El A-10 Thunderbolt II “Warthog”, un veterano de la guerra aérea, con su cañón Gatling de 30 mm y una historia heroica de salvación en el campo de batalla, ha sido defendido ferozmente por legisladores y entusiastas militares, negándose a su retirada a pesar de sus casi 50 años de servicio. Mientras tanto, el F-35 Joint Strike Fighter, un cazabombardero de quinta generación y tecnología furtiva, ha entrado en escena más recientemente, luchando con desafíos de producción y altos costos, pero finalmente demostrando su potencial.

El precio del F-35 ha caído a 78 millones de dólares, una cifra más manejable comparada con los 133 millones de antaño. Su bautismo de fuego fue en 2019, ganando reconocimiento por sus capacidades avanzadas, como la creación de redes de combate aéreo y ataques preventivos a enemigos.

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Cazas F-35

Sin embargo, en 2016, surgieron rumores de un enfrentamiento entre el A-10 y el F-35, liderado por la entonces congresista y piloto del A-10, Martha McSally, para probar la superioridad del Warthog.

La “prueba de fuego” ocurrió en 2018, pero los detalles se mantuvieron confidenciales. Finalmente, en 2023, el Project on Government Oversight (POGO) reveló un informe que sugiere que el F-35 no dominó en todas las áreas esperadas.

POGO criticó la reticencia del ejército en compartir los resultados, que no favorecían completamente al F-35 en su papel crítico comparado con el A-10. Esto plantea dudas sobre la decisión del Congreso de retirar 42 A-10 en 2024, una decisión tomada sin una comprensión completa de este informe.

El informe, aunque parcialmente censurado, indica que la prueba comparó eficazmente la eficacia de ambos aviones en escenarios de amenaza media, dejando fuera misiones de alto riesgo, aún en evaluación para el F-35.

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Las pruebas de las capacidades del F-35 y del A-10 Thunderbolt II se enfocaron en tres áreas críticas: búsqueda y rescate en combate, control aéreo avanzado (aerotransportado) y apoyo aéreo cercano directo. Estas evaluaciones se realizaron en las bases aéreas de Edwards, California, y Nellis, Nevada, incluyendo escenarios tanto diurnos como nocturnos, en condiciones permisivas y disputadas. El informe detalla un total de 69 salidas y 117.5 horas de vuelo, con la participación de 19 pilotos de A-10 y 8 de F-35.

Los pilotos de A-10 tenían una experiencia más enfocada en misiones específicas, mientras que los de F-35, con un número similar de horas de vuelo, provenían de un espectro más amplio de misiones y aviones. Las pruebas enfrentaron limitaciones, incluyendo fallos en el sistema de comunicaciones y la imposibilidad de coordinación digital con el controlador conjunto de ataque terminal en tierra. Además, la munición utilizada fue inerte y no se contó con la participación de helicópteros ni tropas terrestres.

A pesar de estas limitaciones, el informe sugiere que las pruebas fueron válidas, aunque recomienda un entorno más dinámico y representativo para futuras evaluaciones. Se observó que el A-10 permitía una mayor cantidad de ataques que el F-35A en el entorno de prueba. Asimismo, los pilotos de A-10 lograron acercarse más a sus objetivos, lo que podría explicar la menor tasa de errores de localización en comparación con el F-35.

Un aspecto destacado fue la necesidad potencial de aviones adicionales para funciones de supresión de amenazas y contraaéreas mientras el F-35 realiza misiones de apoyo aéreo cercano. No obstante, el informe reafirma la ventaja del F-35 en entornos de mayor amenaza, un escenario para el cual el A-10 no fue diseñado.

F-35 vs. A-10: Análisis Revela Disparidad en Pruebas de Capacidades Bélicas

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En el campo de batalla aéreo, las pruebas entre el F-35 y el A-10 Thunderbolt II han generado conclusiones mixtas. En las evaluaciones de controlador aéreo avanzado (aerotransportado), los pilotos del A-10 reportaron una carga de trabajo significativamente menor comparada con sus colegas del F-35. Esta observación sugiere una eficiencia táctica superior en el A-10 para misiones específicas.

En las misiones de búsqueda y rescate en combate, el informe destaca que una operación conjunta entre ambas aeronaves optimizaría las fortalezas de cada una. La sinergia entre las plataformas podría ser la clave para maximizar la efectividad en el campo.

Las recomendaciones específicas para mejorar el F-35 tras las pruebas, incluyendo el ajuste de su cañón GAU-22/A de 25 mm y el fortalecimiento de las comunicaciones digitales, quedan ocultas en el informe, aunque se insinúan en la introducción. Nickolas Guertin, director de pruebas de armamento del Pentágono, subraya la necesidad de colaboración entre la Oficina del Programa Conjunto del F-35, la Fuerza Aérea y Lockheed Martin para resolver estos problemas y mejorar la interoperabilidad con aviones de cuarta generación.

Un aspecto crítico es que los F-35 necesitaron más salidas para alcanzar los mismos objetivos de misión que los A-10, sugiriendo una eficiencia operativa menor. Dan Grazier, de POGO, critica la falta de un escenario de prueba realista, destacando la ausencia de tropas terrestres en los ejercicios de apoyo aéreo cercano y un entorno de prueba inadecuado para simular condiciones de combate reales.

Para Grazier, estas pruebas no resuelven las dudas sobre la viabilidad de retirar el A-10 sin un reemplazo específico para el apoyo aéreo cercano. La eliminación del A-10 sin una alternativa eficaz sería, en sus palabras, un “error irrevocable”. Estas conclusiones revelan la complejidad y los desafíos en la evaluación y mejora de las capacidades de los aviones de combate modernos.

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El debate en la Fuerza Aérea de EE. UU. sobre el futuro del F-35 y el A-10 Thunderbolt II se intensifica. Un análisis reciente pone en duda la capacidad del F-35 para reemplazar al A-10 en misiones críticas. Este escepticismo surge a pesar de las declaraciones del secretario del Ejército del Aire, Frank Kendall, quien describió al A-10 como un avión obsoleto e incapaz de enfrentar amenazas modernas, abogando por su retiro.

La cuestión central en esta controversia es si la Fuerza Aérea debe seguir invirtiendo en tecnologías probadas en conflictos anteriores o en nuevos sistemas para futuros desafíos. El F-35 fue diseñado para operaciones de distanciamiento contra adversarios avanzados y no se especializa en combate aéreo ni en apoyo aéreo cercano. La reciente guerra en Ucrania destaca las dificultades de proporcionar apoyo aéreo cercano en un campo de batalla moderno, donde ambos lados poseen sistemas antiaéreos efectivos.

Los opositores a la retirada del A-10 argumentan que la ausencia de un reemplazo directo podría dejar a las fuerzas estadounidenses vulnerables en escenarios que requieran apoyo aéreo cercano. Bajo el plan actual, los A-10 serán completamente retirados para 2029. El reciente informe público subraya que la decisión plantea interrogantes cruciales sobre el futuro de las misiones de apoyo aéreo cercano una vez que finalice la era del Warthog.

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