El aumento de temperaturas, el incremento de intensidad en las lluvias o la aparición de nuevas zonas de sequía son algunas de las consecuencias del cambio climático. Durante estos días se está celebrando en Dubái la COP, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Sobre la mesa, habrá tres puntos claves que determinarán si esta cumbre será un fracaso o un éxito. El primero de ellos será llevar a cabo mecanismos que obliguen a la industria de los combustibles fósiles a pagar por las pérdidas y los daños provocados. Una decisión que provocará beneficiar las necesidades de aquellas entidades menos responsables y que son más vulnerables.
Otra de las claves importantes es la eliminación de los combustibles fósiles, un compromiso para realizar una reducción gradual, acelerada y justa de todos ellos. Algo que llama la atención teniendo en cuenta que la cumbre se está celebrando en Emiratos Árabes Unidos y que el presidente de esta edición es el Sultan Al Jaber, CEO de la petrolera estatal ADNOC.
Precisamente con esta eliminación de combustibles fósiles aparecen sobre la mesa diferentes alternativas que podrían ayudar en un futuro no muy lejano. Iniciativas como la energía nuclear, el hidrógeno o el metanol cada vez tienen más peso.
La energía sostenible y los posibles sustitutos a los combustibles fósiles
La energía nuclear está siendo una de las protagonistas de esta COP. Más de una veintena de países han acordado triplicar la capacidad actual de la energía nuclear a nivel global para 2050. Se trata de un acuerdo histórico que viene a poner fin a la demonización de este tipo de energía. Tiene, como todo en la vida, sus pros y sus contras.
La Comisión Europea concedió a esta energía la etiqueta verde. Sin embargo, si echamos la vista atrás, algunos accidentes producidos en algunas centrales han provocado muchas críticas a una energía que ha sido estable, barata y limpia durante décadas. Sin embargo, el miedo siempre existe.
Energía nuclear, “necesaria e imprescindible”
Países, como Alemania o España, son los únicos países del mundo que, teniendo centrales, han decidido rechazar la nuclear y proceder al cierre de sus plantas. El 20% de la energía que se consume en nuestro país proviene de centrales nucleares. Alfredo García, experto en energía nuclear, explica en La Linterna por qué hay países que apuestan claramente por este tipo de energía, y otros que se niegan: “Muchas veces predomina la ideología frente a la ciencia. La mayoría de países avanzados se están dando cuenta de que la energía nuclear es necesaria e imprescindible. Sin ella será más caro y complicado reducir los gases de efecto invernadero. Hay muchos países que apuestan por esta energía, como China, India o Rusia, que no están en este pacto”.
Hay dos países avanzados que son la excepción en este tema, “uno es Alemania, que ya ha cerrado sus 17 reactores nucleares, y España, que tenemos 7 reactores nucleares que producen el 20% de nuestra energía eléctrica y su sustituto, cuando cierren, será el gas natural y todos sabemos que se contamina cuando se quema gas natural”.
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“Está más claro que el agua”, reaccionaba Alfredo a la pregunta de si a negativa al uso de energía nuclear está alejada de razones científicas: “Hay ideología e intereses económicos. Merkel necesitaba el apoyo de los verdes para gobernar y lo que le pidieron fue cerrar centrales nucleares. En España pasa un poco lo mismo. Al final creo que sera complicado que se cierren las centrales españolas porque los ciclos combinados tienen sus limitaciones”, señala.
El experto en energía nuclear asegura ser “optimista” y que, finalmente, lo que acabará preponderando será “la ciencia y la divulgación”. La energía nuclear tiene muchas capacidades de producir energía eléctrica baja en emisiones de efecto invernadero. “La energía nuclear no va a ser el sustituto, ella sola, de los combustibles fósiles, pero sí será un complemento esencial para que, entre ella y las energías renovables, puedan conseguir esa reducción de emisiones”, sentencia.
El metanol, “sustituto ideal” en el transporte marítimo
Otra de las grandes alternativas a estos combustibles fósiles es el metanol, un combustible bajo en carbono que puede fabricarse a partir de la gasificación de biomasa y de la electricidad renovable. Precisamente, España es uno de los lugares elegidos para instalar la mayor planta de metanol verde de Europa. Será construida en Huelva y está impulsada por Cepsa.
Joaquín Rodríguez, experto en energía sostenible, muestra en La Linterna las ventajas del metanol: “Al ser un alcohol se quema con mucha facilidad y, por lo tanto, se puede utilizar en procesos térmicos. Además, es líquido a temperatura ambiente, es muy sencillo de manejar. Se puede utilizar como sustituto de combustibles fósiles en motores que, actualmente, funcionan con gasoil o fuel”.
Uno de los destinos que podría tener este metanol es el del transporte marítimo. Para que te hagas una idea, las emisiones en este sector alcanzaron en 2019 un récord de más de 51 gigatoneladas de dióxido de carbono. Por eso el metanol puede jugar un papel clave: “Entre el sector de transporte pesado -camiones, autobuses, aviones y barcos…- el transporte marítimo representa el 80% de las emisiones de CO2. Es un sector que es muy difícilmente electrificable”.
El metanol también es una alternativa atractiva a los combustibles contaminantes debido a sus propiedades químicas. Aunque su densidad energética es menor que la de los combustibles fósiles, el metanol tiene propiedades que facilitan su almacenamiento y manejo en comparación con el gas natural licuado y el amoniaco. Por eso Joaquín asegura que el futuro es bastante optimista: “A corto plazo es un sustituto ideal para el tráfico marítimo y con un efecto de descarbonización potentísimo”.
El hidrógeno, una alternativa al gas natural
La tercera de las fuentes de energía sostenibles que podrían acabar con los combustibles fósiles es el hidrógeno, la eterna promesa que, a pesar de su enorme potencial, se trata de un combustible difícil de obtener. En un principio ha sido siempre la panacea de los combustibles alternativos. Tiene la posibilidad de almacenarse en estado gaseoso o líquido y distribuirse a través de gasoductos, pudiendo ser un sustituto del gas natural.
José Ignacio Linares, director la Cátedra Fundación Repsol de Transición Energética en Comillas-ICAI, explica en La Linterna cuáles son las principales utilidades que se le puede dar al hidrógeno: “Es un combustible, pero el uso más racional -dado que es muy caro de producir-, es reemplazar el hidrógeno, que a día de hoy ya se consume que es una materia prima del sector químico, por ejemplo. En España se consumen 600.000 toneladas de hidrógeno al año en las refinerías y fábricas de fertilizantes”.
El experto apunta que todo este hidrógeno procede de gas natural y carbón, por lo que se podría reemplazar por hidrógeno, ya que ya existe una demanda, y se descarbonizaría mucho. También sería beneficioso para coger experiencia en producir hidrógeno a gran escala y sería más fácil para extrapolarlo a otros sectores. Uno de los mayores inconvenientes del hidrógeno, ahora mismo, es su precio de producción, además de que no hay una demanda clara.
Energía nuclear, hidrógeno y metanol son algunas de las alternativas que cogen cada vez más fuerza para hacer de este mundo un poco más limpio y sostenible.