Eduardo P., que durante 20 años ha pertenecido a la Colla de Castellers de Barcelona, ha reconocido este lunes en el juicio que se ha celebrado contra él haber agredido sexualmente a nueve jóvenes componentes de esta entidad con la escusa aprovechando que les hacía un masaje. Esta confesión y el haber consignado los 54.000 euros para pagar las indemnizaciones de las víctimas ha originado, tras un acuerdo entre la defensa y la fiscalía, que la acusación rebajara la petición de pena de 39 años y dos meses a 10 años y medio de prisión, multa, inhabilitación para ejercer profesión vinculada con menores y cinco años de libertad vigilada. Sin embargo, posiblemente no ingresará en un centro penitenciario porque la condena máxima solicitada por alguno de los delitos que se le atribuye (10 en total) es de un año y cuatro meses de cárcel por la reforma de la ley solo si es si. La abogada del imputado pedirá cuando se dicte sentencia la suspensión de la condena y la fiscalía, según las fuentes consultadas, no se opondrá.
«Quiero que nos pida perdón», repetían las cuatro de las mueve víctimas que, al salir de la sala de vistas de la Audiencia de Barcelona, se toparon con el acusado, lo que provocó gritos y momentos de tensión, encarándose algunas de ellas con el ‘excasteller’, que fue expulsado de la ‘colla’ cautelarmente tras las denuncias de las muchachas. Nadie impidió que esta jóvenes, que no pudieron aguantar el llanto y no entendían lo que estaba pasado, salieran por la puerta principal de la sala y se encontraran de cara con el imputado, a pesar de que este, por indicaciones del tribunal, se había situado detrás de una mampara durante la corta declaración de las mujeres afectadas. «¿Qué ha pasado?», repetían una tras otra, a lágrima viva. Tras su desconcierto, el fiscal encargado del caso les invitó a que les acompañara a la fiscalía para explicarles los sucedidos.
Las invitaba a su casa
Eduardo P. se sentó en el banquillo de los acusados ante el tribunal. Su interrogatorio duró solo unos minutos y en él reconoció que había efectuado tocamientos entre 2014 y 2019 las nueve víctimas cuando estas eran menores de edad. Este técnico de colla aprovechó la confianza de las familias y de las niñas y jóvenes, que tenían entre 7 y 17 años, y las invitaba a manudo a su casa después de los ensayos o antes de las actuaciones de la ‘colla’. El hombre sabía hacer masajes y también las atraía y «engatusaba», precisa la fiscalía, diciéndoles que tenía dulces, gominolas o sus comidas favoritas.
Con esta excusa, les daba masajes para que durmiesen mejor y para aligerar dolores musculares. Así empezaba a tocarles o rozaba el culo y los pechos, y en uno de los casos la zona genital. «Me tocó el pezón y el pecho«. «Me puso la mano hacia el pene». «Me tocó el culo y vi que se estaba masturbando». «Me tocó un poco por encima del culo». Con esas palabras recordaron las cuatro víctimas del ‘casteller’ lo sucedido, que confirmaron que reclaman la indemnización por los daños psicológicos padecidos. Eduardo P., según el escrito de acusación, instaba a las menores a que se quedaran en bragas y camisa, sin sostén ni pantalones, para que estuvieran «más cómodas», situación que él aprovechaba para mirarlas y tocar «con mayor facilidad su anatomía». Igualmente, entraba en el baño sin avisar cuando sabía que las niñas se estaban duchando.
Los abusos
En el caso de la primera joven, ingresó en la ‘colla’ castellera a los 6 años y durante tres meses vivió en casa del acusado, mientras su madre estaba de viaje. Entre 2014 y 2017 el hombre, en al menos dos ocasiones, le tocó un pezón y la vagina mientras le hacía «masajes» en el sofá. Entre octubre y noviembre de 2014, cuando la joven ya tenía 18 años le hizo poner el brazo encima de su pene erecto, al tiempo que le acariciaba la muñeca. La muchacha se hizo la dormida y cambió de posición.
Por lo que respecta a otras tres menores, entre los años 2014 y 2018, les tocó los laterales de los pechos, por encima o por debajo de la camiseta, y el culo, . En una ocasión, una de ellas le dijo que no le gustaba que le tocara el culo, y el ‘casteller’ le contestó que el masaje se hacía así. En una ocasión, en junio de 2018, volviendo de una actuación en Valls, el imputado invitó a las menores a pasar la noche en su casa. Les hizo masajes y las acabó tocando, según la fiscalía. De madrugada, una de las chicas se despertó por unos gemidos y vio como el hombre se masturbaba mientras las miraba dormir con camisa y bragas. Finalmente, a otras tres menores, entre los años 2015 y junio de 2019, y de nuevo con la excusa del masaje, el acusado supuestamente deslizó su mano hasta sus culos y se los tocó por encima de las bragas. A una de ellas le manoseó el lateral de los pechos.