A la osa ‘Lechugina’ solo le falta empadronarse y dar los “buenos días” -o las “buenas noches”, según se tercie- para ser una vecina más de Villarino del Sil (29 habitantes), un hermoso pueblo del Alto Sil leonés que desde hace años vive con desasosiego la frecuente presencia de este ejemplar de oso pardo de entre ocho y diez años de edad. Cada dos por tres, aparece por las calles de este pueblo de montaña en busca de manzanas o cerezas o para rebuscar entre los contenedores de basura. 

Los vecinos de esta localidad, y otras cercanas, están cansados, no sólo por ‘Lechugina’ (se la llama así por su predilección por las lechugas), sino por más osos que vagan por sus calles o por los alrededores de los núcleos urbanos. “Se están viendo afectados algunos agricultores y ganaderos”, explica Silvestre Ordóñez, concejal del Ayuntamiento de Páramo del Sil, el más grande de la comarca (1.217 habitantes) y donde también se nota su presencia. “Se han acostumbrado a bajar al pueblo y atacan colmenares; algunos apicultores han puesto pastores eléctricos para ahuyentarles. También puede afectar puntualmente al ganado, pero es algo más raro”, añade. 

“Están causando mucho destrozo, tienen que gestionarlo bien porque si no el oso baja”, comenta Elena, gestora del camping La Zaparica, en Palacios del Sil. “No es para la publicidad que se está dando y menos para tener gente que viene aquí deseando verlos. El oso tiene que estar en el monte”, sostiene la mujer, que asegura que todavía ningún ejemplar ha llegado a entrar a su camping, porque hay mucho trasiego de coches entrando y saliendo, pero sí que ha sido visto en las inmediaciones.

Un oso es grabado andando por las calles de Villarino del Sil. EPE


Ataques

Algunos vecinos muestran su preocupación por que un día se produzca un ataque a humanos por parte del oso pardo, algo realmente muy infrecuente, pero que puede ocurrir. “El oso es un animal salvaje que no nos quiere hacer daño, pero si se siente amenazado puede defenderse. Excepcionalmente puede haber ataques de oso, pero siempre ha sido por una mala actuación de los humanos. Hay que aprender a coexistir. La convivencia es necesaria y posible”, tranquiliza a El Periódico de España, del Grupo Prensa Ibérica, Guillermo Palomero, director de la Fundación Oso Pardo, una ONG conservacionista que lleva mucho tiempo trabajando por la defensa de esta especie que hace 25 años estuvo a punto de desaparecer. En la actualidad, sin embargo, gracias a las labores de conservación, bate récords de población. Los últimos estudios de las diferentes comunidades donde se enclava la Cordillera Cantábrica (Asturias, Castilla y León, Galicia y Cantabria) cifran en 370 los ejemplares (a los que hay que sumar unos 75 residentes en Los Pirineos). 

Mapa de la zona donde se encuentra el oso pardo en la Cordilla Cantábrica. NACHO GARCÍA


La zona del Alto Sil, antaño espacio glaciar, con un ecosistema muy bien conservado, con amplios bosques de castaños y robles, zonas de soto y brañas inmaculadas, se ha convertido en un hábitat perfecto para esta población, al igual que lo son Fuente de Narcea o el Parque Natural de Somiedo. Según Palomero, sin embargo, no se puede dar una cifra exacta de los habitantes en esta zona de los montes de León porque es una población flotante que se mueve por cientos de kilómetros cuadrados. “Ya no hay dos grupos aislados de osos pardos en la Cordillera Cantábrica como pasaba hace tiempo, ahora es un solo grupo”, apunta Palomero.

