Aprovechando la desaceleración de la inflación, tanto el BCE como el BoE optaron por mantener sin cambios los tipos de interés en sus recientes reuniones, abandonando temporalmente la idea de intervenciones más agresivas. A pesar de ello, insisten en que el esfuerzo por contener el aumento en los precios al consumidor aún no ha concluido, y recalcaron que sería prematuro considerar recortes en los tipos de interés.

Aunque ambas entidades han tratado de comunicar la prolongación de tipos de interés más elevados hasta que la inflación regrese firmemente a su objetivo, los inversores parecen no haber captado el mensaje.

En la actualidad, los inversores sostienen la creencia de que los bancos centrales inevitablemente se verán obligados a recortar los tipos de interés, y lo harán antes de lo indicado en sus declaraciones. Los indicadores de la semana pasada apuntan a que las economías de la eurozona y el Reino Unido están dirigiéndose hacia un período de casi estancamiento, lo que ha llevado a los inversores a anticipar al menos tres recortes de tipos el próximo año, comenzando en junio. Este cambio de perspectiva contrasta significativamente con las expectativas de hace apenas siete semanas, cuando se pensaba que el Banco de Inglaterra y el BCE realizarían sus primeros recortes a principios de 2025 y septiembre de 2024, respectivamente.

Este escenario probablemente incitará a los responsables políticos a adoptar un tono más firme. El Banco de Inglaterra ya está advirtiendo que la trayectoria proyectada por el mercado para los tipos de interés sería demasiado «indulgente» para restablecer la inflación de manera sostenible. Por su parte, el BCE ha alertado sobre el riesgo de que las expectativas de recortes de tipos del mercado conduzcan a condiciones financieras excesivamente laxas, aumentando la posibilidad de tener que revertir hacia aumentos en las tipos de interés.