Miguel Ángel Mimbela decidió un buen día abandonar su profesión de veterinario, dejar atrás esa vida estresante en su Zaragoza natal, para volcarse en su gran pasión, inculcada por su padre, un gran ajedrecista español. Un viaje existencial que hoy le ha traído a Zamora para hacer partícipe de su singular periplo al resto del país con su difusión a través de Internet, desde donde ensalza en directo el patrimonio de la capital, su historia y su cultura.