Quisiera equivocarme. Pero lo primero que veremos cuando la segunda etapa de Ciudad de la Luz eche a andar de verdad será la foto de nuestros políticos con los famosos que se pongan a tiro. Es el carácter valenciano. No lo podemos evitar. Nos va eso de vivir de las apariencias. Aunque seamos una Comunidad endeudada hasta las cejas, con 15.000 millones de euros que no nos van a condonar como a Cataluña.
Si Luis García Berlanga se hubiese llevado los platós a Sagunto, como deseaba, al menos todo lo relacionado con ellos no habría sido noticia en la prensa provincial, y todos esos titulares (que en lugar de la sección de Cultura debían haberse publicado en Economía o Tribunales) nos habríamos ahorrado. Porque ojos que no ven, corazón que no siente. Pero a estas alturas conocemos demasiados datos. Causaría indignación inventariar la cantidad total de millones de euros de fondos públicos que se fueron por el sumidero desde el inicio del proyecto hasta hoy. Mientras se suprimen las más que necesarias ayudas a los colegios del Plan Edificant, ¿quién se atreve a continuar con este proyecto faraónico que no es más que un pozo sin fondo? Porque ese retorno de millones de euros y esos miles de puestos de trabajo que se prometen en nuestro territorio son pura entelequia.
Me cuesta decir todo esto porque al frente del complejo se encuentra una persona a la que aprecio mucho, Fermín Crespo. Tanto como el primer cineasta de prestigio que rodará allí, Amenábar. Algo que queda fuera de toda duda si recordamos que hace 23 años fui el autor del primer libro que se publicó en una editorial madrileña sobre su filmografía. Pero no sería honesto por mi parte silenciar lo que pienso.