Es el tumor más frecuente en mujeres, y el segundo en ambos sexos. Este año se diagnosticarán en España más de 35.000 nuevos casos de cáncer de mama, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). De ellos, cerca del 94 por ciento se descubrirán en un estadio precoz de la enfermedad –cuando se trata de un tumor localizado sin metástasis–, pero aproximadamente una de cada tres pacientes sufrirá una recurrencia a lo largo de su vida.
Las investigaciones oncológicas han avanzado mucho a la hora de descubrir las características clínicas asociadas a estas recaídas, así como a los casos con peor pronóstico, pero aún hay mucho por hacer. Por ello, Lilly, empresa farmacéutica con más de 140 años de trayectoria y un sólido compromiso con la innovación y los pacientes, ha puesto en marcha, con la colaboración de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), la iniciativa “Cuenta Contigo”. El objetivo de esta es el de promover el conocimiento, la formación y el autocuidado para las personas con cáncer de mama y alto riesgo de recaída.
Alto riesgo de recidiva
Gracias a la labor de concienciación realizada en los últimos años por las autoridades sanitarias, y por organizaciones como FECMA o la Asociación Española contra el Cáncer, los síntomas del cáncer de mama son conocidos para la mayoría de mujeres: detección de una masa normalmente dura e indolora en la mama o axila, en el hueco supraclavicular u otra parte del cuerpo, existencia de drenaje de sangre por el pezón o retracción de la piel, asimetría de las mamas o la denominada piel de naranja.
Al menos una de cada tres pacientes con cáncer de mama precoz vuelven a padecer la enfermedad, la mitad en los dos primeros años
Estos tumores son potencialmente extirpables, pero presentan alto riesgo de recidiva: al menos uno de cada tres pacientes volverá a padecer la enfermedad. La mitad de recaídas tendrá lugar en los dos primeros años; el resto pueden reaparecer en el área intervenida o con metástasis, hasta ocho o diez años después de la primera operación y con un mayor riesgo de mortalidad.
«La mayor frecuencia de recidivas se dan en los dos primeros años tras el diagnostico», corrobora la doctora Elena Galve Calvo, oncóloga médica en Osakidetza, el Servicio Vasco de Salud. «Casi la mitad de las pacientes recaen en este periodo, por eso también las revisiones se hacen de manera más frecuente en estos primeros años. La otra mitad recae a lo largo de los años posteriores hasta 10 años después de la cirugía. El riesgo de recaída desciende progresivamente según pasan los años, pero incluso después de 10 años existe un riesgo de recaída tardía, por eso las pacientes siguen en controles médicos anuales».
Factores de recaída del cáncer de mama
¿Cuáles son los elementos que exponen al paciente a una mayor probabilidad o riesgo de recidiva? «Sabemos, por ejemplo, que las pacientes que debutan con afectación ganglionar tienen más riesgo de recaer, también las más jóvenes o con un tumor más grande. También sabemos que hay mayor riesgo de recaída cuando el tumor tiene características al microscopio más agresivas o cuando son tumores más indiferenciados, y con un crecimiento más acelerado», explica la doctora Galve. El riesgo también es mayor en los pacientes hombres o cuando la extirpación del tumor no ha sido completa.
Como tantos tratamientos médicos, la lectura del genoma humano revolucionó el abordaje del cáncer de mama. Desde 2002 se descubrió que no todos los tumores procedían de la misma área de la glándula mamaria y que por tanto podían expresarse de maneras diferentes. Esto permitió su clasificación y el desarrollo de tratamientos específicos. Por ello, algunos indicadores en los pacientes con cáncer de mama precoz son analizados en laboratorio mediante el uso de plataformas genómicas para valorar el beneficio de la adición de la quimioterapia a su tratamiento.
La importancia del seguimiento
Dado el índice de recaída, es fundamental, tras el diagnóstico y el abordaje inmediato del cáncer, la identificación del riesgo de volver a presentar la enfermedad y el seguimiento de un tratamiento a largo plazo que permita reducirlo y en última instancia evitarla por completo.
Aunque algunos casos requieren de tratamientos específicos durante los primeros años tras la cirugía, se trata normalmente de un tratamiento que puede prolongarse hasta diez años. Por lo tanto, la adherencia al mismo tras la cirugía es fundamental porque está comprobado que reduce sustancialmente las posibilidades de recaída.
Pese a la importancia de la continuidad en el tratamiento, un tercio de las pacientes lo abandona antes de tiempo
Paula González, miembro de la Federación Española de Cáncer de Mama, fue diagnosticada con 28 años tras una autoexploración. Después de la operación comenzó inmediatamente el tratamiento de seguimiento. «A los 29 ya estaba con todo el pack: la quimioterapia para reducir, la operación para poder limpiar y la radioterapia para poder sellar. De momento he tenido suerte y no he tenido recaída, pero tienes que llegar a los cinco años para que te consideren largo superviviente. Ya me quedan unos pocos meses».
Paula ha intentado desde el diagnóstico «la peor parte» del proceso, “no llevar puesto el cáncer todos los días”, no convirtiéndolo en la base de su vida. Y lo ha hecho con la ayuda del equipo médico: «Para mí, poder confiar en el equipo médico que ha trabajado conmigo es una de las cosas más esenciales en todo el proceso. Ellos me han hecho sentir que ninguna duda es tonta y que no hay preguntas estúpidas, porque los miedos no son estúpidos y cada mujer lo vive de una manera».
No tirar la toalla
Pese a la importancia de la continuidad en el tratamiento tras el abordaje quirúrgico del tumor mamario, un tercio de las pacientes lo abandona antes de tiempo. «Imagínate estar cinco años con tratamientos casi crónicos», apunta la doctora Galve. «Es difícil cumplir a tan largo plazo. Por eso es importante que las pacientes sean conscientes del riesgo que tienen de recaída, pero también es importante que sepan el beneficio que les aporta el tratamiento. Si uno tiene efectos secundarios, pero está bien informado, sabe manejarlo y puede minimizarlo lo máximo posible con una correcta información, la adherencia o continuidad del tratamiento será más fácil». Su recomendación para conseguirlo: «Conocer el riesgo, el beneficio y manejar bien los efectos secundarios».
Desde el punto de vista de la paciente que ha experimentado en sí misma el éxito del tratamiento, Paula González insiste en la importancia de la pedagogía. «Debemos tener una mayor concienciación de que nuestras acciones tienen una repercusión en nuestra salud, lo que muchas veces se nos escapa a todas, y me incluyo. Parece que nos encontramos físicamente bien, nos sentimos con más fuerza, casi recuperadas y pensamos que estamos bien y dejamos de estar en alerta. Por ello pienso que debemos hacer pedagogía, tanto desde el Sistema Nacional de Salud como desde las asociaciones de pacientes. Debemos ayudar e impulsar para que las pacientes con alto riesgo de recidiva tengan toda la información disponible, tanto durante la enfermedad como durante su proceso de recuperación».