Teresa Ribera (Madrid, 1969) se confirma como peso pesado del Gobierno. Repetirá en el nuevo gabinete de Pedro Sánchez como vicepresidenta tercera y como ministra para la Transición Ecológica, un área clave para impulsar la ineludible transición energética del país. Imprescindible tanto para avanzar en la descarbonización de la economía del país contra la emergencia climática como por la oportunidad económica para la industria del país que debe representar la revolución de las energías renovables.
Ribera acompaña a Pedro Sánchez desde antes de llegar a Moncloa como representación y baluarte del alma ecologista de todo su proyecto político. Formó parte del ‘gobierno en la sombra’ que el líder socialista aún lo era también de la oposición, se integró en el primer equipo gubernamental que salió de la moción de censura de Mariano Rajoy en 2018 y repitió al año siguiente reforzándose con el Ejecutivo de coalición con nuevos galones de vicepresidenta.
En el nuevo Ejecutivo repetirá vicepresidencia y ‘supercartera’ ministerial que agrupa energía, medio ambiente y las políticas contra la despoblación. Y lo hace tras haber reforzado su perfil político como gran figura del PSOE durante las larguísimas precampaña y campaña electorales y, sobre todo, tras años en que ha disparado su peso y ascendencia en Europa negociando con dureza las políticas para hacer frente a la crisis energética.
Crecimiento con la crisis
Durante los días en que la UE dio increíbles giros hacia el intervencionismo en sus políticas energéticas para proteger a ciudadanos y empresas del golpe de las subidas de precios de luz, gas y combustibles, es conocido que desde muchas cancillerías se llamaba a Ribera para coordinar las acciones, aunque en muchas ocasiones las políticas aprobadas se quedaron lejos de las aspiraciones de la vicepresidenta española.
El Gobierno consiguió que se le permitiera aplicar la famosa ‘excepción ibérica’ para contener las subidas de precios de la luz, aplicar recortes a las eléctricas mucho más duros que en el resto de Europa… pero ha fracasado en su intento de emprender una reforma del mercado eléctrico mucho más ambiciosa que la que finalmente aprobará la UE.
Licenciada en Derecho y diplomada en Derecho Constitucional y Ciencia Política, y funcionaria en excedencia del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, ya fue una figura de peso en los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, en los que fue directora de la Oficina de Cambio Climático entre 2004 y 2008 y también secretaria de Estado de Cambio Climático entre 2008 y 2011. Después recaló en la dirección del prestigioso Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), con sede en París, donde ya se fajó en las negociaciones internacionales contra el cambio climático tanto en los Acuerdos de París como en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, hasta su regreso a la política española de la mano de Sánchez.
Ribera se ha erigido en una de las voces que con más dureza ha defendido la puesta en marcha de un escudo de protección a empresas y ciudadanos frente a la crisis energética y es ahora una de las voces que con más insistencia reclaman mantener las ayudas y las medidas de intervención e incluso defendiendo hacerlo “todo el tiempo necesario”.
En los próximos cuatro años, la refrendada vicepresidenta tendrá que impulsar el despliegue de las renovables para conseguir las metas oficiales hasta 2030 (que desde el sector se ven casi inalcanzables) y deberá afrontar el compromiso de resucitar la Comisión Nacional de Energía (CNE), suprimida en 2013 con la creación de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y con la que se busca retomar un organismo especializado en el sectyor y que vele por hacer viable la transición energética.