El mallorquinismo aplaudió con las orejas cuando se cerró el mercado de fichajes por la llegada de jugadores como Darder, Larin o Samú Costa. Y tenía motivos para hacerlo. Ahora es muy fácil decir que se veía venir, por mucho que fuera evidente que faltaban algunos perfiles en la plantilla.
El problema es que trece partidos después el rendimiento de los nuevos y el de los que ya estaban, incluido el del entrenador, está a años luz de las expectativas. Algo se está haciendo mal, y la responsabilidad recae en Javier Aguirre y Pablo Ortells, por supuesto, pero también en muchos de estos jugadores. Si no se gana al Cádiz y Alavés en Son Moix, el mexicano sabe que lo tendrá difícil para seguir.