Las toallitas húmedas es uno de los residuos más dañinos que ha fabricado la industria en los últimos años y uno de los que más está creciendo. Ya son el tercer residuo más común encontrado en espacios naturales en España, principalmente en ecosistemas marinos y acuáticos, según el Proyecto Libera, de Ecoembes y SEO/BirdLife. “El monstruo de los retretes tiene que desaparecer», alertan.

Las toallitas se han convertido en un problema que está escapando de cualquier control, pues obturan redes de alcantarillado, desagües y sistemas de depuración, obligando a las adminstraciones públicas a gastar ingentes cantidades de dinero todos los años en reparar averías por esta causa. El origen: la costumbre de gran parte de los usuarios de tirar estos elementos por el retrete.

Según Ecoembes y SEO/BirdLife, promotores de esta iniciativa, cada español consume al año más de 15 kilos de toallitas húmedas, lo que sitúa a España por encima de la media europea que se posiciona como el tercer productor de toallitas en Europa.

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Masa de toallitas en una alcantarilla
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El problema va agravándose porque cada vez son más los tipos de toallitas húmedas que se comercializan, para diferentes fines. Los hay para higiene personal, para limpieza de muebles, para baños y prácticamente para cualquier cometido en el hogar. Ello no hace sino multiplicar el impacto que causa el abandono de este artículo, altamente contaminante.

No deben tirarse al retrete

Con todo ello, SEO/BirdLife advierte que desechar en el retrete objetos como toallitas puede ocasionar «grandes problemas»: primero para el medio ambiente, debido a la acumulación de toallitas en arroyos que envuelven «por completo» a los árboles y transforman las zonas en cloacas y vertederos y, en segundo lugar, porque los atascos que producen suponen un coste económico para las arcas municipales.

Un ejemplo reciente lo constituye el municipio de Lorca (Murcia). En lo que va de año, en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de La Hoya se han retirado hasta 70 toneladas de residuos en el pretratamiento compuesto principalmente por toallitas.

«Cada día se recogen en Lorca 211 kilos de estos residuos, cuya retirada tiene un impacto anual de 5.000 euros. Es una cantidad a la que hay que sumar los costes por averías y rotura de maquinaria como consecuencia de los tapones que se originan en la red de alcantarillado y en la estación depuradora» según informaba el Ayuntamiento de esta localidad hace pocos días.

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Alcantarilla desbordada en Murcia por las toallitas
La Opinión de Murcia
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A nivel nacional, la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS) estima que las estaciones depuradoras de aguas residuales recogen unos 10 kilos al año de toallitas por persona (incluidos los residuos orgánicos que se pegan por el camino), según recoge la revista Eroski/Consumer.

Como consecuencia, limpiar y arreglar las roturas en la red de saneamiento cuesta a cada ciudadano español unos cinco euros al año. Un gasto cercano a los 120 millones de euros anuales que acaba repercutiendo en los recibos del agua que pagan los usuarios como parte del coste de los servicios que reciben. De promedio, en una ciudad de un millón de habitantes se invierten cerca de cinco millones de euros anuales para este cometido.

Este impresionante video muestra lo ocurrido, por ejemplo, en Valencia:

Libera, la iniciativa ambiental conjunta de Ecoembes y SEO/BirdLife, expone que las toallitas están compuestas por microplásticos de hasta 5 milímetros que provienen de productos de ese tamaño en su origen o bien de la fragmentación de elementos plásticos más grandes.

«No son biodegradables»

Pero ¿son realmente biodegradables, como suele indicar la publicidad? Según el director de AEAS , Fernando Morcillo, para que un artículo se considere biodegradable y no dé problemas, tiene que descomponerse en un plazo de entre cinco y 30 días. Pero cuando la toallita incluye materiales sintéticos para aportar resistencia, la degradación es muy lenta y puede demorarse hasta cientos de años.

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Masa de toallitas en San Sebastián
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Otras entidades como Greenpeace piden que se dejen de fabricar y vender por su elevado impacto: «Las toallitas húmedas son un invento reciente, uno más de la moda del usar y tirar, y son totalmente prescindibles (usando papel higiénico o agua, por ejemplo). Además, no son biodegradables, aunque se anuncien como tal, ya que están fabricadas con microplásticos y, algunas, con microfibras de celulosa. Contienen, por lo tanto, fibras sintéticas y sustancias que impregnan el tejido como son conservantes, surfactantes e hidratantes», afirma Julio Barea, responsable de Campañas de esta organización.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]