Ghana es probablemente el único país del mundo con campamentos de brujas reconocidos como tales; seis oficiales en el norte del país, aunque algunas fuentes señalan que podría haber más. En esos campamentos de brujas» sobreviven mujeres, la mayoría de edad avanzada, estigmatizadas por sufrir Alzheimer, enfermedades mentales, o simplemente la menopausia. La fotógrafa sudafricana Lee-Ann Olwage relata su historia en «El gran olvido» un documento gráfico sobre el tratamiento de la demencia en África que le ha valido el World Press Photo 2023 en la categoría de Fotografías Individuales (región África).

Un premio permitirá a Olwage «llegar a más gente», señala la fotógrafa, pero sobre todo «demostrar» que no solo cuenta el fotoperiodismo «de la última hora o lo más dramático». Existe también un fotoperiodismo que «nos permite mostrar otras cosas, prácticas culturales diferentes, y ver los problemas desde otra perspectiva aportando soluciones» señala la autora, que ha presentado su trabajo en la Casa Seat de Barcelona, en el marco de la exposición del World Press Photo 2023 se puede visitar hasta el próximo 17 de diciembre en el CCCB.

«El gran olvido» nace de la historia de una mujer de la comunidad Himba que estuvo encadenada durante 20 años, simplemente porque le tenían miedo. «Me interesó mucho saber por qué, así que fuimos a buscarla, hablamos con su familia». La mujer fue liberada gracias a un médico de la asociación Alzheimer África que la diagnosticó y explicó a su familia que estaba enferma, pero «el estigma era demasiado fuerte» y no pudo quedarse en su comunidad. De ahí arranca el trabajo de Olwage sobre la demencia en África, sobre la incomprensión y la marginación, especialmente en las mujeres, que conlleva.

Ghana, Namibia y Madagascar

El proyecto ha durado tres años y ha llevado a la autora por campamentos, comunidades y residencias de Ghana, Namibia y Madagascar. Solamente «después de visitar varias veces cada comunidad y sumergirme en sus historias he encontrado un lenguaje visual adecuado para trasladar la historia que quería contar». Una historia de incomprensión y marginación, pero también de soluciones, advierte.

Konduuk Labik is showing signs and symptoms associated with dementia has been living at the Gambaga ‘witch camp’ for 12 years.

En Namibia «supe que había otras mujeres que estaban viviendo encadenadas, pero decidí no fotografiarlas porque no era la historia que quería contar. Tardé tiempo en entender qué historia quería contar, quería fotografiar lo que está ocurriendo pero también proponer alternativas». Una de esas alternativas son las enfermeras comunitarias, formadas para educar y eliminar ese miedo y ese estigma contra estas mujeres. Porque el 95% de los marginados por demencia que ha encontrado en su camino son mujeres, advierte. El segmento más vulnerable, en un continente en el que la vulnerabilidad y la marginación son casi la norma.

En Ghana, en los campamentos las mujeres están seguras y a salvo de agresiones físicas, explica. «Pero no pueden tener una buena vida lejos de su comunidad y aisladas. Si no tenemos manera de poder educar para que la gente entienda qué ocurre en el cerebro cuando llega el Alzheimer o cómo cuidar a estas personas, no habremos avanzado mucho». Advierte, además, que el hecho de asociar la demencia a la brujería no es exclusivo de África y señala comunidades rurales de Centro y Sudamérica o Asia central.

Proyecto en construcción

«El gran olvido» es un proyecto en construcción, explica, «lo veo como un gran libro con diferentes capítulos». Pero no el único. Olwage prepara también sobre educación de las niñas: «El derecho a jugar» que le ha llevado colegios de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, Nigeria, Ruanda y Etiopia. Las mujeres son un tema recurrente para la fotógrafa sudafricana, que advierte: «Siempre intento mostrar a las mujeres no como víctimas sino como heroínas de su propia historia«.

Hay otro foco de interés para este trabajo, la convicción de que cada vez vivimos más años «y por tanto hay más demencia». «Me interesa cómo percibimos culturalmente la demencia. Por mucho que avance la investigación médica, habrá muchas comunidades rurales a las que nunca llegará la cura del Alzheimer. Era interesante para mi ver cómo se gestiona en otros sitios la demencia».

Titus Ihemba, Imanuel Swanepoel and Ndjinaa Ngombe sit on the deck at the Alzheimer’s Dementia Namibia care facility in Swakopmund during breakfast. In the background Maria Muningirua, a carer, assists Elizabeth Katamila with eating and drinking.

No es el primer colectivo marginal al que se acerca Olwage, autora también de «Black Drag Magic» un proyecto sobre artistas transexuales. Sudáfrica es el país donde los derechos están más protegidos en teoría, pero la vida cotidiana de las personas LGTBI no tiene nada que ver con lo que dicen las leyes, advierte. «Me interesaba saber dónde van ellos para ser quien son y festejarlo». Y escogió un concurso de belleza para artistas drag.

Allí conoció a Belinda Qagamba Kafassie, una drag decidida a protagonizar ese proyecto para «recuperar los espacios públicos donde se producen los delitos de odio». Pese a los temores por la seguridad, especialmente de su modelo, Olwage se convenció «cuando Belinda me dijo: ‘si nosotros no reclamamos estos espacios como nuestros quiere decir que no existimos’ entonces entendí la importancia del proyecto para ellos».

Qagamba «tiene una identidad en el entorno público, de la etnia Isi Xhosa, que era su identidad oficial, pero también tenía una identidad queer. Su identidad cultural, Xhosa, les niega su identidad queer y eso era lo que querían cambiar».

A woman sleeps in the recreational room at the Gambaga ‘witch camp’. Ghana appears to be the only country with established ‘witch camps’ and there are 6 official camps in the North although some sources say that there are possibly more but there aren’t many records of them.

Como fotógrafa «es increíble todas las personas que me muestran su vida, se abren ante mi y están dispuestas a compartir conmigo y con el mundo su manera de ser» explica. «Pero eso lleva aparejada una responsabilidad muy importante».

La gente que se deja fotografiar «confía en mi» y como fotógrafos «somos los guardianes de esas historias«. Por eso, añade, «cómo compartir esas historias con el resto del mundo es una cuestión a la que dedico mucho tiempo de reflexión. Analizo muy a fondo dónde publico, en qué contexto, con qué información». Reconoce que nunca ha sentido que estuviera en peligro por su trabajo pero sí reacciones negativas. «Pero está bien, porque eso significa que empieza un diálogo, si no hablas sobre los temas las cosas no cambian nunca».