Turismo creciente

“Dicen que puede haber regularmente por la zona unos 150”, asegura el concejal de Páramo del Sil, donde comienzan a abrirse y planearse negocios de ecoturismo para la observación del oso, como ocurre en zonas asturianas. “Es un turismo creciente”, admiten desde el Ayuntamiento del Páramo. Un estudio reciente de la Fundación Oso desveló que el oso ayudó a generar 20 millones de euros de ingresos en el tejido productivo rural de 26 municipios oseros de varias provincias y a crear o sostener de forma directa 350 empleos, mayoritariamente residentes en la misma localidad del negocio. 

Varias personas realizan avistamiento de osos en Somiedo. LNE


“El oso es un activo económico, atrae a muchos visitantes que quieren verle en plena naturaleza. Ha generado empresas locales en las zonas donde están. Vienen muchos anglosajones, por ejemplo, a ver los osos, los lobos y los linces. Contribuyen a generar economía y fijar población”, apunta Palomero, de la Fundación Oso Pardo. 

Lo que para algunos es motivo de solaz es sin embargo para otros -los vecinos-, una preocupación. Las entradas a los cortines, una construcción agraria tradicional hecha de piedras y de forma circular, donde se guarda la miel -puede haber unos cien operativos en esta zona- es muy frecuente. “Siempre hubo una convivencia con la especie y es cierto que cada vez hay más avistamientos, pero se aboga por encontrar ese equilibrio”, señalan en el Ayuntamiento de Páramo.  

Medidas para ahuyentarlos

Debido al exponencial aumento de la población, la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León viene aplicando desde hace meses las medidas descritas en el protocolo de intervención con osos en la Cordillera Cantábrica, aprobado por la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y Biodiversidad el 24 de enero de 2019. Así, con el objetivo de evitar la conflictividad, se aplican medidas aversivas o condicionamiento negativo, como disparo de bolas de goma, así como planes de captura y radiomarcaje para los ejemplares más problemáticos, como se ha hecho con Lechugina. 

Villarino de Sil. .


Además de estas actuaciones de condicionamiento negativo, el personal de la Junta y los vecinos han procedido a la retirada de la fruta existente en huertas y corrales de los pueblos afectados -sobre todo en Tejedo y Villarino de Sil-, fundamentalmente manzanas, con el ánimo de evitar la entrada al pueblo en busca de estos recursos.

Asimismo, se están dando subvenciones para prevenir los daños ocasionados por el oso pardo en Castilla y León destinadas a la adquisición de dispositivos de protección para colmenares, huertos, frutales, comederos de pienso y balas de forraje. De forma paralela, la Junta ha ordenado, con cargo a los planes de recuperación, transformación y resiliencia, elaborar un dispositivo para cubrir los contenedores presentes en todo el valle y evitar que los osos accedan a ellos en busca de comida.

«El mejor momento»

Palomero, de la ONG Oso Pardo, subraya que hay que hacer todos los esfuerzos posibles para lograr la convivencia entre el animal y los humanos, ya que el oso pardo sigue estando en peligro de extinción, aunque no en peligro crítico como estaba hace unos años y recuerda que para la Comisión Europa es una “especie prioritaria”. “Es el mejor momento sin duda para el oso. Está avanzando hacia la categoría de vulnerable”, señala. 

Veterinarios y técnicos colocan un GPS a un oso en la Cordillera Cantábrica. JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN


El experto, cuya fundación ha presentado a las administraciones competentes un borrador de plan para regular el turismo de observación, aprecia que lo que ocurre con los osos pardos en la Cordillera Cantábrica es lo normal, ya que cuando “no se sienten perseguidos son menos huidizos”, como los ojos grizzlies o los negros de algunos parques nacionales de EEUU, “que se acercan a los coches a por comida”. 

La ONG también hace un esfuerzo con todos los sectores habituales de la montaña de hacer divulgación de lo que hay que hacer y lo que no para tratar de evitar un encontronazo con un oso. No hay que dejar comida como reclamo, por ejemplo, ni tampoco aproximarse a un osezno, si se le ve, y siempre que se está en zonas sensibles hay que procurar ir hablando, para disuadirle.