El nuevo Gobierno de Sánchez es un Ejecutivo cien por cien personalista, en las dos cuotas, en la de Sumar con un equipo muy alineado al perfil de Yolanda Díaz como Ernest Urtasun, Pablo Bustinduy o Mónica García y en el sector socialista, manteniendo la continuidad de gran parte del equipo y dando entrada a pequeños ajustes más de partido que de Gobierno.
Todo parece indicar que es un Gobierno provisional hasta las elecciones europeas, en las que según el resultado y también el destino definitivo de Nadia Calviño, se podría imprimir un nuevo impulso al Ejecutivo no sólo en los nombres de los ministros sino también en la estructura del mismo. Ahora no hay grandes modificaciones, más que la deseada unión de Ciencia y Universidades, y la aparición con una estructura ministerial propia para los grandes problemas diagnosticados en nuestra sociedad a los que se les quiere dar la relevancia, Vivienda, Juventud e Infancia, y Transformación digital. Junto con la transformación ecológica, que ya había sido un eje fundamental en el anterior Gobierno, la revolución digital sin dejar a nadie atrás, sobre todo a los administrados, es la apuesta necesaria para el presente al que nos arrastra la globalización económica.
El núcleo duro de los ministerios de peso se mantiene, con la excepción de Justicia a Félix Bolaños que se suma a Presidencia, y todos sabemos que se vienen tiempos convulsos si puede haberlos más en las relaciones con la cúpula del Poder Judicial, ahí estarán puestas todas las miradas al principio de la legislatura. El mayor toque de gobierno de autor lo da Pedro Sánchez con el nombramiento de dos ministros vallisoletanos, Óscar Puente el azote de la oposición interna al sanchismo en los tiempos de zozobra desde el año 2017 y la ministra de Igualdad, teniente de alcalde con Puente en Valladolid.
No hay margen para sorpresas en las políticas de igualdad del Gobierno y la elegida tiene un perfil político bajo para el resto del territorio español. No hay barones territoriales ascendidos a ministros como se preveía a excepción del expresidente canario, lista más votada que se quedó sin gobierno por los pactos, y con una relación estrecha con Sánchez también desde 2017 y el desastre de La Palma.
No es un Gobierno de portada de suplemento dominical como lo fue el salido de la moción de censura, ni condicionado con los acuerdos con Podemos en las elecciones de 2019, este es un Gobierno Sánchez que mira más al interior de un Ejecutivo consolidado y al interior de un partido al que se le agradece a los leales desde el principio de esto que se ha hecho llamar sanchismo.