Perú registró en 2022 el índice de hambre más alto en diez años, un indicador que llegó a 19,6 puntos durante ese año, y en 2021 fue de 17,7 puntos, informaron este miércoles las ONG que conforman la red Alliance2015. La red presentó los resultados del ‘Índice Global del Hambre 2022’ (IGH), que indicó que las fuertes presiones inflacionarias y la desaceleración económica generaron este deterioro económico, social y alimentario en el país andino en 2022. En ese sentido, señaló que la situación del hambre en el área urbana peruana se deterioró notablemente a diferencia del área rural, que presentó una condición menos drástica.

La red, conformada por la Fundación Ayuda en Acción, Cesvi Fondazione Onlus, Helvetas Swiss Intercooperation, Acted, People In Need, Concern Worldwide y Welthungerhilfe, mencionó que, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), más de 16 millones de peruanos experimentan carencias nutricionales, lo que convierte a Perú en el país sudamericano con la peor seguridad alimentaria.

Al cierre de 2022, 13 de los departamentos del país se ubicaron en una escala de «hambre moderada» y otros 10, principalmente de la sierra central y sur, y la selva norte, se diagnosticaron en una «situación grave«. Solo los departamentos costeros de Ica y Lambayeque mantuvieron una situación de «hambre baja», debido al ‘boom’ de la agroexportación y el crecimiento de la producción agroindustrial.

Al respecto, el director de Helvetas Perú, Kaspar Schmidt, comentó que «entre 2010 y 2019, la mayoría de los departamentos consiguieron reducciones importantes en la incidencia de hambre», pero «lamentablemente, el panorama social, económico e institucional de los últimos años ha borrado varios años de avance». «Al cierre de 2022 entre los departamentos que han perdido más de una década de avances contra el hambre figuran Madre de Dios, Tacna, Moquegua, Tumbes, Lima, Callao, Junín, Ucayali y Apurímac», anotó.

Proyecciones para 2023

Al tener en cuenta las diferentes proyecciones económicas sobre el cierre de 2023, la red simuló los escenarios de un impacto leve, moderado y severo de la actual coyuntura sobre el IGH. Adelantó, en ese sentido, que bajo cualquier escenario, el nivel de incidencia de hambre en Perú en 2023 será el peor registrado durante todo el periodo analizado, desde 2010.

«Los desafíos para el Estado son, sin duda, grandes y complejos. Más que nunca son cruciales políticas de corto, mediano y de largo plazo», remarcó la representante de Welthungerhilfe para Perú y Bolivia, Susanna Daag. Aseguró que, por ese motivo, «el sector privado, sociedad civil, iniciativas individuales, academia y la cooperación internacional son de vital importancia para complementar, potenciar o mejorar la acción pública en favor del bienestar social».

La red también instó a la juventud a aprovechar las oportunidades para participar en la gobernanza de estos sistemas, lo que implica abogar por la justicia social, promover la igualdad de género, proteger el derecho de todos a la alimentación y la soberanía alimentaria, impulsar la acción contra el cambio climático e integrar sus perspectivas en las políticas. «Para participar en los sistemas alimentarios, ellos necesitan un mayor acceso a la educación y a la formación, al desarrollo de habilidades y a la creación de capacidades a medida que estén relacionadas con la agricultura y otras actividades de los sistemas alimentarios», remarcó Daag.