Eva Díaz Pérez (Sevilla, 1971) lleva años contando la Historia dejando que esta respire. Mezcla la imaginación con los hechos con un rigor que se ha convertido en su seña de identidad y que dice traer de sus años como periodista. Baja así, como dice ella, a los personajes de «los pedestales de las estatuas» y los humaniza, los hace algo más nuestros
Ahora publica Los viajeros del continente (Galaxia Gutenberg) donde nos cuenta Europa y cómo ella considera que se encuentra en una encrucijada. Lo hace a través de un escritor de viajes, con el final de su vida como horizonte cercano, al que ha cedido «hasta algún sueño». «Es un personaje muy yo, que pasea por Europa reivindicando ese tempo que tenían los viajes del pasado donde se viaja para aprender y para vivir», explica y le lleva por las calles de un continente que vive en una encrucijada.
«Europa debería ser una referencia pero asistimos a que la brújula de nuestro presente está guiada por países sin derechos»
EVA DÍAZ PÉREZ
«Es verdad que la historia de Europa es la de una constante encrucijada pero ahora mismo el papel que debería tener en nuestro presente y como referencia para el futuro no lo está teniendo. Europa es memoria e historia, aquí han ocurrido cosas terribles pero también episodios luminosos. Aquí se ha construido todo el edificio de la democracia, las libertades o los derechos sociales y deberíamos ser una referencia pero asistimos a que la brújula de nuestro presente está guiada por países sin derechos y que aquí se oyen sombras que ya nos suenan», explica durante una entrevista a El Independiente.
También que por eso ya ha escrito, con este, tres libros intentando explicar su historia y que ahora, pensando en el futuro, sí que siente cierto temor. «Los países europeos se han obsesionado con el mercantilismo y Europa es más que eso pero ha hecho un ejercicio de memoricidio y ese olvidar su pasado como si no hubiera sucedido es terrible», lamenta.
También que es algo que nos pasa en España hasta con nuestros autores, pintores o artistas más célebres. Recuerda cómo cuando ella fue una de las encargadas de la celebración del Año Murillo las instituciones públicas de la Junta de Andalucía reaccionaron muy tarde y que incluso el ministerio de Cultura estuvo desaparecido. «Pero ya no sólo eso» -continúa tras mencionarle el caso del Año Picasso y las alusiones constantes a su actitud machista- «es que en el caso de figuras históricas seguimos, o siguen, poniendo etiquetas contemporáneas. Estoy harta del presentismo que domina la cultura y a mí, que me gusta tanto la historia, me molesta que apliquemos conceptos contemporáneos al pasado. Puedes contextualizar al personaje y hay muchos personajes controvertidos pero está su obra y hay que celebrarla y difundirla».
Porque para ella juzgar de esa manera provoca situaciones intolerables. «Mira las cancelaciones, autores cuestionados a los que se les condena al silencio. Eso es censura y está pasando hasta en la educación, hay autores que están saliendo de los materiales curriculares. Me parece muy simplista y muy superficial esta tendencia. Cuanto yo estaba dirigiendo el CAL nunca pensé en la ideología de los autores», asegura.
Díaz Pérez se convirtió en directora del Centro Andaluz de Las Letras en 2019, tras sacar la mejor calificación de todos los aspirantes al puesto. Fue cesada tras el cambio de Gobierno en 2022. «Todavía estoy esperando que alguien me explique la razón de mi cese, la persona que me lo comunicó no irá ni el responsable de la consejería ni nada», comenta, aunque asegura que «hay sitios donde es mejor no estar cuando las cosas empiezan a oler mal».
«Al final me quedo con el respaldo total de la gente de la cultura y de los periodistas que lo sintieron como algo propio. Eso me alivió mucho porque no lo entendí, no pude cumplir mi proyecto, el programa que había presentado al concurso. No se pudieron terminar la mayoría de las cosas que había previsto porque también nos había pillado la pandemia», recuerda.
Fue justo cuando entró de directora cuando aseguró que la cultura no podía tener ideología y sigue opinando exactamente igual. «Es una pena pero la cultura que se hace en España está muy mediatizada por las decisiones políticas y eso no quiere decir que sea política. La cultura es lo mejor de nosotros mismos, es una necesidad vital, un ejemplo de civilización, de belleza… Es vida. Pero desgraciadamente la cultura está muy controlada por el poder político que está ejercido por gente a la que no le gusta nada la cultura».