La joven salió del centro de menores en el que estaba ingresada y no regresó. «Mi hija denunció que la violaban allí y nadie actuó», afirma su madre a CASO ABIERTO
«Desde el 5 de septiembre no sé dónde está». Se llama Virginia y está devastada. Necesita coger aire, no puede más. Lleva casi tres meses buscando a su hija Carmen Ainara, de 17 años. Sin noticias, sin llamadas, sin contacto. Sin rastro. Salió del centro de protección de menores en el que estaba ingresada en Alhaurín De la Torre (Málaga), en régimen semiabierto y desde entonces no está. No volvió.
Las alarmas se encendieron el mismo día. «Acudí a la Guardia Civil a denunciar», retrocede Virginia junto a CASO ABIERTO, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica. «Hubo cuatro o cinco pistas», reconstruye. Todas tenían un patrón común: «apuntaban a que mi hija estaba con gente adulta, con hombres mayores». Hablan de un piso en Marbella, con todos los gastos pagados, y de un vuelo a París. Su mente no para. «Ya no sé nada. Quizá no ha salido de España, quizá sí me la han sacado del país…Lo que sí tengo claro es que mi hija se fugó huyendo del centro en el que estaba. Denunció que la violaban, dijo que estaba al límite, recibió amenazas…», denuncia la mujer.
Ainara, desde su marcha, no ha contactado con su familia. «Es raro, ¿no?». Su foto inunda las redes sociales, «aunque sea para decirme, no quiero volver, para de buscarme mamá». Los días pasan y no hay noticias. «Ya te agarras al pánico…». Que estuviera en un centro merma la actuación de su madre. «Me dicen que no puedo tener información y nadie hace nada porque dicen que es una marcha voluntaria… Y yo estoy atemorizada, mi hija es menor».
«Ainara no está»
«Recuerdo que era la una de la madrugada y que me fui corriendo a la Guardia Civil». La alarma saltó el mismo día 5. «Mi hija mayor es quién descubre que Ainara no regresa al centro en Alhaurín». Instalada en este desde hacía dos meses, «nadie nos avisó».
Virginia describe los primeros momentos en el cuartel. «Como estaba en un centro, llaman allí. Estos le dicen a los agentes que van a verificar si se ha denunciado, que le den diez minutos. A mí en llamadas anteriores no me lo cogían, al ver el número de la Guardia Civil lo cogieron, sí«. Pasaron los minutos pactados y nadie respondía. «La Guardia Civil me cogió por fin la denuncia». Arrancó la investigación.
Carmen Ainara Fernández, 17 años. Menor, doblemente vulnerable, toma medicación. Pelo largo, mechas rubias, tiene un septum (pendiente en la fosa nasal). Lleva una camiseta negra de manga corta, ancha, y un pantalón corto. Se fugó del centro sobre 22:45 horas. Tiene marcas en una muñeca por autolesión. Llegaron las primeras pistas: una cala, un restaurante, un piso en Marbella. La escena que dibujaron a Virginia dejaba poca duda: «como las dejaban salir del centro, (régimen semiabierto), habían conocido a unos hombres en Marbella. Tenían dinero, les pusieron un piso… y mi hija quería salir del centro, la engañaron, te lo digo yo».
«Ainara entró en un centro porque sufría bullying y dejó de ir al colegio»
Interpuesta la denuncia, todo se enquistó después. Virginia contactó con el círculo de Ainara. Se quedó en shock. «Fue cuando descubrí por todo lo que mi hija estaba pasando. Cuando supe que Ainara había intentado hablar con la directora porque una compañera abusaba de ella. En una carta denunció que estaba sufriendo violaciones por parte de esta niña», explica, «nadie la protegió».
Paliza casi mortal
Ainara ingresó con once años y medio en el primer centro de protección de menores. «Mi hija sufría bullying y dejó de ir al colegio». Con el tiempo, la situación se agravó, «para aplacar el dolor empezó a fumar porros». Entró en el primer centro pensando que pronto volvería a casa. Llegarían más. Desde hace seis años ha peregrinado por diferentes centros de protección. «A este último llega porque en el anterior otra compañera le da una paliza de muerte. Mi hija llegó al hospital con hematomas y convulsiones en la cabeza», asegura su madre. «Ainara lleva muchos años sufriendo, callada, aguantando mucho dolor. No nos contaba nada para no hacernos daño». Virginia añade: «ella no respondía a los ataques, porque no quería que la castigaran. No se defendía… Con 14 años, incluso, se intentó suicidar. Llegaron por minutos, tenía una herida muy profunda en la muñeca. Yo solo quería recuperarla de forma legal y estábamos a punto ya».
Virgina vuelve a detenerse en el centro de Alhaurín, el último. Dibuja a una Ainara aterrada, desprotegida, «dormía cada noche en el sofá por no estar en la habitación con su agresora, una chica que no estaba bien. Avisó a las monitoras poco antes de marcharse: ‘por favor, estoy al límite, me pego un tiro o me voy. Y así lo ha hecho…». Se fue.
«Las versiones empezaron a ser contradictorias», se duele Virginia. «El centro primero dijo que había denunciado la desaparición, luego habló de marcha voluntaria. Mi hija, según dicen, había cogido una mochila y había dicho adiós». La familia intentó formar parte de la búsqueda, encontrar pistas por su cuenta, en paralelo a la investigación policial. «Los agentes me dijeron, básicamente, que de los centros se escapan niños todos los días, y ya está».
Llegaron los primeros avistamientos. Ainara estaba en Mijas, Málaga, Marbella. Todas coincidían en un dato: «iba acompañada de, al menos, un hombre mayor». Hablaban de otra joven, «operada», a su lado, más mayor. A Virginia le vino a la mente una frase de su hija, «hay chicas que después de salir del centro se han operado, son prostitutas y ganan mucho dinero». Virginia recuerda que la paró en el momento. «No, hija, no…». No eran sus amigas, frenó Ainara. Se calmó.
«No quiero volver»
Los mensajes se sucedieron los primeros días. «La vieron en una cala, en un restaurante…». Más tarde, un audio alertó de que estaban sacándola de España. «Hablaron de un vuelo a París». No han vuelto a decirle nada. «No tengo ni idea, no sé donde la pueden tener. Ella estaba mal y si le han ofrecido una falsa solución…ya está».
Desde una cuenta recién creada en Instagram le hicieron llegar que la joven se había ido de forma voluntaria: «no quiero volver». La forma de comunicarse chirría a su madre: «esta muy claro, ella no ha hecho una llamada: ‘Mamá, no me busques más. Estoy harta…’ Un audio, que le oiga la voz, un vídeo, que le vea la cara. ‘Mamá estoy bien, no voy a volver’. Si está bien, y se ha ido por su voluntad, contactaría. Aunque sea para decirme que lo deje. Mi temor es que la tengan retenida, drogada, coaccionada, que esté contra su voluntad».
Han pasado tres meses y Ainara no ha contactado con nadie. Su madre lucha contra los elementos. «La policía me ha dicho que a mí ya no me va a dar información». Siente que nadie busca. Que le han arrancado sus derechos como madre, pero no su amor. «Hasta el último suspiro voy a seguir buscando a mi niña. Por favor, compartan su foto. Vamos para tres meses…», ruega, «que nadie olvide, Ainara es menor».
CASO ABIERTO se ha puesto en contacto con el Centro de Protección de Menores en el que estaba Ainara para recabar su versión. También con la Junta de Andalucía. No ha recibido contestación.