Dicen que todo está conectado y en el caso de Mallorca y Argentina está más que probado. Esa es la inevitable y satisfactoria sensación de la comunicadora y documentalista hispanoargentina Flavia Mertehikian, que volvió a Mar del Plata tras vivir 20 años en Palma y que se ha encontrado con que sus nuevos proyectos profesionales le devuelven a su isla de adopción. En este caso, de la mano de unos abuelos cuentistas.
Bajo el título Había una vez, Mertheikian, que fue trabajadora de este diario, está realizando un documental sobre el Club de los Abuelos Narradores, un proyecto nacido del ayuntamiento de Mar del Plata hace casi 40 años que lleva a personas mayores a centros de educación infantil para contar cuentos tradicionales y recitar poesías a los niños.
La iniciativa fue de Maria Rosa Solsona, docente y escritora especializada en narración oral e historia del arte, que por aquel entonces, en 1984, ocupaba el cargo de directora de la Secretaría de Cultura y Educación en Mar del Plata. Su idea era lograr los beneficios compartidos de los encuentros intergeneracionales así como mantener la tradición de la narración hablada y preservar así «la memoria colectiva». Solsona estuvo coordinándolo junto a Silvia Ferragine hasta que hace 20 años se mudó a España (primero a Barcelona y después a Mallorca).
Empezaron con cinco integrantes, pero hoy (tras haber superado una pandemia) hay más de 50 abuelos cuentistas y para su documental, Mertehikian organizó un encuentro virtual de ellos con la fundadora de la iniciativa. En su casa de Palma, Solsona se emocionaba hasta las lágrimas al ver a través de la pantalla a la legión de abuelos narradores que hoy siguen al pie del jardín de infantes, dispuestos a llevar magia a los niños a través del cuentacuentos. En el otro lado de la conexión de internet, en Mar del Plata, los participantes aprovechaban para hacerle preguntas y agradecerle haber puesto en marcha un proyecto que les da la oportunidad de estar con niños, de ejercer la memoria y de socializar y crear vínculos.
Los niños no pudieron estar en la reunión virtual, pero si hubieran participado seguro que también hubieran dado las gracias a esa señora que vive en una isla lejana. Y es que en estas guarderías municipales de Mar del Plata a la que acuden estos ‘cuentistas senior’ asisten muchos críos en condiciones de vulnerabilidad, en algunos casos migrantes que no tienen abuelos cerca. Y esos señores y señoras mayores que se acercan a ellos para contarles cuentos suplen esa ausencia un rato, cuenta Solsona: «Les recibían con los brazos abiertos», recuerda.
Solsona describió el espíritu del club en El árbol de la memoria, uno de los 15 títulos que ha escrito, en el que insiste en que «aunque ahora existen modernos dispositivos» para transmitir la cultura, «ninguno de ellos puede llegar a tener la misma emoción que transmite la voz del que va desgranando el propio relato». Defiende que «nada puede reemplazar la voz, la gestualidad y la mirada, insistíamos mucho en la importancia de la mirada», rememora.
Había una vez es un proyecto independiente y autogestionado por Mertehikian, que siempre ha tenido especial interés por los temas relacionados con los mayores, como demostró en su paso por este diario, con entrevistas como la que realizó a Maria Gibert, ‘la padrina youtuber’, o con otras iniciativas que hoy impulsa, como su blog ‘Historias Mayores’. El documental ha sido declarado de Interés Cultural en la Universidad de Mar del Plata. Después de pasar un año haciendo seguimiento a los miembros durante sus sesiones, la documentalista espera que la cinta vea la luz en 2024 coincidiendo con el 40º aniversario del Club de Abuelos Narradores: «El objetivo es que el taller nunca se disuelva, que se vuelva más fuerte y necesario: es un programa intergeneracional admirable que reivindica el papel de las personas mayores en la sociedad y es enriquecedor para los niños y niñas, al llevarles toda la grandeza de la narración oral que hace millones de años nació alrededor de un fuego».
Para Solsona ver que su iniciativa sigue viva y que ahora aparecerá en un documental «es un regalo para el alma».