La mayoría de los españoles no tragan la amnistía a los responsables del procés y esa dificultad deglutoria le daría mayoría absoluta al PP y a Vox si se votara hoy y si mi abuela tuviera ruedas (expresión anticuada: ahora las abuelas tienen ruedas). ¿No ganaría la derecha por mayoría absoluta? No podemos saberlo porque si hoy hubiera elecciones vendríamos de una campaña electoral.
–Ya, esa encuesta es para detectar un estado de opinión. Ha sido así siempre.
Sí, pero es así siempre como no fue nunca y por ello gobierna un presidente que llama «hacer de la necesidad virtud» a tener un corazón hecho con tripas y un líder del PP que fue una liebre confiada en la campaña electoral y ahora es un cuello de cisne negro que viste un pollo sin cabeza: no para de moverse sin llegar a parte alguna, porque al perder el gobierno no tardará en perder el partido. Nunca en campaña un líder de la oposición se abartoló en la hamaca tanto ni un presidente sudó así hasta el silbato.
Quienes aseveran que las elecciones no las gana el aspirante, las pierde el gobierno no saben qué decir cuando perder las elecciones no significa quedarse sin gobernar y ganarlas no significa mudarse a Moncloa.
A cambio, después de haber superado sin ojeras el insomnio de gobernar con Podemos, Pedro Sánchez ha llegado a la edad en la que el gobierno oxida. Hay un momento de erosión monclovita en que se reitera que gobernar envejece y se buscan las canas al presidente que llegó hecho un pimpollo pocos años antes. Como los presidentes españoles entran en la Moncloa más o menos a la misma edad no sabemos si los desgasta su trabajo o les corresponde madurar por edad, pero a Sánchez le ha llegado el momento de señalarle la ola cana que empieza a cabrillear en su cabello, las bolsas bajo los ojos que bajará con la basura cuando salga de palacio, las patas de gallo y el sorberse los mofletes desde dentro para tragarse un sapo con la amnistía y conversar en Ginebra con el sapo cancionero llamado Puigdemont.