No todo el peso de un partido político se puede medir en cuántos cargos de relevancia ostenta, aunque esa fotografía importa y tiene un impacto en el mensaje que se proyecta. Por eso no ha pasado por alto que, siendo la gran cantera de votos que ha permitido a Pedro Sánchez revalidarse como presidente, la presencia del PSC en el nuevo Gobierno y los principales cargos institucionales haya menguado notablemente. Nadie pone en duda que Salvador Illa es a estas alturas el principal barón socialista a escala estatal y que está a partir un piñón con el líder del PSOE, pero que se haya quedado con un solo ministro y que los socialistas catalanes no estén ya al frente del Congreso ni de la portavocía en el Senado abre interrogantes sobre los motivos que han llevado a Sánchez a restarle cargos.
Cuatro son las respuestas que se esgrimen en la calle de Pallars, donde reivindican que nada se ha ejecutado sin el visto bueno de su ‘primer secretari’ pese a que antes del reparto de carteras aspiraban a retener dos ministerios como en la pasada legislatura: que lo primordial es la influencia en la agenda de la Moncloa y del presidente, que mientras eso pasa hay que garantizar los equilibrios internos en el PSOE, que con Jordi Hereu al mando de Industria y cargos estratégicos en el ‘sottogoverno’ el PSC tiene asegurada ascendencia y que la prioridad de Illa es «retener todo el talento» pensando en las próximas elecciones catalanas.
La influencia en la agenda de Sánchez
«Lo importante es la influencia y construir, no las sillas», esgrime un alto dirigente del PSC. «El termómetro no puede ser el de las sillas, tiene que ser cualitativo», sostiene otro en la misma línea que admite que quizás se habían generado «demasiadas expectativas»tras haber arrasado en las elecciones generales en Cataluña. Con la ley de amnistía como piedra angular del pacto de investidura, el traspaso de Rodalies y la condonación de la deuda del FLA, los socialistas catalanes defienden que la agenda catalana y, por ende, su influencia tras ganar las tres últimas contiendas electorales, es más determinante que nunca en la legislatura española. Su gran as en la manga es la negociación del modelo de financiación, en la que esperan jugar un rol determinante ahora que los socialistas catalanes no tienen dentro del PSOE el contrapeso andaluz, como en el año 2008, ni el de tótems autonómicos que perdieron el mando en las elecciones del pasado mes de mayo. Illa espera aumentar esa preponderancia si logra llevar las riendas de la Generalitat tras los comicios que se celebrarán, a muy tardar, en 14 meses.
Eso no quita, como ha admitido esta semana la portavoz del partido en el Parlament, Alícia Romero, que la lectura que se haga es que el PSC ha perdido cargos porque matemáticamente es así. Con la renuncia de Meritxell Batet a presidir el Congreso, se abrió paso a Francina Armengol. Sánchez ha prescindido de Miquel Iceta y de Raquel Sánchez como ministros y, en su lugar, se ha incorporado Hereu; y esta misma semana ha substituido a Eva Granados por el andaluz Juan Espadas como portavoz en el Senado. Sí que se ha revalidado a Raül Blanco como presidente de Renfe en un momento clave del traspaso del servicio ferroviario a la Generalitat y en el PSC dan por hecho que Víctor Francos seguirá como secretario de Estado -hasta ahora lo ha sido de Deporte- y están a la espera de qué pasa también con el de Comunicación, Francesc Vallès. «Aún queda la pedrea del ‘sottogoverno'», advierten a la espera de que se defina el organigrama completo.
Los equilibrios internos en el PSOE
También hay, aseguran, una cuestión estratégica y de «generosidad» con el PSOE después de que haya muchos barones y federaciones «que han perdido poder institucional» desde las pasadas autonómicas. «El Gobierno no puede bascular sobre Cataluña más de lo que ya lo hace», justifican desde la cúpula del partido. Parece una contradicción, pero su argumento es que, precisamente porque el voto de los independentistas y el peso del socialismo catalán es más grande que nunca, la «estabilidad» también pasa por garantizar que las aguas internas en el PSOE están calmadas. Hablando en plata: hay que compensar con cargos y reparto interno la «incomodidad» que admiten que hay en una parte del socialismo estatal con la ley de amnistía y la rehabilitación de Carles Puigdemont como interlocutor, más aún después de unas autonómicas y municipales que fueron un varapalo para el PSOE . La propia Romero admitió que hay que hacer «pedagogía interna» convencida de que el tiempo les dará «la razón» como ya pasó con los indultos.
Lo que se pretende es que el foco no esté siempre puesto en el quehacer catalán y los pactos con ERC y Junts, motivo por el que apuntan que, en paralelo a la tramitación de la amnistía, Sánchez acelerará medidas sociales y económicas de calado. «Sánchez tiene que reordenar las piezas porque la factura catalana es alta para el PSOE», insisten desde el partido de Illa. Señalan como positivo que quien lleve el peso de la negociación con los independentistas sean dos dirigentes que no son del PSC -el ministro de Justicia y Presidencia, Félix Bolaños; y, en el caso de Política Territorial, el canario Ángel Víctor Torres-, puesto que eso se mezclaría con la pugna que Illa mantiene con ambos partidos de cara a las elecciones catalanas. El protagonismo de Espadas en la Cámara alta también se entiende en la calle Pallars como una vía para que el PSOE andaluz no agite el agravio interno.
El peso del Ministerio de Industria
«Tenemos plena confianza en Sánchez y en cómo ha confeccionado su Gobierno», sostienen. El presidente habló con Illa sobre el diseño que había pensado para su gabinete. Desde el momento en que se supo que el PSC ostentaría un ministerio y no dos, los esfuerzos del partido se centraron en resaltar la importancia que supone estar al mando del Ministerio de Industria y de hacerlo con un dirigente emblemático como el exalcalde de Barcelona Jordi Hereu.
Además de subrayar que se trata de una pieza que puede suponer un impulso para el tejido económico de la capital catalana bajo la batuta de Jaume Collboni, no son pocos los que han recordado también cómo José Montilla se hizo cargo de esta cartera justo antes de dar el salto como presidente de la Generalitat. Uno de los objetivos es poder exhibir el retorno a Cataluña de las más de 5.000 sedes sociales de las empresas que se marcharon durante los momentos álgidos del ‘procés’, alentadas también por los cambios legislativos impulsados por el PP en aquel momento, y sacar pecho de proyectos que el PSC considera claves para la economía catalana.
Toda la artillería, para las elecciones catalanas
«Estamos centrados en retener todo el talento en las elecciones catalanas», dicen también desde el PSC cuándo se les pregunta cómo encajan tener menos caras visibles en la nueva etapa de Sánchez. Illa insiste por activa y por pasiva que está construyendo una auténtica «alternativa» al Govern de Pere Aragonès y está preparando a todos sus cuadros para ese asalto. La convocatoria del congreso del mes de marzo y la actualización de la hoja de ruta, avanzada por EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, está diseñada específicamente para ese objetivo.
Sin embargo, su propia experiencia hace evidente que no es excluyente ser ministro ahora para, eventualmente, cambiar de destino en función de cómo se componga la lista electoral o del resultado de las elecciones catalanas y la confección de un eventual ejecutivo. Illa fue ministro de Sanidad durante un año, el del estallido de la pandemia, y pasó de un plumazo a ser designado candidato del PSC en los comicios de 2021 en substitución de Miquel Iceta, momento desde el cual el partido ha seguido una línea ascendente.