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El centro de València, a reventar de gente con todo engalanado de decoración navideña
Francisco Calabuig

«Estamos haciendo encuestas y una de las cosas que más destaca la gente es que «hay muchas cosas» y lo notamos en otra cosa: hay mucha gente, pero no ves a tanta con bolsas de compras. Eso quiere decir que han venido por pasear, por pasar el rato, hacerse fotos, patinar, tomar algo y, en algún caso, comprar». Sobre todo, porque el primer fin de semana efectivo de la Navidad llegó cuando los más previsores ya han comprado en noviembre, cuando los más compulsivos lo han hecho el fin de semana anterior en el Black Friday y cuando los más confiados todavía no ven el temor de que tienen los regalos por comprar, que tarde o temprano lo harán. Por todo ello, el centro de la ciudad registró un sábado espectacular, y no ya en los centros comerciales, que también, sino en el simple ejercicio del callejeo.




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La Navidad llega a València con el encendido de luces

Lleno en la pista del hielo «de verdad»

La explicación la daba Julia Martínez, la gerente de la Asociación de Comerciantes, que vio cómo también la pista de hielo registraba un lleno absoluto, hasta escarchar la pista de tanto paso de las cuchillas una y otra vez. Colas de hasta cien personas aguardaban su turno «aunque son engañosas, porque a lo mejor, de un grupo familiar de cinco hay dos que son los que van a patinar y tres los que miran. Y el regreso al hielo natural se ha notado para bien».

De hecho, la multitud transcurrió sin hacinamiento ni nervios, esperando su tanda. Con los árboles y el resto de la decoración encendida, el centro invita al paseo -aunque la plaza del Ayuntamiento queda oscura, bastante más que la de la Reina, que ha encendido sus almendros de luz-.

Con acento extranjero

Y en el primer sábado Navidad plena y verdadera, con mucho acento extranjero. Se notaba el trajín de maletas de los miles que, desde fuera o desde otros lugares de España, vienen a correr el maratón. Y antes, a estirar las piernas, pero sin jugársela a patinar para evitar un disgusto.