se me ocurre en esos casos es: “Vaya, lo siento”.
¿De dónde proviene su interés en las convenciones del cine judicial?
Cuando era joven soñaba con ser abogada, y pasaba mucho tiempo en los tribunales. Por entonces era muy ingenua, y creía que aquel era el lugar donde se descubría la verdad. Hoy, en cambio, ese mundo me interesa porque sé que es justo lo contrario: un lugar donde las vidas de la gente son convertidas en ficciones, en relatos; la realidad y la verdad sobre una persona es completamente distorsionada con el fin de defenderla o de condenarla. Y uno de mis objetivos con la película ha sido demostrar cómo un juicio como el que en ella se detalla es una verdadera pesadilla para la acusada, porque su propia vida le es arrebatada.
En ese sentido, ¿puede la película entenderse también como un retrato del sexismo que impera en el sistema judicial?
En el sistema judicial y en la sociedad en general. He querido mostrar cómo una mujer podría verse castigada por su inteligencia, su éxito, su ambición y su fortaleza mental. Mi protagonista es una persona no siempre amable, que hace siempre lo que quiere, que prioriza su carrera sobre su familia y no respeta las normas establecidas sobre la sexualidad y la monogamia, y que además se niega a ejercer de víctima llorosa para convencer a los jueces. A ojos del tribunal, eso la convierte en sospechosa.
Usted ya ha hecho varias películas protagonizadas por mujeres a las que no importa lo más mínimo la opinión que el espectador tenga de ellas, y ese tipo de personajes femeninos sigue siendo inhabitual en el cine. ¿Por qué lo cree?
Porque siguen imponiéndose sobre las mujeres una serie de expectativas creadas por la mirada masculina, y en base a las que no se nos permite ser complejas y contradictorias. Cuando yo empecé a hacer películas, del feminismo aún no se consideraba un tema cinematográfico relevante, pero desde entonces, en efecto, he pasado mucho tiempo reflexionando sobre qué significa ser una mujer y por qué a menudo se nos trata como monstruos por tener comportamientos que son perfectamente aceptados en los hombres. Sí, sigue habiendo un problema de representación.
Seguramente, mucha gente le ha preguntado si la protagonista de su película es culpable o inocente…
Por supuesto.
¿Y cuál es su respuesta?
Para mí era muy importante que la película no contestara a esa pregunta. Puede que ella lo matara y puede que no, o quizá sea responsable de haberlo incitado al suicidio, o quizá acabó con su vida de forma accidental… No podemos saberlo. Obviamente, yo sí sé la verdad de lo sucedido. Y quizá la desvelaré algún día, dentro de mucho tiempo.
Señora Triet, ¿esperaba la polémica generada en mayo por su discurso de aceptación de la Palma de Oro?
No me planteé de antemano las consecuencias que mis palabras podrían tener. Yo he podido hacer cine gracias al sistema de financiación de películas que hay en mi país, y que es la envidia del resto del mundo, y lo único que quise decir es que es importante protegerlo. No me arrepiento de lo que dije.
¿Cree que la controversia influyó en la elección de ‘A fuego lento’, y no de ‘Anatomía de una caída, como película representante de Francia en los Oscar?
No puedo saberlo. Fue una gran desilusión, pero no quiero echar pestes de la película seleccionada. Admiro a su director.