Da la sensación de que antes los grupos se separaban y ahora, en cambio, practican “paradas (o pausas) indefinidas”, a menudo anunciadas a las puertas de una gran gira. Bien, la frase permite enmiendas y cada caso es un mundo, pero un par de efectos se retroalimentan para que prospere esta clase de anuncio que pone en alerta a los medios y al público.
Están las ganas de la prensa de dar titulares aparatosos, aquí a costa de dramatizar lo que, muchas veces, no es más que una pausa ordinaria, dentro del ciclo natural de una banda: disco, gira, descanso. Y en correspondencia, los grupos saben que el anuncio de que la nueva gira será la última, o que podría serlo, o casi, espolea el apetitito de los medios y el ‘ticketing’.
Y así estamos, encajando un goteo constante de ‘paradas indefinidas’. La más reciente, estos días, la de Stay Homas, con un largo ‘tour’ de por medio en 2024. En realidad, sus palabras, plasmadas en un video, son: “nos despediremos un poco de los grandes escenarios”. ¿Un poco solo? ¿Y los escenarios no tan grandes? Los propios artistas pueden alimentar esa mecánica sin ser tal vez conscientes del efecto de cada palabra de pronuncian. La semana anterior, Santi Balmes se pasó un día matizando su comentario en RAC1 sobre el cambio de ciclo que prevé para el día que concluya su próxima gira. “A partir de 2026 cogeremos otro ritmo, eso es todo, pero la banda, ni por asomo, desaparece”, me explicó en una nota de whatsapp.
Extremoduro, Izal y L. A. anunciaron ‘pausas indefinidas’, mientras que, en su día, Antònia Font habló sin rodeos de disolución, y lo hizo al final de su gira, no antes. El adiós de Dr. Calypso, hace apenas cinco años, era “definitivo”, pero el mes que viene actúan en la sala Paral·lel 62. Lo de Manel fue otra cosa: no pensaban decir nada sobre su pausa actual y solo lo hicieron cuando la prensa advirtió que algo ocurría y se lo preguntó. En el mundo ‘anglo’, separación ejemplar fue la de R. E. M., sin ‘tour’ recaudatorio ni marcha atrás. One Direction, BTS y The 1975 han apelado al ‘hiatus’, la ambigua forma usada en inglés, el hiato o interrupción.
Todo puede ser justificable y entendible. Las pausas son necesarias: muchas bandas clásicas implosionaron porque sus managers no les permitían tomarse un respiro. Y detener actividades sin cerrar la puerta es legítimo. Solo que el abuso del fin de trayecto como recurso promocional puede ser feo, aunque a veces nos encante participar de rituales en los que sabemos que nos están embaucando dulcemente.