Después de tres semanas en un segundo plano, coincidiendo con el plazo de quince días hábiles del que han dispuesto los aspirantes para registrar sus candidaturas, el «gobierno paralelo» de Alicante vuelve a situarse en el foco. Y ya para quedarse. 

A partir de ahora, el proceso selectivo encara una recta final que ya se sabe cómo va a acabar, salvo sorpresa mayúscula. En las tres primeras plazas que ha convocado el Ayuntamiento, de las doce creadas en la nueva estructura directiva que costará en torno a un millón de euros (sin contar las plazas técnicas), se da por hecho que Asunción Martínez, ex de Aguas de Alicante, será la coordinadora general de Transformación y Gestión Municipal. Es decir, se ocupará de «hacer, de convertir las voluntades en hechos y realizarlas, de materializar las soluciones a los problemas que preocupan a los ciudadanos», según la terminología empleada por el ejecutivo de Barcala. Mientras, Vicente López, actual jefe de Gabinete de Alcaldía, será el coordinador general de Estrategia Municipal. Por tanto, según ese mismo relato, se dedicará a «pensar, a hacer una reflexión continua del modelo de ciudad», una tarea —tal y como se dice en el Ayuntamiento— similar sobre el papel a la que corresponde a su actual cargo, que ocupa desde la llegada de Barcala al poder a mediados de 2018, aunque pasando de cobrar unos 4.000 euros brutos al mes a percibir un total de 82.000 euros al año

Ambos, tanto Martínez como López, cumplen los requisitos mínimos de las bases, aprobadas por el ejecutivo días después de desvelarse extraoficialmente los nombres que ocuparán esas plazas, salvo giro inesperado de los acontecimientos: «Estar en posesión del título de licenciado, arquitecto, ingeniero superior o equivalente». Ella es licenciada en Económicas y Empresariales y él, por su lado, en Ciencias de la Información por la Complutense.

La Dirección General del PGOU y Planeamiento Urbanístico será, por su parte, para la hasta ahora directora de la Oficina del PGOU de Alicante, la arquitecta Leticia Martín, funcionaria a su vez del Ayuntamiento de San Vicente, a donde ha tenido que regresar hace solo unas semanas, a la espera de su designación como directora general, tras finalizar una comisión de servicios de dos años. Para este cargo, las bases del proceso piden ser «funcionario de carrera del grupo A subgrupo A1», ya sea «del Estado, de las comunidades autónomas, de las entidades locales o de administración local con habilitación nacional». 

Tras la recepción de las propuestas en el Ayuntamiento, será una «comisión técnica» la encargada de estudiar los currículos. A continuación, se emitirá un informe de propuesta de nombramiento por la Alcaldía «convenientemente motivado». Ese órgano selectivo, cuyos componentes todavía son un secreto, deberá estar formado por técnicos de la casa y por personas de confianza del gobierno municipal, según explicó Barcala. Con todo, será la Junta de Gobierno, presidida por el alcalde e integrada por buena parte de su equipo de gobierno, la que tendrá la última palabra: designará oficialmente a los nuevos altos cargos.

Hasta ahí, todo lo que ya se sabe. A partir de ahí, las incógnitas, que no son pocas, aunque sí relevantes porque de su resolución dependerá el grado de agitación que provoque la nueva estructura en el Ayuntamiento. 

Los dos coordinadores y la primera directora general llegarán a un Consistorio en el que los funcionarios, incluidos los técnicos, están de uñas. Existe, y no se oculta, un importante malestar con el gobierno municipal por agilizar —en apenas unos meses— la puesta en marcha de la nueva estructura directiva, con un coste millonario, mientras esa misma Alcaldía lleva más de cuatro años demorando la implantación de la carrera profesional en la plantilla, una promesa electoral de Barcala (aumento salarial en función de variables como antigüedad, puesto de trabajo, formación, participación en logros o desempeño laboral), que aún sigue en el aire.

Los dos próximos coordinadores generales, Vicente López y Asunción Martínez, este viernes Rafa Arjones


Pero no todo es cuestión económica. También está el poder. Y ahí no solo se auguran choques entre los nuevos altos cargos y el funcionariado, al que se le añade un nuevo órgano de mando, sino que también se especula sobre la convivencia entre los dos pilares de la nueva estructura directiva. Y es que los dos perfiles elegidos por el alcalde no pueden ser más opuestos entre sí. Uno es más que conocido en el Ayuntamiento tras cinco años como miembro destacado de la «guardia pretoriana» de Barcala, que en este arranque de mandato está conformada principalmente por Manuel Villar, Antonio Gallego y también Cristina García, junto a algún que otro cargo de Alcaldía. A esa guardia de corps, entre concejales y asesores, les une su cercanía al alcalde, sí, aunque les diferencia su nivel de ambición política y de lealtad personal.

Sobre Asunción Martínez, el «fichaje» del alcalde para intentar mejorar el deficiente engranaje municipal, todo son buenas palabras, se pregunte a quien se pregunte. Ya sea por su profesionalidad, su recorrido laboral o su carácter. También por el amor a la tierra que la acogió y a la que quiere devolverle parte de lo adquirido en su trayectoria vital, sin más. 

Cohabitación

No son pocas las apuestas con fechas de caducidad que ya se han realizado en el Ayuntamiento sobre la cohabitación en las altas esferas de un «gobierno paralelo» que se espera que siga creciendo en los próximos meses. De hecho, se cotiza a mínimos que los choques serán inevitables. La duda realmente se centra en las consecuencias de esas desavenencias, ya que habrá quien deberá ceder poder y pulir sus formas, mientras que otras personas tendrán que acostumbrarse a una forma de trabajar muy distinta a la meritocracia que suele predominar entre los despachos más nobles del sector privado.  

Tras el necesario pacto con Vox, que se hizo de rogar pese a las prisas iniciales de Barcala, hay cuatro puestos de «DG» que se quedaron aparcados: Servicios Centrales, Medio Ambiente, Deportes (con Cultura) e Innovación. Eso hace que dos de los hombres fuertes del alcalde (los ediles de Medio Ambiente y Deportes) se queden, al menos por ahora, sin alto cargo en su estructura de gestión. Una casualidad que afecta a un claro candidato a uno de esos puestos congelados: un jefe de servicio del Ayuntamiento con pedigrí, un clásico, y con hilos con el poder popular

Otros aspirantes, de lo público y lo privado, llevan semanas a la espera de que se lancen las direcciones generales de Servicios Públicos, Proyectos y Obras, Empleo (con nueva economía), Turismo (con comercio y fiestas), junto a Bienestar Social. Varios tienen las maletas hechas, aunque a veces se confunden deseo y realidad. No todos tendrán destino.