Vivimos en un mundo en el que conceptos como el amor y las relaciones están en constante transformación. Navegamos como podemos entre ideales inalcanzables y expectativas distorsionadas, entre mensajes de Whatsapp y fotos en Instagram. La autenticidad se convierte en moneda de cambio cuando la superficialidad del contacto rápido vía app se impone en el mundo del no me da la vida. Con toda su crudeza. Nuestra mente intenta en vano adaptarse a una realidad para la que solamente unos pocos han nacido, y todos ellos tienen menos de 20 años. Los problemas mentales, cada vez más presentes en la sociedad, nos devuelven la idea de que las relaciones humanas son el verdadero ADN de lo que, según las estadísticas, casi todos buscamos: la felicidad.
En medio de todo esto aparecen algunas voces que intentan devolvernos a la realidad con una mezcla de crudeza y comprensión. Es el caso de Silvia Llop, conocida como la «psicóloga del amor», que se adentra en los vericuetos de las relaciones humanas no solo para iluminar los rincones oscuros donde se esconden los patrones destructivos sino también para celebrar el poder transformador del amor auténtico, si es que existe, o lo creamos. Da igual. Con un enfoque directo y sin tapujos, Silvia propone una reflexión sobre cómo nuestras experiencias pasadas, las influencias culturales y los modelos familiares afectan nuestras relaciones actuales, proponiendo un camino hacia la autoconciencia y la madurez emocional, que ya es mucho decir.
Pregunta.- «¡Mándalo a la mierda, te mereces algo mejor!»
Respuesta.- Hola, Juanma, has entrado directo.
P.- Bueno, es el título de tu libro. De hecho, la ‘i’ al pronunciarla recomiendo que sea un poco más larga que el resto, para que se intensifique el mensaje. Por cierto, ¿por qué tenemos que mandarlo a la mierda?
R.- Porque a veces nos quedamos en historias que nos hacen daño y creamos esa fantasía de que todo va a ser mejor. Como queremos quedarnos ahí, es importante usar palabras contundentes para enviar un mensaje: no va por ahí la historia. Tenemos que aprender a mandar a la mierda, para hacer ese clic mental que necesitamos.
P.- Hace poco la Fundación Anar hablaba de la cantidad de llamadas que se producen de gente joven que no es consciente de que están en una situación de violencia, que incluso naturalizan dentro de la relación. ¿Tendemos a eso?
R.- No nos educan para crear relaciones sanas y para detectar lo que no lo es. Nos hemos criado con las películas, con la mentalidad de «cásate, ten hijos y sé una mujer o un hombre de provecho». Pero en las películas no te hablan de ese momento en el que tienes que superar que una historia no ha funcionado. No, saltas a la siguiente y ya está. No nos permitimos pasar el duelo porque en las películas no te hablan de ello.
P.- ¿Hay infiernos en nuestras relaciones afectivas?
R.- Claro. Y el fuego prende más cuando no somos conscientes de las señales que aparecen al principio, porque las normalizamos. Nadie es perfecto, pero no es lo mismo dejar la tapa del váter levantada que revisar tu móvil.
P.- ¿Influye la cultura del reguetón y la violencia de algunas de sus letras?
R.- Hay canciones que no deberían existir, pero lo verdaderamente importante en esto es la educación. Es cierto que si escuchas una canción que invita al maltrato o ves una película que lo hace, es como si ves un asesinato en una serie: no sales queriéndolo hacer después, pero todo crea patrones de pensamiento.
P.- En estos tiempos de prisas, exceso de trabajo o preocupaciones en los adultos, parece haber una ausencia de educación ética en el seno familiar. ¿Al final son las canciones y los vídeos de TikTok los que educan a los peques?
R.- Sí, el mensaje es ese. Por ver un ejemplo no lo vamos a seguir, pero si no tenemos ningún otro referente, ¿a qué nos vamos a atener?
P.- ¿Cuáles son las principales señales de que nuestra relación no es buena para nosotros?
R.- Lo primero: tu intuición está para algo. En la mayoría de las ocasiones, los aspectos negativos de una relación ya los habías intuido. Luego empiezas a ignorar las señales, a justificarlas, preguntas a tus amigos o a tus padres para saber si es normal. Pues la respuesta es no. Si hay algo que te está molestando y tú sientes que no es normal, tienes que atenderlo. Es posible que sean heridas tuyas y que el otro no haya hecho nada, pero es importante atenderlo. En el momento en el que no te atiendes a ti mismo, tenemos un problema. Luego, cuando describes tu relación diciendo cosas como «cuando estamos bien, estamos muy bien», es muy mala señal. Inequívocamente quiere decir que «cuando estáis mal, estáis muy mal». También es muy mala señal si sientes que en tu relación no hay nunca ningún conflicto. Ahí suele ocurrir que cuando hay un problema, se barren las cosas debajo de la alfombra. Pero llegará un día que la pisarás y toda la basura va a invadir la casa entera, porque no te has ocupado de eso.
P.- En una relación sana… ¿»problemas tengas y los resuelvas»?
R.- Totalmente. Uno de los medidores más importantes de compatibilidad es saber manejar los conflictos. Porque es algo que va a pasar. Tarde o temprano vas a necesitar llegar a acuerdos. Un conflicto bien manejado hace avanzar la relación.
P.- Eso requiere valentía. Y no todo el mundo se da cuenta de que estar en una relación no ha de ser siempre un camino de rosas.
R.- Es incómodo, pero si lo que buscas es comodidad, quédate single y ten problemas contigo mismo.