«Hay 17 millones de personas en España de más de 50 años. Tenemos uno de los sistemas de pensiones más generosos del mundo, que les otorga una gran capacidad de gasto. Esto hace que los únicos sectores que van a crecer a doble dígito son los que satisfagan alguna demanda de este extracto social». Así arrancó el Senior Living Fórum, un evento celebrado en Madrid en torno a las soluciones habitacionales de las personas mayores de 65 años, que contó con Iñaki Ortega, profesor y miembro del consejo asesor de Ageingnomics de Fundación Mapfre, como primer participante.
Ortega puso sobre la mesa el principal debate alrededor de cómo vivirán los mayores, en un mundo donde la esperanza de vida no deja de aumentar, tres meses cada año, y donde la vivienda, en el caso de España, es la principal, y a veces única, fuente de ahorro, aunque ilíquido. «Los seniors cada vez están más dispuestos a cambiar de casa a partir de una edad. Actualmente, según los datos que manejamos, el 40% de las personas mayores de 50 años estarían dispuestos a irse a vivir fuera de su residencia habitual, que sería toda la oferta del senior living«, señaló Ortega.
En esta línea, el profesor detecta un cambio de tendencia: «Está cambiando la concepción de la herencia. La nueva generación senior ya no piensa tanto en qué dejará a sus descendientes, sino en disfrutar. Concretamente, al 30% ya no le preocupa dejar un activo en herencia«. Además, según Ortega, este segmento de la población está convencido de que no va a tener ningún problema para cobrar su prestación de jubilación.
Senior living, la nueva opción para los mayores
«Antes ser mayor era una condena o una desgracia porque no podías trabajar, ni tener ingresos. Eso cambió hace 100 años, con los sistemas de pensiones. España es uno de los lugares del mundo donde más cambió. Sin embargo, ahora cumplir años no es tener peor salud. La esperanza de vida nos sitúa alrededor de los 83 u 84 años y subiendo. Cada vez cumplimos más años y con más salud. De media se llegan a los 70 sin patologías incapacitantes. Si llegas a los 65 años es altamente probable que llegues también a los 90 años», resalta Ortega.
Este hecho que describe el profesor supone una gran oportunidad para el sector inmobiliario, en el diseño de alternativas habitaciones acorde a personas senior sin patologías. La oferta actual está reservada a las tradicionales residencias de ancianos, pensadas para personas dependientes. La alternativa, conocida en el argot inmobiliario como senior living, está aún en una fase incipiente en España. «En España hay, al menos, 15 inversores dispuestos a invertir en senior living. Cada uno puede aportar entre 100 y 500 millones de euros, algunos incluso hasta 1.000 millones. La demanda está ahí, los datos demográficos son escalofriantes. Algunos inversores están estudiando desarrollar complejos más orientados hacia un modelo más hotelero, mientras otros apuestan por el residencial», resumió, durante el Senior Living Fórum, Nuria Béjar, directora nacional del departamento de Healthcare en la consultora Savills.
Este modelo ya funciona en otros países, como en Norteamérica. «Hay 3.000 comunidades de senior living en Estados Unidos, la mayor con más de 90.000 apartamentos. Allí, los residentes tienen actividades de todo tipo, gestionadas por ellos mismos. Aquí hace falta crear una gestora que vaya desarrollando estos clubs de manera orgánica», explicó Alejandro Crespo, managing partner de Silverspring. Este experto apunta que para que un complejo de senior living tenga sentido debe tener, como mínimo, más de 500 apartamentos, porque con menos el proyecto no es escalable.
La regulación, el principal escollo
Hoy en día, el principal escollo para el crecimiento del senior living es la regulación. El sector de las residencias de mayores está muy pautado dentro de la normativa de las comunidades autónomas. Por ejemplo, son estas administraciones las que deciden cuantos sanitarios debe haber por cada residente. «Las ratios de médicos no son equiparables en un complejo de apartamentos independientes que en una residencia. Las comunidades deben adaptar sus normativas a estos productos», Marta González-Llera, socia del despacho Cases & Lacambra.
Por otro lado, tampoco está del todo claro qué calificación debe tener el suelo sobre el que se desarrolla el senior living. Teóricamente, y sin tener en cuenta las particularidades de cada localidad, podría desarrollarse sobre terciario-hospedaje, terciario-dotacional o, incluso, sobre residencial tradicional, el mismo donde se construyen viviendas. La socia del despacho de abogados cree que el uso terciario y hotelero tiene limitaciones: «Veo complicado que se instalen aquí y que los residentes se queden a largo plazo viviendo».