La confirmación de que un ciudadano del norte de Yorkshire, en Inglaterra, ha dado positivo al virus de la peste porcina ha encendido las alarmas en los países en los que ya se había detectado esta enfermedad, que hasta ahora solo afectaba a animales. La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA), que está tratando de detectar cuál ha sido la vía de contagio de la persona infectada, ha confirmado que se trata del virus A(H1N2)v, una cepa que provoca síntomas similares a los de la gripe y que ha sido hallada por primera vez en un ser humano en el Reino Unido.
La peste porcina, una vieja conocida de los ganaderos españoles, ha rebrotado con fuerza en los últimos tiempos en el sur de Europa, por donde se ha propagado a cierta velocidad, gracias, entre otros factores, a la transmisión a través de jabalíes salvajes. El último gran brote que hubo en Cataluña obligó a sacrificar a casi 300.000 animales de granjas de Lleida y de Barcelona.
¿Qué es la peste porcina?
El virus que avanza por Europa es el de la denominada peste porcina africana. Solo en China ha obligado a sacrificar a casi 200 millones de cabezas de ganado. Como la peste porcina clásica es una enfermedad vírica muy contagiosa, que afecta a los cerdos domésticos y a los jabalíes. Y aunque clínicamente las dos patologías son idénticas, la peste clásica está causada por un pestivirus de la familia ‘flaviviridae’, mientras que la africana la provoca otro virus de la familia ‘asfarviridae’. Son ambas dos enfermedades que los veterinarios consideran graves y provocan una mortalidad muy elevada en los animales infectados, que llega al 90% en los animales jóvenes.
Según explican veterinarios de la Unión Europea en una nota informativa, la enfermedad se propaga principalmente por contacto con cerdos infectados. Sin embargo, también puede transmitirse de una explotación a otra por contacto indirecto a través de visitantes de las granjas, vehículos contaminados, equipos de ganadería, vestimenta o por el instrumental utilizado. Como no tiene tratamiento, la única solución que dan al problema las autoridades sanitarias es el sacrificio de los animales cuando se produce un brote de este tipo.
¿Cuáles son sus efectos económicos?
Al no existir ni cura ni vacuna contra la peste porcina, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) ordena «el sacrificio y eliminación de todos los animales de las explotaciones infectadas y una limpieza y desinfección completas», como única posibilidad para erradicar el virus. Esto significa que la pérdida para el ganadero afectado es prácticamente total y el impacto para todo el sector cárnico puede ser mayúsculo. Países como Francia han hecho cálculos sobre qué puede suponer que el virus entre en sus explotaciones, en vista del impacto que ya ha tenido en la vecina Alemania.
Así, tras el descubrimiento del virus en jabalíes en el país germano, varios países decidieron suspender sus importaciones de productos alemanes. Las exportaciones a los terceros mercados habituales se reorientaron hacia otros productores europeos. Tras la pérdida de la exportación, se produjo una importante caída de los precios del cerdo y de los cortes de carne. Según esas estimaciones, en Francia, la peste porcina provocaría una caída de los precios del cerdo en torno al 14%, el equivalente a una pérdida estimada de entre 21 y 23 céntimos el kilo en función de la situación económica. Por piezas, la caída sería del 27% para las pancetas, el 19% para los lomos, el 17% para los jamones y el 7% para las paletas.
¿Es normal que se haya contagiado un humano?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los virus de la gripe porcina, por lo general, no infectan a los humanos, aunque ocasionalmente se ha informado de brotes en personas que han tenido un contacto directo con cerdos. Los síntomas que presentan los afectados son compatibles con los de la gripe, aunque a veces pueden tener complicaciones respiratorias algo más severas. En el caso británico, la directora de incidencias de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido, Meera Chand, ha mostrado su sorpresa por el contagio del vecino de Yorkshire y ha asegurado que el organismo «trabaja para rastrear contactos cercanos y reducir cualquier posible propagación. De acuerdo con los protocolos establecidos, se realizan investigaciones para conocer cómo el individuo adquirió la infección y evaluar si existen más casos asociados». La veterinaria jefa de la UKHSA, Christine Middlemiss, ha subrayado que se están proporcionando «conocimientos científicos y veterinarios especializados» para reforzar la investigación sobre este primer caso detectado en el Reino Unido.
¿Qué está haciendo España ante la proximidad del virus?
La posibilidad de que la peste porcina africana llegue a España preocupa seriamente a la industria, que teme las consecuencias de que un único contagio en una granja podría tener para todo el sector. El virus entró en Europa en 2014 por Georgia y desde entonces ha habido casos aislados en varios países. A España, no ha llegado aún, sin embargo, preocupa y mucho su rápido avance de los últimos meses, sobre todo desde que el pasado verano se registraron varios casos en el norte de Italia. Desde allí, no sería extraño que pasase a Francia y, a continuación, a España.
Catalunya ha intensificado la vigilancia y los controles, así como las medidas de bioseguridad en las granjas porcinas. Desde el 1 de enero de 2021, el Gobierno catalán ha intensificado las pruebas de sangre y PCR a cerdos domésticos, además de analizar los cuerpos de jabalíes hallados muertos por causas ajenas a un accidente. Todos los resultados han sido negativos hasta ahora.
¿Qué pasó en Cataluña en 2001?
Durante casi un año, entre el 14 de junio de 2001 y el 7 de mayo de 2002, se produjo un brote de peste porcina clásica en España que infectó a 49 granjas. Este brote afectó especialmente en Cataluña, donde un total de 39 explotaciones resultaron afectadas. El brote se propagó en dos oleadas, empezando por la provincia de Lleida para después continuar por la provincia de Barcelona, fundamentalmente la comarca de Osona. Fueron sacrificados un total de 291.058 animales, de los que 59.595 provenían directamente de las granjas infectadas. El resto murieron de forma preventiva.
Según un estudio que realizó posteriormente la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), la transmisión se atribuyó al desplazamiento de personas en un 23% de los casos; de animales en un 13%; de vehículos en un 10%. La proximidad entre una y otra granja infectada fue el motivo del contagio en el 18% de los casos; por el vehículo de transporte de cadáveres en el 8% y por los purines en un 5%. El modo en el que el virus entró en el país no pudo ser establecido, pero el impacto económico y social que tuvo la epidemia fue muy elevado.