Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) volverán a superar un nuevo récord mundial a nivel mundial durante 2023, cuando se alcanzarán 36.800 millones de toneladas, un 1,1 por ciento más que el año anterior, según el informe anual de ‘Global Carbon Budget projects’ que destaca que, además, las emisiones aumentaron en 2023 en todos los tipos de combustible fósil (gas, petróleo y carbón).

El trabajo subraya que las emisiones de CO2 están reduciéndose en algunas regiones, como Europa o Estados Unidos, pero aumentan a nivel global y los científicos afirman que la acción global para recortar los combustibles fósiles no se está produciendo tan rápido como para evitar un cambio climático «peligroso».

También concluye que aunque se espera que las emisiones procedentes de los cambios del uso del suelo, como la deforestación, vayan decreciendo lentamente, todavía son demasiado altas para ser compensadas por los niveles actuales de reforestación y de nuevas repoblaciones.

Así, el informe calcula que las emisiones globales totales de CO2 a nivel mundial (combustibles fósiles y cambios de uso de la tierra) lleguen a 40.900 millones de toneladas de CO2 en 2023. Esto supone un nivel similar a los niveles de hace un año, lejano del «urgente» escenario de reducción de emisiones necesario para alcanzar los objetivos climáticos a nivel mundial.

El informe ‘Global Carbon Project’, se publica cada año en el marco de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático que este año celebra su vigésimo octava cita en Dubai (Emiratos Árabes Unidos). El equipo de investigadores incluye a unos 130 científicos de la Universidad de Exeter, de la Universidad de East Anglia (UEA), CICERO (Center for International Climate Research), la Universidad de Munich-Ludwig-Maximilian y de otras 90 instituciones de todo el mundo.

El profesor del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter y director del estudio, el profesor Pierre Friedlingstein, ha lamentado que los impactos del cambio climático «son evidentes» pero la acción para reducir las emisiones de carbono procedentes de los combustibles fósiles todavía es «dolorosamente lenta».