La Albiceleste, con un cabezazo de Otamendi, ganó un superclásico muy caliente marcado por los gravisimos incidentes en la grada
Brasil, que tuvo algunos minutos de mérito, va en caída libre y suma, con Fernando Diniz, su tercera derrota seguida en la fase de clasificación para el Mundial
La campeona del mundo firmó otro ‘Maracanazo’ (0-1) en un superclásico de clasificación para el Mundial 2026 que estuvo a punto de ser cancelado. Antes de que rodara el balón hubo una batalla campal iniciada durante la ejecución del himno argentino en uno de los fondos de Maracaná entre hinchas de los dos países, que incomprensiblemente no estaban físicamente separados, y con la Policía Militar de Río (una de las más violentas y letales del planeta) empleándose a fondo con material antidisturbio.
FICHA TÉCNICA
Eliminatorias Sudamericanas Mundial 2026
BRA
ARG
ALINEACIONES
Brasil
Alisson, Emerson Royal, Marquinhos (Nino, 46′), Gabriel Magalhaes (Joelinton, 71′), Carlos Augusto; André, Bruno Guimaraes (Douglas Luiz, 78′); Raphinha (Endrick, 71′), Rodrygo, Gabriel Martinelli (Raphael Veiga, 78′) y Gabriel Jesus.
Argentina
Dibu Martínez; Nahuel Molina, Cuti Romero, Otamendi, Marcos Acuña (Tagliafico, 65′); De Paul, Mac Allister, Enzo Fernández (Paredes, 70′), Lo Celso (Nico González, 70′); Leo Messi (Di María, 77′) y Julián Álvarez (Lautaro Martímez. 77′).
Árbitro
Piero Maza (Chile). T.A. Gabriel Jesus (4′), Raphinha (13′), Carlos Augusto (32′). T.R: Joelinton (81′).
Incidencias
Estadio del Maracaná (Río de Janeiro). 68.138 espectadores. El partido empezó con media hora de atraso por culpa de los incidentes entre las dos aficiones en uno de los fondos del estadio y las cargas policiales contra los hinchas argentinos.
Los futbolistas argentinos, algunos de los cuales tenían familiares en aquel sector del coliseo carioca, se desplazaron en peso hacia aquella zona. Algunos, como Dibu Martínez, increparon a las fuerzas de seguridad. Era imposible jugar así. Y Leo Messi, ejerciendo de líder supremo y de capitán, ordenó a los suyos que se retiraran hacia el vestuario.
Durante algunos (interminables) minutos sobrevoló la posibilidad de suspender el encuentro. Argentina pidió quince minutos para que los ánimos, absolutamente exaltados, se calmaran.
Más tensión que fútbol
Cuando la campeona del mundo regresó sobre el terreno de juego, con la policía habiendo un cordón de seguridad separando las hinchadas en la grada conflictiva, hubo una de las imágenes de la noche. Messi, y su escudero De Paul, tuvieron una charla muy áspera con el madridista Rodrygo en la que saltaron chispas. El clima estaba muy enrarecido.
Media hora después de lo previsto, habiendo regalado al mundo imágenes bochornosas que recuerdan cuanto aún le queda para evolucionar al fútbol sudamericano en la parte organizativa, el balón rodó.
Entonces, en lugar de uno de los clásicos de selecciones con más solera del planeta, empezó otra batalla. Los dos equipos salieron demasiado revolucionados. Los brasileños pasados de vuelta, con Raphinha y Gabriel Jesus, amonestados antes del primer cuarto de hora por sendos manotazos a De Paul. El primer tercio del primer tiempo fue una guerra de guerrillas, un intercambio literal de golpes, patadas y trompadas.
El choque, sin embargo, evolucionó y fue cogiendo forma de partido de fútbol. Argentina, que contaba con cuatro centrocampistas naturales por dos solo de Brasil, tomó el balón e intentó dormir el clásico. Y, en parte, le salió bien, porque fue inoperante arriba y no inquietó a Alisson.
La Seleçao, imbuida por la electricidad que desprende y predica su técnico, Fernando Diniz, tuvo dos oportunidades muy claras para ponerse por delante: un libre directo de Raphinha que la barrera rechazó a córner, y un lanzamiento de Bruno Guimares (uno de los mejores de Brasil) que Cuti Romero sacó de la línea de gol con Dibu Martínez vendido.
Brasil se lo creyó y, coincidiendo con el inicio del segundo tiempo, firmó un cuarto de hora de muchísimo mérito, en la que Raphinha y Gabriel Jesus tuvieron en sus pies el 1-0.
Argentina sacó un golpe de genio. En la salida de un córner, Otamendi, de cabeza, superó el desajuste en la marca de André y Gabriel Magalhaes. Con Diniz, seis de los siete goles encajados han sido por arriba. Allí se terminó todo.
Los de Scaloni, tirando de oficio, controlaron muy bien la recta final del superclásico. Brasil se empequeñeció y acabó siendo abucheado por su propia ‘torcida’. Termina la jornada en una sonrojante sexta posición, después de haber perdido los tres últimos encuentros: en Montevideo, en Barranquilla contra Colombia y ahora ante una Argentina, que se reafirma en la primera posición de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2026.