No lloren por Argentina. Un país que sobrevive a una inflación del 140 por ciento, es capaz de ganar tres mundiales y regalarnos a Cortázar, Samanta Schweblin o el clan de los Alterio, es un país con futuro, por más que su riqueza cultural, social, deportiva o culinaria haga equilibrios constantes sobre el filo de la navaja según quien ocupe la Casa Rosada. A la derecha de ese filo hay casi siempre un abismo, y a la izquierda, el vacío; pero ahí siguen, haciendo del funambulismo un arte.
Borges, Messi, las abuelas de la Plaza de Mayo, … No hay Milei ni Kirchner ni Menem que pueda con esa nación, probablemente, la única de toda América Latina que puede ponerse en pie tras arrojarse en caída libre y sacudirse el polvo como si nada hubiera pasado. Argentina somos nosotros dando un traspiés y mirando a un lado y a otro por si alguien nos ha visto detener el golpe con las rodillas contra el cemento. El país lleva décadas habitando en el tango de Manzi: «Fuimos empujados de un viento desolado, sombras de una sombra que tornaba del pasado. / Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza, que no puede vislumbrar la tarde mansa».
El papa Francisco, Quino, Mercedes Sosa,… Imaginen hasta dónde llegaría Argentina con un mandatario ‘normal’. Los argentinos acaban de elegir presidente a un señor que grita, que quiere dolarizar la economía y despojar a lo público de la propiedad y de la gestión de los servicios esenciales, la educación, la sanidad, la televisión pública. Javier Fernando Milei (Buenos Aires, 53 años) acude a la radio con excedente de decibelios y se caga en la concha de la madre de alguien. Escucha voces que nadie más percibe y dedica a sus rivales adjetivos que aquí nos fascinan, como ‘sorete’ (pedazo de mierda, por entendernos) o ‘forro’ (estúpido, inepto). Lo más de andar por casa que le he oído es llamar a otro ‘hijo de puta’, como queriendo decir…
Estela de Carlotto, Darín, Cecilia Roth,… Si lo escuchan sin imagen, Javier Milei es el Sergio Antín de ‘El Marginal’; si lo ven sin sonido parece un teleñeco pidiendo a gritos un peluquero. Sus peinados imposibles y su histrionismo no han sido obstáculo para superar al rival. El candidato de La Libertad Avanza, que así se llama su partido, ha obtenido el 56% de los votos frente al 44% del peronista Sergio Massa. Un día de estos averiguaremos los europeos en qué consiste el peronismo, que debe de ser lo que el felipismo al PSOE o el aznarismo al Partido Popular. Seis de cada diez argentinos afincados en España también votaron por Milei, que no tardará en darse cuenta de que quien decide es el mercado, que no ha parado de especular desde su victoria.
Spinetta, Charly García, Goyeneche,… La culpa no es de los argentinos. La culpa ni siquiera es del propio Milei, que culmina con éxito la aspiración de cualquier candidato, es decir, ganar y gobernar, bien lo sabe Feijóo. La culpa nunca es del votante, sino de quienes son incapaces de ofrecer a los electores una alternativa coherente, ilusionante. Aquí todavía se cuestionan algunos cómo es posible que gobierne alguien como Isabel Díaz Ayuso o como el propio Pedro Sánchez, según a quién se le pregunte. Miren enfrente de ambos y tendrán la respuesta. El futuro dirá si hubo una era Milei, pero los argentinos han puesto el listón muy alto en lo de marcar épocas y entronizar ídolos. Gardel, Evita, Maradona,… Ningún pueblo del mundo tiene tanto amor propio. Argentina te da y te quita. Lo escribió Le Pera y musicó Gardel: «Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando».