«¿Estará la calle por la que tengo que pasar en obras?». «¿La discoteca tendrá rampa para entrar o me obstaculizarán unos escalones?». «¿Las barras para pedir son altas?». «¿Serán los baños accesibles?». «¿Qué intensidad tendrá la luz?». «¿Me señalarán o me mirarán mal hoy cuando entre por la puerta?». Estas son preguntas que algunas personas con discapacidad tienen que hacerse antes de salir de fiesta se diferencian mucho de los «¿llevo chaqueta?» o «¿pillo metro o taxi?» que se les vienen a la cabeza a quienes no la tienen.
El 82% de las personas con discapacidad afirma tener que planificar al detalle su noche cada vez que sale con sus amigos, según el ‘Estudio sobre hábitos de ocio nocturno entre personas con y sin discapacidades‘, realizado por DIAGEO y GFK en 2023, y presentado este martes en un evento de J&B. «Tenemos que estar en continua búsqueda de cuál es el local accesible», dice Myriam Arnáiz, directora del área de autonomía personal y vida independiente de Impulsa Igualdad, y con eso no sólo se refiere a los que «tengan ascensor».
«Tenemos que tener muy bien planeada la noche», insiste Arnáiz. Según el estudio, tanto las personas con discapacidad como las personas que no presentan ninguna disfrutan del ocio nocturno. El 83% de las primeras y el 84% de las segundas aseguran que salen de fiesta, pero sólo dos de cada tres personas con discapacidad reconoce que la actitud de la sociedad no es inclusiva con ellos, siendo la falta de empatía y de respeto algunos de los aspectos más resaltados.
Problemas de accesibilidad en discotecas y ‘pubs’
Asimismo, más del 20% de los individuos que pertenecen a este colectivo experimentan una falta de seguridad a la que se sienten expuestos. Como consecuencia de ello, el porcentaje de esta población que sale de fiesta o bien cada semana o bien con mayor frecuencia es un tercio menor en las personas con discapacidad.
Sin embargo, un 71% del colectivo sostiene que saldría más a menudo si mejorase la inclusión y se abordasen las principales barreras que encuentran, y entre las que destacan la empatía (56%), la adaptación de los espacios (56%), un ambiente más sensibilizado (51%) y la disponibilidad de información clara y legible (45%) y sobre accesibilidad y adaptaciones de los locales de ocio nocturno (41%).
Para dejar de toparse con esos inconvenientes y tener una «vida independiente» plena, las personas necesitan «apoyo humano, pero también un apoyo técnico«, señala Myriam Arnáiz. «Es un trabajo multiprofesional en el que tienen que estar implicada toda la sociedad. Sigue impactando cuando ven a una persona con discapacidad de fiesta. Dicen: ‘¿Qué hace aquí?’. Hacemos lo mismo que los demás», zanja.
Los principales problemas que señalan son la masificación de los espacios, las limitaciones de accesibilidad y la falta de formación e información por parte del personal. Desde FAMMA-Cocemfe, entidad colaboradora del proyecto, afirman que «estas barreras impiden disfrutar plenamente de la vida nocturna y festiva». «Muchos espacios no están adaptados, pero más allá de los frenos físicos, y consideramos imperativo sensibilizar y trabajar en sociedad para conseguir que todos, independientemente de su realidad y necesidades, puedan celebrar y disfrutar de experiencias sociales inclusivas y enriquecedoras», afirma Javier Font, presidente de la entidad.
«La celebración y el ocio son más importantes de lo que tendemos a pensar a nivel social. No sólo fortalecen los lazos entre personas, sino que fomentan un sentido de pertenencia y cohesión, algo fundamental en el ser humano como ser social. Celebrar siempre ha sido importante, pero si hay un momento relevante para ello es ahora, ya que parece que en el tiempo presente se nos olvida hasta vivir», afirma Alejandra Nuño, socióloga experta en salud y diversidad y colaboradora de J&B en el proyecto.
Adaptaciones avanzadas en discotecas
El evento de J&B se encontraba totalmente adaptado a personas con diferentes discapacidades físicas y sensoriales. Gemma, una joven sorda, ha podido sentir la música que estaba sonando a través de unos trasmisores que vibraban en su pecho al ritmo de la melodía.
Ella siente habitualmente cuando sale de fiesta la «vibración que pueda haber en el ambiente», sobre todo si se acerca a los altavoces, donde logra tener «algo más de recepción», pero normalmente no puede seguir la música ni siquiera por las interacciones «de las luces», indica, a través de una intérprete de signos.